Los mantos de Nuestra Señora del Pino

"...existen trajes de diario para vestirla tal como va a estar durante el año en el camarín y los que se destacan para fiestas y otros eventos, como bajadas y procesiones concretas...."

José Luis Yánez Rodríguez Sábado, 31 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

Mediando el siglo XVI, se tiene constancia de la costumbre de vestir la imagen de Nuestra Señora del Pino, aunque no con el lujo que después del XVIII se comenzaría a realizar adoptando formas de la vestimenta tradicional de las clases acomodadas. En estos tiempos de la primera ermita, la Virgen del Pino se encontraba sobre el altar mayor, entre otra imagen de la Virgen por un lado y la de un Niño Jesús por el otro. Desde 1558 existen datos sobre una camisa labrada de seda color verde utilizada como vestimenta para ella. Durante el XVIII estos trajes se fueron haciendo más complicadas a la vez que más lujosos y recargados; con lo que ha llegado hasta la actualidad un legado de una extraordinaria muestra de esta artesanía textil religiosa: tejidos en seda, bordados en oro o plata, y buenos artífices como las monjas del convento del Císter -tanto en Teror como en Breña Alta- o Juan Carrasco y Francisco Herrera, ya tristemente desaparecidos.

 

Es tan impactante la vista de la imagen con las vestiduras y está tan ligada a los sentimientos más profundos de los hombres y mujeres de Gran Canaria, de toda la diócesis, que cuando tras la restauración de 1974 se insinuó ligeramente la posibilidad de que la escultura se expusiera a la devoción popular sin vestidos; la reacción fue tan contundente y tan dura, que dejó bien claro lo que quería el pueblo canario para Nuestra Señora del Pino. En este inventario, existen trajes de diario para vestirla tal como va a estar durante el año en el camarín y los que se destacan para fiestas y otros eventos, como bajadas y procesiones concretas.

 

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EL MANTO ROJO

 

Hace 23 años, las Fiestas del Pino trajeron un nuevo manto para la Virgen y una nueva Camarera: Pino Escudero del Castillo, hija de Ana del Castillo que lo fuera desde 1985. El manto rojo fue donado por su madre para reemplazar el otro dañado por el paso del tiempo, aunque nunca lo vio terminado.

 

Fue confeccionado por el bordador Francisco Herrera en tela producida por la fábrica valenciana Garín con urdimbre de seda natural de 4800 hilos y tejido a mano en telar de madera y trama de seda con metal plateado llamado guinda. Fue vestido por primera vez el 4 de septiembre de 2002 y al día siguiente se estrenó en la Bajada de la Virgen del Pino. Venía a sustituir al célebre manto colorado que cantara Néstor Álamo en la primera de las canciones que dedicó a la Virgen ¡Ay, Teror!, y se le puso a la Virgen la tarde del 28 de agosto de 1767 en la inauguración del actual templo.

 

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EL MANTO VERDE

 

Al término de Fiestas del Pino de 1977, los responsables de la parroquia consideraron que el manto verde de la coronación de 1905 no se encontraba en condiciones para ser usado ya que el raso y los bordados en oro no resistían más. Acercándose la celebración de los 500 años de la legendaria aparición de la Imagen en el Pino en 1981; debían irse ya trabajando en todo lo que pudiese organizarse en aras de darle al evento la mayor solemnidad posible.

 

La camarera Carmen Bravo de Laguna había adquirido unos años antes la tela de seda natural verde en Francia, en los almacenes de Cristian Dior de Paris, pero no había surgido la ocasión de hacerlo. A partir de 1977 se inicia la labor con la idea puesta en que, con el nuevo traje, Nuestra Señora del Pino celebrara la efeméride de 1981. En la trasera de la Basílica, en las dependencias surgidas tras la remodelación llevada a cabo a partir de 1970, Paco Herrera y su joven aprendiz Juan Carrasco comenzaron la labor en el gran bastidor que tensó la parisina seda para comenzar a laborear sobre ella el encargo. Durante meses se les pudo ver en distintos horarios trabajando en algo que era novedoso para la mayoría de los habitantes del mismo Teror y de toda la isla. Herrera reconocía que el trabajo y bordado en oro en este tipo de ornamentos era una labor enorme y requería gran atención y concentración. Iba a ser el mayor de los que formaban parte del llamado “Tesoro de la Virgen” -3,35 metros de ancho por 3,50 metros de cola- pretendiéndose con ello un mayor lucimiento. En aquellos casi tres años el hilo de oro extra fino de Valencia; las cenefas de encaje encargadas directamente en Alemania; .las más de dos mil piedras preciosas sintéticas fabricadas en Austria; el kilo y medio de lentejuelas fueron colocados minuciosamente por maestro y aprendiz sobre la seda en una labor que interesó a cientos de personas por lo extraño y al decir de algunos, por lo anacrónico, configurando una verdadera amalgama de materiales de origen europeo que se colocaría sobre la sevillana talla.

