
El Drago de la Casa de la Cultura, en Arucas, no solo es esplendoroso, sino que luce, permanentemente, en armonía silenciosa y melodía casi perfecta con las distintas exposiciones que allí se celebran.
Además de acompañar a otros elementos arquitectónicos de la Casa (dicen las crónicas que en tiempos pasados albergó a un convento de monjas) guarda los cuadros expuestos en sus numerosas ramificaciones: no solo infunde personalidad al lugar, sino que también señala a los tiempos venideros.
La A.F.C. Rumantela ha sabido elegir el patio como lugar preferente de sus encuentros musicales y tradicionales: conoce a ciencia cierta el espacio navideño ocupado, convertido en rincón tranquilo de la ciudad, que, abierto, regala serenidad y sosiego a sus vecinos.
Por eso el Drago de la Casa de la Cultura resulta importante e imponente.
Y muy significativo.
Juan FERRERA GIL
































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