La curiosidad contagiosa (VII). Juan FERRERA GILLa mirada o el punto de vista, tan recurrente en las distintas novelas, tiene mucho que decir.
El ocupar el papel omnisciente tiene su aquel. Más que nada porque debe resultar más fácil, es un decir, o porque siempre impone el manejar debidamente a los personajes inventados como si fueran marionetas más o menos consolidadas. Así que los libros, manejados hábilmente por los distintos escritores, no solo mueven los hilos de la imaginación, sino que, además, consolidan una manera de contar: ni todo el mundo cuenta de la misma manera ni todos los personajes se asemejan unos a otros. El estilo introduce el matiz y la oportunidad dirá si vale la pena hablar de éxito, más o menos comercial.
Cuando Chopito y Chaporro, nuestras mejores marionetas, recalaban en la ciudad de la infancia, todo parecía diferente; incluso los libros. Y ahora ni siquiera recordamos a la persona que manejaba los hilos, los tiempos y las historias de aquellos personajes que volvían a la vida recurrentemente.
Ingratos que somos.
Juan FERRERA GIL
































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