
Cuando se colocó la primera piedra de la Nueva Iglesia de Arucas, aún quedaba en pie la vieja. Si se fijan en la foto tomada en aquellos momentos, desconocemos la identidad del fotógrafo, a principios del siglo XX, podrán comprobar varias cosas: la ya nombrada iglesia vieja; las autoridades, sentadas como corresponde a su categoría y herencia, y el pueblo que abarrotaba el resto del recinto de lo que sería posteriormente el Parque de San Juan. Sin embargo, la foto resulta tan significativa que el tiempo pasado regresa para advertirnos de la fugacidad de la vida. Es la imagen la plasmación de un instante donde la Historia local adquiere todo su valor. Para lo bueno y para lo malo.
Juan FERRERA GIL
































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