
Hay días en los que todo parece cuesta arriba: los niños pelean, no colaboran, tú sientes que repites lo mismo una y otra vez y terminas explotando con esa frase que no querías decir.
Sí, tienes la conciencia. Sí, sabes que quieres criar con respeto.
Pero entre lo que quieres y lo que pasa… sigue faltando una herramienta.
Y para eso estamos aquí.
Esta semana seguimos con la serie de artículos prácticos sobre Disciplina Positiva, para que lo que sientes y lo que haces empiece, por fin, a estar más alineado.
Hoy te traigo una de las herramientas más completas, transformadoras y (sí, también) desafiantes: las reuniones familiares.
¿Qué son y para qué sirven?
Uno de los principios base de la Disciplina Positiva es el sentido de pertenencia y conexión.
Y ese principio, marca la vida de cualquier ser humano… y especialmente la de los niños y adolescentes.
Todos necesitamos sentir que formamos parte de algo, que nuestras ideas son valiosas, que tenemos un lugar.
Y las reuniones familiares no solo abordan temas prácticos, sino que son, sobre todo, un recordatorio de esto:
-
Somos una familia.
-
Todos pertenecemos a ella.
-
Y todos somos importantes, porque nuestras aportaciones cuentan.
Así de potente. Así de profundo.
Y sí: también así de sencillo, si sabes por dónde empezar.
Las reuniones familiares no son para echar broncas. No son para soltar sermones. No son para que tú mandes de forma más organizada.
Las reuniones familiares son espacios semanales donde toda la familia se sienta a hablar, proponer, resolver y construir juntos.
Son un entrenamiento de vida en responsabilidad, escucha y cooperación.
Una vez por semana, te sientas con tus peques (a partir de los 4 años es ideal) y:
-
Revisan lo que funcionó bien esa semana.
-
Abordan algún problema que haya surgido.
-
Buscan soluciones entre todos.
-
Se proponen ideas nuevas o planes divertidos.
-
Se reconocen mutuamente con palabras amables.
¿Por qué son tan potentes?
Porque enseñan lo que no se enseña con gritos ni castigos:
- A escuchar sin interrumpir
- A proponer ideas sin miedo
- A pensar en soluciones, no en culpables
- A sentir que su voz importa
- A fortalecer el vínculo familiar
Y tú pasas de estar todo el día apagando fuegos, a tener un espacio estructurado donde abordar temas importantes sin el caos del momento caliente.
Cómo empezar sin morir en el intento
Sé que estás pensando: “¿Y cómo hago eso con mis hijos si no aguantan ni tres minutos sentados?”
Tranquila. No esperes que la primera reunión sea perfecta. Esto se entrena.
Aquí van algunas pautas:
✅ Fija un día y una hora a la semana. Que sea breve: 15-20 minutos. Y siempre se cumple, sin excusas.
✅ Usa un objeto para turnarse al hablar (un peluche, una piedra, lo que sea).
✅ Comienza con algo positivo. Cada miembro de la familia dice algo positivo sobre otro: algo que le haya gustado, agradecido o admirado durante la semana. No es obligatorio hablar, pero sí es importante no saltarse este paso. El clima que se crea es mágico.
✅ Solo trata un problema por reunión. No es el momento de sacar la lista negra. Después de los elogios, se pasa a la parte “práctica” de la reunión. Se aborda el tema elegido: conflictos, desacuerdos, propuestas de nuevas normas, ideas para mejorar algo que no está funcionando…
✅ Se busca una solución entre todos, se anota y se prueba durante la semana. En la siguiente reunión, se revisa si ha funcionado o no. Así de concreto, así de participativo.
✅Programación de la semana. Una vez resueltos los temas, toca planear una actividad familiar: una salida, una tarde de juegos, una cena especial… lo que sea que fomente el disfrute y la conexión. Este punto no es un “extra”. Es parte del pegamento emocional que mantiene unida a la familia.
✅ Cierra con un plan divertido. Cierren con algo divertido: un escondite, piedra-papel-tijera, una guerra de cosquillas o ese juego que les encanta. Es el broche que hace que quieran repetir la reunión la semana siguiente.
Y si se ríen, si se distraen, si no proponen nada útil… ¡es parte del proceso!
Estás sembrando algo grande. No lo olvides.
Cosas que aprenderás haciéndolo (y tropezando)
Las primeras reuniones en casa no pasarán de los agradecimientos. Te frustrarás.
Querrás que hablen “en serio”, que resuelvan, que tomen decisiones importantes.
Pero aprenderás que eso viene después.
Que lo importante es conectar, disfrutar, mirar a los ojos.
Y si al principio no aguantan ni diez minutos (es lo normal y previsible), no hay que forzar. No empieces por todo. Las primeras veces, solo agradecimientos y plan familiar. Ya irán ampliando con la práctica.
Y si no tienes tiempo...
Hazlo corto. Pero hazlo. La conexión no necesita horas, necesita intención y constancia.
Recuerda
La crianza consciente no va solo de sentir diferente, sino de hacer diferente.
Las reuniones familiares son una herramienta sencilla, poderosa y profundamente transformadora para pasar del caos al acuerdo, del castigo al compromiso, del grito a la conversación.
Esta semana te propongo probar. Aunque sea una mini reunión de 5 minutos. Aunque sea solo para dar las gracias o contar qué salió bien.
Entrénalo. Ajusta. Repite.
Y la próxima semana, seguimos con otra herramienta de Disciplina Positiva para acompañarte en este viaje.
Una semana, una herramienta, un paso más hacia la crianza que deseas.
Haridian Suárez
Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)
































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.120