Educación infantil

Las posibles vidas de Sofía (según su gestión emocional)

Todo cambia según cómo aprenden a gestionar sus emociones

Haridian Suárez Vega Miércoles, 21 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

¿Sabes que muchas de las decisiones que tomas hoy tienen más que ver con cómo aprendiste a sentir de niño o niña que con lo que pasa en tu vida adulta?

 

Quizás hoy te cuesta tolerar la frustración. O pedir ayuda. O mostrar tu tristeza.
Tal vez, cuando sientes miedo, te paralizas… o atacas.
Es posible que no sepas poner límites a los demás (ni a ti misma).
O puede que te cueste salir de tu zona de confort y te estés robando oportunidades, porque tu indecisión te impide avanzar.

 

Sabes que sentir todo eso es humano.
Lo que no sabes es qué hacer con ello.
Nadie te enseñó nunca a gestionar emociones. Solo a taparlas, ignorarlas, distraerlas…

 

Y entonces llega la maternidad, la paternidad, o simplemente la convivencia con la infancia.
Y ahí están ellos: nuestros hijos, hijas, alumnos, sobrinos, nietos… con un torbellino emocional que nos remueve, nos desafía y nos hace preguntarnos:

 

¿Cómo se acompaña esto?

 

Porque una cosa es saber que las emociones son normales y necesarias.

Y otra muy distinta es saber cómo enseñarles a vivir con ellas sin huir, sin explotar, sin reprimirlas, sin culparse por sentir.

Y sobre todo, sabiendo que de su aprendizaje hoy depende su gestión emocional del mañana.
 

La historia de Sofía

 

Sofía no existe… o mejor dicho, puede ser cualquiera.
Podría ser tu hija. Tu yo de hace 30 años. La niña que juega en la plaza.
O ese niño que cada día revoluciona la clase sin que nadie entienda por qué.

 

Sofía tiene 5 años.
Y lo que vive hoy con sus emociones está construyendo las bases de la persona que será mañana.

 

Hay dos vidas posibles para Sofía.
Dos realidades que se bifurcan hoy, en función de cómo aprende a convivir con el miedo, la tristeza, la rabia, la frustración, la alegría…
 

Acompañar las emociones

 

Qué importante… y qué complicado a la vez.
Nadie nos enseñó a hacerlo, y sin embargo, queremos enseñárselo a nuestros hijos e hijas.

 

Estamos tratando de enseñar algo que no sabemos muy bien cómo hacer.
Aprendiendo sobre la marcha.
Aprendiendo sobre gestión emocional mientras lidiamos con nuestras propias emociones.

 

Venimos del “no es para tanto”, “no llores por esa tontería”, “eso no es motivo para enfadarse”…
y muchas más frases que, seguro, te resuenan.

 

Frases que te hicieron entender que había algo que no estaba bien con tus emociones.
Que era mejor esconderlas, taparlas, distraerlas…

 

Y hoy vemos los efectos.
En nosotros.
Y en nuestra forma de relacionarnos con el mundo (y con nuestros hijos).

 

Quizás repetimos patrones.
O quizás hacemos justo lo contrario.
Tal vez tratamos de evitarles todo malestar, de sobreprotegerlos, de impedirles frustrarse…
Pero eso también les roba oportunidades: de crecer, de aprender de sí mismos, de conocerse y confiar en que pueden superarlo.

 

Así que, a golpe de realidad, estamos aprendiendo que acompañar las emociones es modelar, contener, poner palabras, mostrar que está bien sentirse así, y que podemos aprender a transitar las emociones sin quedarnos atrapados ahí.
 

Todo cambia según cómo aprenden a gestionar sus emociones

 

En los próximos artículos, te invito a recorrer conmigo las vidas paralelas de Sofía.
Dos posibles vidas, según cómo fue acompañada a sentir, nombrar, aceptar y gestionar cada emoción.

 

Empezaremos con el miedo:
Ese que, según cómo lo aprendamos a mirar, puede paralizarnos… o impulsarnos.

 

¿Qué vida le espera a Sofía en su etapa adulta?

 

Quizás se encuentra estancada en su vida personal y profesional por evitar enfrentarse a situaciones nuevas por miedo al fracaso.
O quizás toma las oportunidades de nuevos caminos porque, aunque siente miedo, eso no la paraliza, sino que la impulsa a intentarlo.

 

¿Qué tanto tiene esto que ver con la gestión emocional en su primera infancia?
¿Cómo le enseñaron sus padres a enfrentarse al miedo?

 

El objetivo de esta serie de artículos no es sentir culpa ni frustración, sino ver con más claridad el impacto que tiene nuestra forma de acompañar hoy en el futuro emocional de quienes más queremos.

 

Hablaremos de la tristeza, la rabia, la frustración, la alegría, los celos, la vergüenza…
y tantas emociones que hoy tienen un impacto directo en nuestra calidad de vida.

 

Nos leemos la próxima semana, con Sofía y su miedo como protagonistas.
 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

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