Encuestas

Encuesta ciudadana sobre la planta de biogás en La Atalaya: amplia mayoría rechaza su instalación

De los 2560 participantes en el sondeo, 1708 personas (66,7%) manifestaron su desacuerdo con la instalación de la planta, frente a 812 votos favorables (31,7%)

Redacción 1 Viernes, 04 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

El pasado mes de junio, se llevó a cabo, a través de este medio, una encuesta digital entre nuestros lectores y lectoras para conocer una opinión aproximada respecto a la posible instalación de una planta de biogás en La Atalaya. El sondeo, que recogió un total de 2.560 votos, planteaba una pregunta directa: ¿Estás de acuerdo con la instalación de la planta de Biogás en La Atalaya? Las opciones disponibles eran “Sí”, “No” y “No sabe/no contesta”. Los resultados han sido contundentes y reflejan un claro posicionamiento social ante este proyecto energético.

Resultados de la encuesta: predominio del rechazo

 

De los 2560 participantes en el sondeo, 1.708 personas (66,7%) manifestaron su desacuerdo con la instalación de la planta, frente a 812 votos favorables (31,7%) y apenas 40 respuestas (1,6%) correspondientes a quienes no supieron o no quisieron pronunciarse al respecto. Estos datos evidencian una oposición mayoritaria por parte de los votantes en la encuesta hacia el desarrollo del proyecto.

 

La diferencia entre quienes apoyan y quienes rechazan la iniciativa es significativa: hay casi el doble de votos negativos que positivos. Este resultado pone sobre la mesa las preocupaciones existentes en torno al impacto ambiental, económico y social que podría tener una infraestructura de estas características en el entorno local.

Contexto del proyecto: ¿qué implica una planta de biogás?

 

Las plantas de biogás son instalaciones destinadas a transformar residuos orgánicos —procedentes habitualmente del sector agrícola, ganadero o urbano— en energía renovable mediante procesos anaerobios que generan gas metano utilizable como combustible. En los últimos años, este tipo de proyectos ha ganado protagonismo dentro del marco europeo por su contribución a la economía circular y a la reducción de emisiones contaminantes.

 

Sin embargo, pese a sus ventajas teóricas desde el punto de vista energético y medioambiental, estos desarrollos suelen suscitar recelos cuando se proyectan cerca de núcleos urbanos o zonas rurales habitadas. Las inquietudes más habituales giran en torno al posible aumento del tráfico pesado, los olores derivados del tratamiento de residuos orgánicos y las dudas sobre el control efectivo del impacto ambiental.

Argumentos de los opositores: preocupación ambiental y social

 

Los resultados de la encuesta reflejan que una parte significativa de la población participante en la encuesta se muestra reticente ante la implantación de la planta de biogás. Entre los argumentos más recurrentes esgrimidos destacan las dudas sobre el impacto en la calidad del aire, el temor a la generación de olores desagradables y posibles efectos negativos sobre la salud pública. Además, algunos vecinos han manifestado inquietud por el posible descenso del valor inmobiliario en las inmediaciones. 

 

En este sentido, la plataforma vecinal opositora a la instalación de esta infraestructura  ha solicitado mayor transparencia en torno al proyecto, reclaman estudios independientes que evalúen con rigor tanto los riesgos como los beneficios potenciales y quieren garantías claras sobre cómo va a afectar la planta al entorno, teniendo en cuenta la proximidad urbana y sobre todo la cercanía de un colegio de infantil y primaria.

Opiniones favorables: apuesta por la sostenibilidad energética

 

Por otro lado, aunque minoritaria, existe una parte del vecindario —representada por el 31,7% que ha respondido sí— que presumiblemente ve en esta iniciativa una oportunidad para avanzar hacia un modelo energético más sostenible. Los partidarios argumentan que la planta permitiría aprovechar residuos orgánicos locales para generar energía limpia, reduciría la dependencia de combustibles fósiles y podría suponer una fuente adicional de empleo e ingresos para La Atalaya.

 

Algunos defensores subrayan además que proyectos similares funcionan con éxito en otras regiones europeas, contribuyendo a dinamizar economías rurales y a mejorar la gestión ambiental. Sin embargo, reconocen que es fundamental garantizar un control estricto sobre las emisiones y asegurar mecanismos eficaces para minimizar molestias a los habitantes.

La posición de los indecisos: un porcentaje residual pero relevante

 

Aunque el grupo de personas que ha optado por la respuesta “No sabe/no contesta” es minoritario —apenas el 1,6 total—, su existencia pone de manifiesto que aún hay cierta incertidumbre o desconocimiento sobre las implicaciones reales del proyecto. Este segmento puede deberse tanto a una falta de información clara como a una percepción de complejidad técnica respecto al funcionamiento y los efectos de una planta de biogás.

 

En muchos procesos participativos, la presencia de indecisos suele interpretarse como una llamada a profundizar en la comunicación institucional y en la transparencia durante todo el desarrollo del proyecto. La experiencia demuestra que una ciudadanía bien informada tiende a posicionarse con mayor seguridad ante decisiones estratégicas para su entorno.

El papel de las administraciones y próximos pasos

 

A raíz del resultado obtenido en la encuesta, se espera que las autoridades locales valoren cuidadosamente el sentir mayoritario antes de avanzar con cualquier trámite administrativo relacionado con la planta. En casos similares, los gobiernos municipales han optado por abrir periodos adicionales de consulta pública o convocar reuniones informativas para abordar dudas y recoger sugerencias.

 

La gestión responsable exige no solo atender los datos cuantitativos sino también analizar en profundidad las motivaciones subyacentes tras cada postura ciudadana. De este modo, se pueden diseñar políticas más ajustadas a las necesidades reales del territorio y minimizar potenciales conflictos sociales.

Conclusiones: una decisión en manos de la comunidad

 

La encuesta realizada sobre la instalación de una planta de biogás constituye un ejemplo de participación ciudadana ante proyectos que pueden transformar el entorno local. El resultado, con una mayoría del 66,7% en contra y solo un 31,7 a favor, evidencia que existe una preocupación social relevante respecto al impacto ambiental, económico y sanitario que podría acarrear esta infraestructura.

 

El hecho de que apenas un 1,6% se haya mostrado indeciso sugiere que la población tiene una opinión bastante formada o, al menos, un posicionamiento claro frente a la propuesta. No obstante, este pequeño porcentaje también señala la importancia de seguir fomentando el acceso a información objetiva y comprensible para todos los vecinos.

 

En este contexto, las autoridades tienen el reto de gestionar el resultado con responsabilidad y transparencia. Es fundamental abrir canales efectivos de diálogo entre promotores del proyecto, administración pública y ciudadanía para valorar alternativas o introducir mejoras técnicas capaces de mitigar los temores expresados por la mayoría.

 

Por último, el caso de La Atalaya ilustra cómo la transición hacia modelos energéticos más sostenibles requiere no solo innovación tecnológica sino también consenso social e integración territorial. Cualquier avance en materia medioambiental debe ir acompañado del respaldo vecinal y del respeto a las inquietudes legítimas planteadas por quienes habitan el territorio afectado.

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