Atardecer. Juan FERRERA GILEl fotógrafo aficionado en la sombra del atardecer norteño no lo pudo resistir: quedó inmortalizado, en una forma de suponer y ver, en la pared espejeada.
Es verdad que no se le puede reconocer, pero ese es precisamente su objetivo y deseo: lo relevante resulta el dibujo del sol vespertino que cada tarde de diciembre se asoma al lugar, solitario en aquella hora en que el día empieza a morir.
Por eso el motivo de atrapar la tarde; más que nada para que no desaparezca en el olvido ni en la agitación cotidiana: una manera cualquiera como otra de mirar. Vale.
Juan FERRERA GIL
































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