“Nos has contado que te cuesta un poco más que al resto de los niños y niñas, atender en la clase, estudiar, obedecer a tu mamá y a tu papá, hacer caso a tu hermano, no enfadarte, de repente, sin saber por qué, y que también te es difícil seguir, en general, el ritmo de las actividades en casa, la calle o el cole”. Así se dirige la magistrada Gloria Poyatos a un niño de diez años en su voto particular en una sentencia en la que recuerda que “la adaptación del lenguaje de las resoluciones judiciales cuando afecten a personas menores de edad, no es una opción de quien juzga sino una obligación”. “Hemos estudiado tu caso y tienes toda la razón, te vamos a apoyar porque ahora entendemos por qué te cuesta más hacer las cosas”, asegura la jueza al menor. En estos tiempos de tanta discrepancias con sentencias y resoluciones judiciales, se agradece este comportamiento judicial.






























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