 

La pieza se terminó trabajando hasta en festivos en el verano de 1980 con un coste total de cien mil pesetas. La tarde del 23 de agosto quedó expuesto en la Basílica y al final vino bien el acabarlo pronto ya que de la intención inicial de que lo luciera al año siguiente con motivo de 500 Aniversario de la Aparición; pasó a decidirse que lo luciera en conmemoración de las bodas de diamante de la Coronación Canónica de la Virgen del Pino. Se bendijo en la función del domingo 31 de agosto y fue vestida con él por primera vez el jueves 4 de septiembre de 1980, y dos días más tarde entre anturios y gladiolos, Nuestra Señora del Pino lo estrenó en la Bajada desde el camarín. Herrera, afirmaba que esta técnica concreta del bordado en filigrana se la habían enseñado las monjas del convento cisterciense de la Villa; aunque la técnica especial que manos monjiles del Císter de Breña Alta habían realizado en el clásico bordado relleno del celeste ya no se realizaba por su gran complejidad.

 

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EL MANTO SALMÓN

 

Estrenado el 28 de agosto de 2008 se realizó con la donación de una familia majorera por encargo de su padre, comunicado a Manuel Reyes, el párroco de entonces; que decidió que lo luciera en las fiestas de aquel año pese a estar destinado a traje de diario. Su confección fue iniciada en febrero de aquel mismo año, se utilizaron 15 metros de brocado valenciano y 23 metros Al día siguiente, el extraordinario trabajo de Paco Herrera durante años, fue reconocido con la entrega de la Insignia de Oro del municipio.

 

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EL MANTO CELESTE

 

El Cabildo Insular de Gran Canaria, presidido por Federico Díaz Bertrana en julio de 1962 -cuando celebraban los cabildos isleños su medio siglo de existencia- anunció que para visualizar el cincuentenario con un símbolo que emocionara al pueblo grancanario, el Cabildo regalaría un manto en ofrenda a Nuestra Señora del Pino.

 

El manto fue encargado al Císter de Breña Alta; convento fundado el 27 de mayo de 1946 con 12 monjas que partieron del Císter terorense; y en el mismo se estuvo trabajando con licencia del obispo de la diócesis nivariense en duras jornadas partidas, durante dos años con luz durante la noche y embadurnando con velas para facilitar el bordado con el el hilo de oro que llegaba desde Valencia. Estuvo terminado en 1964, precisamente cuando el Cabildo estaba empeñado en inaugurar la Casa Museo dedicada al universal escritor nacido en Las Palmas pese a la oposición del obispo. Por ello, el manto quedó guardado en el Císter de Teror, donde permaneció hasta la bajada del camarín el 6 de septiembre de 1967. Pero los celestes oros, las flores, las filigranas y los escudos brillaron con aquella intensidad inicial por poco tiempo. Un descuido en las obras de restauración llevadas a cabo en el templo a partir del año siguiente hizo que el Manto del Cabildo y el Blanco se vieran afectados por las mismas. La simbología insular, los escudos, la riqueza y la historia del manto lo hacen merecedor de volver a lucirse, tras la restauración que se está llevando a cabo.

 

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EL MANTO BLANCO

 

El Manto Blanco fue realizado en 1868 por las Hijas de la Caridad del Hospital de San Martín. En la década de 1930 fue restaurado por las monjas del Císter terorense, pagada con limosnas que fueron entregadas a monseñor Socorro Lantigua por la familia de Josefa Domínguez Pérez, natural de Valleseco y vecina de la isla de Cuba desde donde remitió el dinero, y Santiago Rivero Yánez, natural de Teror.

