Educación infantil

Claves para sobrevivir al verano con niños

No tienes que tenerlo todo bajo control, pero tampoco tiene que ser un caos constante entre rutinas rotas, peleas por la tablet o el “me aburro” infinito.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 25 de Junio de 2025 Tiempo de lectura:

Acaban de empezar las vacaciones… y ya estás un poco desquiciada, pensando lo largo y duro que se va a hacer el verano completo.


Una semana en la playa y casi te da algo. Cuando vuelves, necesitas vacaciones de las vacaciones.


Más peleas entre hermanos. Más gritos. Nada les entretiene, todo les aburre. Más necesidad de presencia y menos ratitos de calma para ti.


Parece que tus hijos están poseídos, pasados de rosca continuamente… y la verdad: están insoportables.

 

Y es que el cerebro de los niños necesita rutinas, organización y una estructura clara y previsible para funcionar bien. Y el verano, precisamente, se caracteriza por todo lo contrario: rompe rutinas, multiplica el tiempo libre y exige un reajuste emocional y logístico para todos.

 

Para ellos y para ti.

 

Aquí te dejo algunas claves, desde la mirada de la crianza respetuosa y la Disciplina Positiva, para que el verano no sea un campo de batalla (o al menos, que sea un poco más llevadero):


 

1. Estructura y rutinas


El cerebro infantil necesita cierta previsibilidad para sentirse seguro.
No hace falta montar un horario militar, pero sí es importante que los días tengan una mínima organización.
Por ejemplo: acordar una hora para despertar, comer, descansar y dormir, y establecer las rutinas del día (desayunar, salir de casa, almorzar, siesta, un rato de juego, baño y cena, por ejemplo).
Un cartel visible con dibujos o palabras clave puede ayudar muchísimo.
La estructura no es rigidez. Es una base segura desde la que moverse.

 

2. Menos pantallas, más movimiento


Y si puede ser por la mañana, mejor.
El cuerpo en movimiento descarga energía, equilibra emociones y previene muchos conflictos antes de que empiecen.
No hace falta ir a la montaña: sacar al perro, acompañarte a tirar la basura o ir a por el pan juntos ya es un planazo para empezar el día en movimiento.

 

3. Involúcrales en tareas reales


A los niños les encanta sentir que son útiles.
Poner la mesa, preparar la merienda, elegir la fruta en la compra o regar las plantas puede ser un plan en sí mismo… si lo abordamos sin prisa ni exigencia.
Y además, cuando se sienten parte del equipo, el clima mejora.
Un truco que funciona: cuanto más desbordados están, más responsabilidades necesitan (no como castigo, sino como oportunidad para sentirse útiles y no necesitar llamar la atención con mal comportamiento).

 

4. Las normas también son para el verano


Las vacaciones no significan “todo vale”.
A veces los límites se diluyen entre helados y falta de siestas, pero eso genera confusión y malestar.
Acordar unas pocas normas básicas en familia, y recordarlas de forma amable y firme, puede evitar muchas luchas.

 

5. Habla con ellos de lo que va a pasar


Revisar por la noche lo que ocurrirá al día siguiente (iremos al parque, después comeremos en casa, por la tarde vendrán los abuelos…) les da seguridad, previene berrinches sorpresa y les permite anticipar.
Eso sí: deja lugar a la flexibilidad. Es verano.

 

6. Divide, oxigena y vuelve a unir


Un ratito al día, en la medida de lo posible, es una buena opción disfrutar tiempo por separado.
(Y cuando el ambiente se caldea… todavía más).
Un niño contigo al súper, otro con el otro adulto en casa, o un rato en espacios distintos. Después se reencuentran con otra energía.
Y no solo ellos: tú también necesitas respirar.
Un poco de aire para cada uno puede evitar tormentas más grandes.

 

7. No llenes su verano de planes. Llénalo de presencia


El exceso de estimulación no es sinónimo de infancia feliz.
A veces los niños no necesitan más actividades, sino más disponibilidad emocional.
No más regalos, sino más presencia.
Y no más “tiempo de calidad”, sino simplemente tiempo real, aunque no pase nada especial.


 

8. Haz espacio para tu propio descanso
Sí, tú. Que a veces parece que cuidar es estar disponible las 24 horas.
Pactar turnos para tener un rato a solas (leer, pasear, dormir una siesta) es vital para no explotar.
Porque no puedes acompañar bien si estás en modo supervivencia todo el día.

 

9. Prioriza el vínculo, no el control


Sí, habrá peleas.
Sí, se enfadarán.
Y sí, tú también perderás los nervios algún día.
Pero si eliges conectar antes que corregir, ya estarás enseñando lo más importante:
Que pueden equivocarse sin perder tu amor.
Que los límites se pueden poner sin herir.
Y que el verano no será perfecto, pero puede ser valioso para construir confianza.

 

El verano no es un examen de crianza.

 

No tienes que tenerlo todo bajo control, pero tampoco tiene que ser un caos constante entre rutinas rotas, peleas por la tablet o el “me aburro” infinito.

 

También puede ser una etapa de disfrute, de conexión y de fortalecer vínculos… aunque algunos días solo sobrevivas.

 

Y eso, también está bien.

 

Feliz verano
 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

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