Francisco Suárez Moreno durante su intervenciónEl pasado sábado, 12 de julio, se celebró en la Asociación de Vecinos de El Hoyo, La Aldea de San Nicolás, las anunciadas jornadas sobre historia y medios de comunicación antiguos y lenguaje silbado organizado por Artheves en colaboración con el Ayuntamiento de La Aldea, en las que se ofrecieron charlas, imágenes y sonidos referidos al mundo de la comunicación antiguo.
Intervinieron con sus exposiciones el cronista del municipio, Francisco Suárez Moreno, que abrió el acto con una referencia histórica sobre las comunicaciones sociales de la sociedad tradicional en esta comarca, cuyo texto, ofrecemos a continuación.
La jornada continuó con interesantes exposiciones orientadas al lenguaje de silbos por; Higinio Ojeda y Julien Meyer.
"ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD TRADICIONAL DEL OESTE DE GRAN CANARIA"
Por Francisco Suárez Moreno
Buenos días.
Gracias por hacernos partícipes de esta jornada del proyecto Arthebes en colaboración de la Asociación Yo Silbo, la Asociación vecinal Rosa Nueva del Hoyo y el Ayuntamiento de La Aldea.
Como los contenidos a exponer están, en síntesis, para un tiempo de 15 a 20 minutos, les sugiero a los interesados la lectura de nuestro trabajo publicado en 2023 titulado Comunicaciones y transportes en un medio rural. Oeste de Gran Canaria, expresamente los capítulos II (Por caminos, mares, barrancos y acequias; rutas marítimas y pecuarias antiguas) y III (Estrategias de comunicaciones y señales antiguas).
Sobre propios, recaderos y pregoneros
Antes del desarrollo de las oficinas de correos-telégrafos y los teléfonos, el mundo rural utilizaba la mensajería particular de los propios, mozos hábiles en el andar, a los que se les encargaban variados cometidos: compra de medicinas, aviso a los médicos, cartas urgentes, etc. Algunos cubrían largos caminos en pocas horas y tuvieron gran funcionalidad en las actividades de empaquetado de la fruta más alejadas de la ciudad, que necesitaban estar al día de los precios de la fruta que llegaban por telégrafo desde Londres a Las Palmas.
Los niños, incluso de corta edad, hacían estas funciones para recados familiares en trayectos de largo recorrido. Un propio célebre fue en su mocedad, el popular industrial panadero-dulcero don José Matías Llarena (1909-1998), conocido por el Fotingo, de quien se decía que recorría el camino de Agaete a La Aldea en dos horas, cuyo sobrenombre se relaciona con el vehículo a motor de aquellos tiempos, el Ford T, de la boca del Juez de Primera Instancia de Guía, al realizar un mandado judicial con extraordinaria rapidez: dicen que salió de madrugada para estar a primera hora en el Juzgado de Guía para cumplimentar el encargo de unos papeles y de regreso a La Aldea tuvo que volver nuevamente a dicho Juzgado por lo que al verlo el Juez de nuevo se asombró con "usted, Matías… ¡otra vez por aquí!(…) ¡pues corre usted más que un fotingo!. Y se quedó para siempre y lo heredó su familia, este sobrenombre.
El padre de don José Matías, Luis Matías Jiménez (1863-1947), había sido el último pregonero municipal de La Aldea. Estos eran, en España y sus colonias de Ultramar, oficiales municipales encargados de este y otros menesteres de servicio público. Su precedente está en los praecones romanos (empleados subalternos al servicio de los magistrados). Con la llegada de la radio, la utilidad de estos heraldos fue desapareciendo aunque encontramos a algunos funcionando en la España de los años cincuenta. No tenemos constancia en La Aldea de la actividad de este cargo después de 1930. Según testimonios orales se solía, a la salida de misa mayor, leer los bandos de la alcaldía, así como noticias importantes, en lo alto de la esquina del solar donde luego en 1926 se construye La Alameda, junto a La Cruz de Piedra. Y es que a la salida de misa mayor era el momento adecuado para estas noticias y también para citaciones de los juzgados. Por tal efecto, en tiempos revueltos de El Pleito de La Aldea*, en el último cuarto del siglo XVIII, la Iglesia se quejaba de que vecinos dejaban de asistir a misa por miedo a la acción de los alguaciles.
