
Desde siempre en mi familia se me enseñó la importancia de amar nuestras raíces, el tener claro de donde se procede porque ayuda a crear una personalidad firme, con capacidad de ser crítica con una misma. Estableciendo siempre un equilibrio entre el orgullo de saber que se procede de una estirpe importante y necesaria para la sociedad y la humildad y la nobleza para tratar con el prójimo.
Fui creciendo y mi personalidad curiosa hizo que me fuera encontrando con personas con las mismas necesidades que yo. En el año 99 tuve mi primer acercamiento al baile folclórico a través del saber de mis compañeros y compañeras de Abaicán, con quienes aún continúo aprendiendo las virtudes de nuestras tradiciones.
Con todas esas inquietudes llegué a la escuela de Hoya de Pineda en el año 2010, conocedora de que llegaba a un barrio rico en cultura popular y tradicional de nuestra tierra. Cómo todos, los comienzos fueron duros... Y más con la poca experiencia en las lides del papeleo que una escuela tiene.
Sin embargo, con el pasar de los años he visto como poco a poco he ido recogiendo los frutos que poco a poco había ido sembrando.
No me puedo dejar atrás el trabajo y el respeto que siento por todos y cada uno de mis compañeros y compañeras, de quiénes sigo aprendiendo cada día y espero poder seguir haciéndolo durante muchos años.
Empezó este curso en septiembre con la alegría de saber que mi compañera Goretti Benítez seguía trabajando con nuestro equipo educativo y pudo seguir viniendo a nuestra escuela a dar el área de música. Empezando octubre me propuso empezar a darle clases de Timple al alumnado. Y, por supuesto acepté el reto. Pedimos prestados los instrumentos al CEP Noroeste y allá por el mes de noviembre empezaron a sonar los primeros acordes de nuestro instrumento en la escuela de Hoya de Pineda y descubrimos que el alumnado se enamoraba. Todos los miércoles después del recreo se iba ampliando el repertorio folclórico y más de una vez les acompañé con el baile y la voz.
Esa ilusión fue en aumento al saber que en junio, para las fiestas de San Antonio, la comisión de fiestas volvía a contar con nosotros para actuar en la ofrenda.
Y llegó el día y allá que fuimos con muchísima emoción a cantar delante del santo y de todos los vecinos y vecinas.
Elegimos como repertorio: " La punta y el tacón" y la "Berlina de El Hierro" y con ganas nos quedamos de echar un sorondongo. .. la semilla se echó y creció... Porque nuestro alumnado ama tocar el timple y junto a él todas las tradiciones. Son niñas y niños predispuestos a aprender todo lo que les propongamos. Y eso, como docentes, nos llena de orgullo y satisfacción por el trabajo bien hecho.
¿Qué más podemos pedir? Qué perdure para siempre y se expanda!!!
Leticia Peña Pérez, maestra del CEIP Hoya de Pineda
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