...llega pues el momento jubilar que

revive la memoria del ritual que

nuestra mestiza sangre amazigh y europea

ha derivado en sincretismo festivo con una

 

apoyatura religiosa como excusa para

mantenerlo vivito y coleando cada verano

en el que el gentío sube al monte y se hace

con ramas para salir bailando hasta la playa

 

brazos en alto y a pecho descubierto

iluminados por el ron como combustible

que acompañe al desarretado jolgorio

dionisiaco del recorrido mientras la banda

 

de Agaete repite incansablemente la madelón

y que viva España con frenésí y los eternos

papahuevos y enanos cabezudos evolucionan

calle abajo con sus manotazos de serrín

 

e intentando levantar las faldas al jembrerío

que todavía las lleva porque el uso del pantalón

porque también el cartónpiedra vestido con

ropaje de fiesta tiene su corazoncito y su

 

instinto libidinal en activo y hay que

respetarlo como es debido pues están

en su derecho y la alegría desborde hasta

el frenesí de una bacanal pagana que ya

 

es imprescindible vivir para bailarla

sudorosos y enchumbados por el agua

que les tiran los vecinos desde sus azoteas

cantando aquello de agüita agüita que la rama

 

está sequita y la pasión festiva apenas

recuerda que es un ritual propiciatorio

que pide lluvia para los campos isleños que

nos dan la mantenencia para subsistir en estos

 

ocho riscos que el vulcanismo convirtíó

en ocho rosas hesperideas y es nuestro

bendido hogar y nuestra patria atlántica

asi pues bailemos, bailemos, bailemos la

 

rama con desvarío pagano siempre como

si fuera la última de nuestras vidas y que

se abran las nubes y caiga un chaparrón

como respuesta a nuestro cumplimiento

anual de obligado compromiso con las

potencias cósmicas generadoras de la vida.

 

Ángel Sánchez

Premio Canarias de Literatura, 2018

 

Ilustración de Eugenio Aguiar