Los toques de campanas
El lenguaje de las campanas de las iglesias constituía otro eficiente sistema de comunicación, no sólo de noticias y acontecimientos religiosos sino de convocatorias civiles que en algunos pueblos de la Península se usaba con el nombre de toque de concejo. Una comunicación que en los pozos profundos de Gran Canaria se utilizaba para dar señales de subida y bajada de los cacharrones y operarios hasta la mediana del siglo XX.
En La Aldea, en tiempos del Pleito socio agrario se utilizaban toques de las campanas de la iglesia para llamar a los vecinos a reuniones de cabildos, cuyos sones desconocemos. Hubo llamadas de este tipo para acordar amotinamientos (caso del 9 septiembre de 1808), cabildos o reuniones concejiles (caso de los tumultos de 1796), etc. Suponemos que también debió utilizarse, tanto ante alerta de invasiones inglesas en la década de 1740, como para aviso de epidemias y para los tantos incendios que se suceden, a lo largo del tiempo, en el cercano pinar de Linagua-Ojeda. El toque de campana en los pozos se utilizó poco solo en alguno profundo.
Más comunes y muy regulares fueron los toques para noticias de muertes, anuncios de las fiestas o recordatorios de oraciones diarias. Cada parroquia tenía su propio toque, algunos ya desaparecidos. Aquí se hacía con la campana mayor y la pequeña (mediana), las cuales no volteaban sino balanceaban ante los impulsos y cuando se precisaba mayor efecto se subía para ello al campanario. La campana pequeña, que subsiste, tiene un toque de sonido muy diferente a la grande de reciente fundición, pues la de finales del siglo XIX se rompió. A saber, de ayer y hoy, son los siguientes:
* Toque de la Fiesta de San Nicolás. Aún se hace, con tañidos continuados con la campana mayor combinándola con la pequeña y con larga duración, para acabar con un golpe final con la grande.
* Toque de a rebato. Se hacía con tañidos insistentes con la campana pequeña, continuados y a buen ritmo para anunciar fuego o acontecimiento grave.
* Toque de difunto o doblar. Subsiste. Se hace con las dos campanas a la vez (por eso se dice doblar) con un cambio lento y paulatino. Hoy se dan con doce tañidos para difuntas mujeres y catorce para hombres (tanto al anunciar el óbito como en el momento del entierro).
* Toque de agonía. Ha desparecido. Se producía con algunos tañidos como doblar a muerto, cuando alguien estaba en trance a morir.
* Toque de gloria. Toques continuados con la campana pequeña, a modo de repique, para anunciar la muerte de un menor.
* Toques de misa. Hoy se hace uno media hora antes, otro al cuarto de hora y el último coincide con el comienzo de la celebración, con la campana grande a un ritmo normal.
* Toque del ángelus. Se tocaba hasta mediados del siglo pasado, a las doce del mediodía, con tres campanadas aludiendo a las tres Avemarías que se rezaban.
* Toque de oración o ángelus de la tarde. Igual que el anterior, ya desparecido se tocaba al oscurecer, con varios toques seguidos.
* Toque de ánimas. También en el recuerdo de pocos hoy en día, en la hora de cenar y acostarse, para invitar a rezar por las ánimas, con pocos tañidos pero muy pausados con la campana grande y con la campana pequeña, seguido de uno final.
*Toque de viático. Se hacía con una campanilla tocada a mano ininterrumpidamente por un monaguillo que acompañaba al cura cuando portaba el Santísimo a visitar enfermos impedidos, moribundos o a administrar la Extremaunción. Desaparecido también.
*Toques con la matraca. Se hacía hasta los años sesenta, con un instrumento de percusión de madera y hierros, el jueves santo a partir de las tres de la tarde y el viernes y sábado santo por la tarde (pues esos tres días no se tocan las campanas).
Correo con palomas mensajeras
Este sistema de correos, empleado desde la Antigüedad, decayó tras la aparición de la telegrafía y teléfonos. En Canarias está consolidado, al menos desde el siglo XIX, en los destacamentos militares de Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote, que contaban con palomares propios a cargo de soldados y suboficiales donde se criaban palomas y se hacían ejercicios de correos. El uso de este correo, aparte de la afición creada, es variado y en casi todas las islas. En esta parte de Gran Canaria, por citar un ejemplo, lo hacía la empresa de empaquetado de tomates Bonny Gómez con sede en Los Llanos, desde los años treinta del siglo pasado hasta que se instala en los años cuarenta el teléfono.