 

Comenzando la década de los 80 del pasado siglo, la camarera Carmen Bravo de Laguna y, después de su fallecimiento, su hija y sucesora en el cargo, Ana del Castillo; encargaron una segunda restauración por los daños sufridos durante las obras de reforma de la Basílica. Paco Herrera la realizó trasladando los bordados sobre 27 metros de tisú de plata fabricado en Valencia más un cuarto de kilo de oro, pedrería y lentejuelas de oro. Durante el trabajo encontró entre forro y tela un papel con el nombre de todas las monjas que habían participado en su confección. Herrera añadió su propio nombre, los datos de esta segunda labor y volvió a colocar el papel. Se estrenó en 1988.

 

Éste es el Manto que se ha elegido para la Bajada del Jubileo de 2025.

 

Con esta vez, se coloca como el más vestido en los últimos 75 años con las 17 veces; una más que el de los Pinos, que lo ha vestido en 16 ocasiones. El salmón lo ha vestido sólo una vez en fiesta.

 

Asimismo, fue el que lució en 1952 cuando se celebró la primera Romería Ofrenda de las Fiestas del Pino.

 

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EL MANTO DE ROGATIVAS

 

El llamado Manto de las Rogativas se ha vestido en momentos de rezo y plegaria por hechos de gran trascendencia y perjuicio a la sociedad canaria; como la Bajada de la guerra civil, la Subida a las cumbres grancanarias por el incendio o la pandemia de la COVID. Fue adquirido por limosnas a iniciativa del Corregidor Núñez y se estrenó en la Bajada del 28 de marzo de 1758 por una plaga de langosta. Fue restaurado el año 2019 por Iván Arencibia. Se da por ello el hecho singular de que, decidiendo restaurarlo para la Rogativa final de la peregrinación de 1896, Nuestra Señora del Pino lo lució con el mismo pectoral del Padre Cueto y el mismo manto con que se la pudo ver en las fiestas de 2021

 

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EL MANTO DE LOS PINOS

 

En septiembre de 1778 el rey Carlos III proponía al Obispado de Canarias al cisterciense Fray Joaquín Herrera de la Bárcena –llegaría a la isla unos meses más tarde- y fue el que regaló a la imagen el llamado “Manto de los Pinos”, elaborado en tisú blanco (tela de seda entretejida con hilos de oro o plata), con pinos bordados en seda en colores verde y marrón.

 

Se confeccionó a mano en talleres valencianos y fue estrenado en la víspera del Corpus del año 1785, en la Bajada de la Virgen del Pino a Las Palmas (entre el 6 de abril y el 8 de junio de dicho año) por la falta de agua, el pulgón, la alhorra y el temor a la llegada de la peste desde la costa de África.

 

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Desde entonces ha sido uno de los mantos más utilizados en la vestimenta de la Virgen, que lo ha lucido en muchas ocasiones, como en 1981 (por el Año Mariano y el Medio Milenio de la Aparición) o en 1983 (con motivo de los 200 años de la muerte del obispo donante) en que también fue trasladada al Convento del Císter de la Villa. Se le puso por en el año 2003 y se retiró del turno de mantos hasta que en las fiestas de 2014 fue vestida nuevamente con el mismo y se reincorporó a este grupo de vestimentas de fiesta de Nuestra Señora del Pino.

 

Existen otros como el de lamé plateado, regalo de Matías Vega y su esposa Clara Sintes cuando en 1960 fue destinado como gobernador civil de Barcelona y sólo se le puso aquel año. Otro llamado también blanco o de las rosas, fue confeccionado a raíz del encargo realizado por Carmen Bravo de Laguna en 1982. A pesar de estar destinado a traje de diario, se le puso en las fiestas de 1984 y en la Bajada de 1988. Hay unos más predilectos que otros. El celeste sólo se ha lucido en cinco ocasiones. Pero en los últimos 75 años el que se lleva el honor de ser el más usado es precisamente el blanco que se le ha puesto 17 veces, una más que el de los Pinos. La próxima semana, el conjunto de sayas, enaguas, puñitos, rostrillo, manos postizas, manto, joyas, ofrecerán al pueblo canario la imagen de Nuestra Señora del Pino tal como viene vistiendo desde hace siglos, marcando hoy como siempre el sentimiento, el ruego, el camino, el fervor, la veneración con que el pueblo de Canarias siempre ha querido honrarla. Y eso hay que respetarlo

 

José Luis Yánez Rodríguez

Cronista Oficial de Teror

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