Señales con hogueras y heliógrafos
Otro sistema de comunicación antiguo es el de las hogueras y señales con humo, bien en la costa para orientar a los veleros que llegaban al anochecer a los puertos, como señales desde las atalayas de observación en tiempos de guerras y enfermedades para comunicarse con el norte de la isla o con otros puntos de la geografía insular.
También las hacían gentes de Tasarte y Tasartico, en la montaña de Ahlobas para avisar tanto a pastores de las cumbres para la bajada del ganado trashumante cuando crecían las hierbas de la otoñada, o para comunicar a personas, en la otra parte de la isla, del momento de siembras o de recolección de las cosechas de granos menudos. Nos decía Lolita Suárez (Dolores Moreno Umpiérrez), en el año 2000) que a su suegro que trabajaba en la Casa Miller de Las Palmas, desde la montaña de Ahloba, les avisan con hogueras el comienzo de la siembra.
El cuerpo militar destacado en La Playa de La Aldea, en los años de la Segunda Guerra Mundial, empleaba un sistema de comunicación con heliógrafos para enviar señales al norte de la isla, a los puestos de Las Nieves, Sardina de Gáldar y La Atalaya, a unos 20 km de distancia. A tal efecto levantaron en La Degollada de Las Conchas un pequeño habitáculo de paredes de piedra a modo de vigía, donde observaban toda la costa de Norte a Sur y se comunicaban con estos sistemas de telecomunicaciones. De igual forma lo hacían, unos tres kilómetros (seis por carretera) más arriba por la cordillera de Carrizo, en la Degollada de El Paso Marinero. En más de una ocasión llegaron a divisar algún submarino.
La comunicación por silbos
El lenguaje y comunicación con silbos de articulación simple, hoy en desuso, se empleó bastante en esta comarca tanto en aspectos domésticos, como el silbo de llamada de los padres a los hijos, el dado a los perros y el pastoril de montaña, ya con cierta complejidad. No nos vamos a extender en ello porque se va a tratar por otros hoy aquí. Pero me permitirán una anécdota: hasta 1936-1940, en que se construyó la carretera de Agaete-La Aldea, las mercancías solo llegaban por mar y, en una ocasión, se presentó un continuado mal tiempo de mar que estas se agotaron especialmente, los fósforos; y, cuando la mar se calmó y asomó por la bocana de La Aldea el primer vapor, la noticia se comunicó de la playa al fondo del pueblo con silbidos por tramos, articulados de “ya vienen los fósforos”. A partir de aquel momento la llegada de un barco se anunciaba con ese silbido modulado.
El correo (1920) y el teléfono (1940-1957) en la transición a la modernidad
Hasta 1855 no había ni franqueo oficial en Canarias, ni regularidad alguna de enlace de los pueblos con la oficina central de Las Palmas; luego, en 1863 se establecen carterías en Moya con enlaces de peatones para el Norte y en Tejeda para Artenara y Mogán, tres veces a la semana. En 1920 se crean las carterías rurales de Agaete, Artenara, La Aldea, Tejeda y Mogán Desde esa fecha de los años veinte se vincula a cada cartería un peatón de correos o correísta. Desde Agaete, tres veces por semana, con un peatón oficial llegaba el correo a La Aldea primero fue Andrés Segura Navarro, Andrés Muda (1892-1973) de Barranco Santo y luego Cecilio Suárez Afonso (1890-1985), con calle a su nombre hoy en su barrio de El Molino de Agua.
El teléfono se instala hacia 1943 con un tendido a ras del suelo desde La Playa de Mogán hasta La Playa de La Aldea por parte de los destacamentos militares aquí establecidos, servicio que solía prestarse al vecindario. En 1957 en se establece en La Aldea una centralita de batería local por la Compañía Telefónica Nacional con tendido aéreo de Agaete a La Aldea.
No hay tiempo para más…
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(Francisco Gonzalez)
































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