Historia y aconteceres de la Cruz de la Hoya Alta

"...se quiso significar la alegría por la finalización del nefasto siglo XIX que, con guerras por doquier, ataques contra la iglesia, desamortizaciones, pérdida de los Estados Pontificios y, en suma..."

José Luis Yánez Rodríguez Jueves, 01 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

El Boletín Oficial del Obispado de Canarias  del 31 de enero de 1901 hacía un relato pormenorizado de la instalación de varias cruces en lomas, altozanos y cerros de los distintos municipios que, cumpliendo lo establecido por León XIII, querían significar así lo que para el solicitaba. Todo venía desde que, por voluntad del pontífice, se quiso significar la alegría por la finalización del nefasto siglo XIX que, con guerras por doquier, ataques contra la iglesia, desamortizaciones, pérdida de los Estados Pontificios y, en suma, un creciente malestar social relacionado con el clero y su mayor acercamiento a las clases poderosas que a los necesitados, apartó a muchísima gente de la cercanía al catolicismo para guiar sus vidas. 
 
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Para iniciar el nuevo siglo con un sentido diferente, presuntamente más purificador, León XIII anunció solemnemente el Jubileo del Año Santo de 1900; primero con la Bula Papal “Properante ad exitum saeculum” en 1898 y al año siguiente con la Encíclica “Annum Sacrum” promulgada el 25 de mayo de 1899; que anunciaba la consagración de toda la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús, a través de la cual y de su desarrollo recordaba a todos los obispos, clero y políticos afines a su idea que en cada pueblo se ubicasen cruces que dejasen evidente la intención de que en siglo XX reinase la bondad de Dios y que los primeros pasos que se dieran en la nueva centuria estuviesen guiados por esos símbolos; por lo que debían ubicarse en los lugares más altos de cada territorio; que por razones obvias se denominaron en la mayor parte de los lugares como las “Cruces del Siglo”
 
La Encíclica fue el inicio, y en su texto dejaba clara la importancia de visualizar el signo de la cruz en las montañas más altas, haciendo una referencia histórica a la visión del emperador Constantino y su convicción a partir de entonces de que con la cruz -In hoc Signo Vinces- superaría a los enemigos de la paz y la serenidad que se quería para la vida en el siglo que se iniciaba. Por ello, afirmaba el papa que toda esperanza debía invertirse en ella; que en la Cruz se debía buscar y esperar la seguridad de los hombres. 
 
Paradójicamente lo primero en que se tuvieron que poner de acuerdo fue en qué año finalizaba el XIX y comenzaba el XX; y doctos jerarcas sacaron cuentas de si, partiendo del año del nacimiento de Cristo, el recuento se había iniciado el siglo 0 o el 1. 
 
Superadas las bizantinas discusiones que se generaron, quedó claro para todos que el siglo XX comenzaría el 1 de enero de 1901 y para ello se prepararon. 
 
En Teror, el párroco Judas Antonio Dávila y el alcalde Manuel Acosta decidieron junto a las familias más destacadas socialmente, que el lugar apropiado para colocar la cruz que recordase a los terorenses las buenas intenciones con que debían iniciar sus pasos en el siglo XX era la llamada Hoya Alta o Montaña de Arencibia. 
 
En la ubicación acertaron.
 
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MANUEL ACOSTA SARMIENTO
 
La alta cima visible desde todos los lugares del valle de Teror y desde muchos de sus barrios recibía su nombre por una zona más baja o depresión ubicada a su trasera, la Hoyalta. Aparece el topónimo desde muy antiguo y unos años antes, el 16 de octubre de 1840, la Contaduría de Rentas y Arbitrios de Amortización publicaba en su Boletín la relación de las fincas rústicas y urbanas correspondientes a los monasterios y conventos, y en ella apare ce como perteneciente al Monasterio de San Bernardo de Las Palmas en el municipio de Teror varias propiedades, como al Lomo o Llano de Los Cobos, Las Hoyas de Los Arbejales o la suerte de tierra de la Hoya Alta. 
 
El segundo nombre por el que se conocía la montaña se debía Al hecho de haber pertenecido al escribano vasco Miguel de Arancibia, hijo de Domingo Galdona y María Pérez de Arancibia. Casado en 1553 con Jacobina de Troya, descendiente del canónigo Juan de Troya, primer cura de la Villa. Decidido el lugar, comenzó a organizarse la ceremonia con tiempo de antelación. La antigua cumbrera de tea con que se fabricó, salió de la demolición de unas antiguas casas de la familia Romero, fronterizas con la Plaza de Nuestra Señora del Pino.  
 
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LAS CONSTRUCCIONES DEMOLIDAS, DE DONDE SALIÓ EL MADERO DE TEA DE LA CRUZ
 
Al anochecer del día 31 de diciembre de 1901 hasta después de la media noche, la Cruz de la Hoya Alta estuvo tal como reseña la crónica del Boletín Diocesano iluminada con faroles y hogueras que ardían en varios puntos, indicando la despedida del siglo XIX y el saludo del XX. A la medianoche se asistió a la misa solemne, en la que comulgaron más de mil personas, llenándose tanto la iglesia del Pino como la del Convento del Císter. El 1 de enero de 1901, se bendijo la Cruz de la Hoya Alta y se celebró una misa solemne al pie de ella para “dar el pueblo público testimonio de su fe y amor hacia Jesucristo nuestro Redentor, Soberano Señor de las Naciones y pueblos y de todas las cosas, dejando como prueba para los siglos venideros un monumento material: una Cruz grande de tea con la inscripción “Anno MCM. Jesús Christus-vivit-regnat-imperat” por una parte y por la otra o al dorso “Enero 1 de 1901”
 
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MISA DE INAUGURACIÓN DE LA CRUZ DE LA HOYA ALTA
 
Y para aquella noche y durante mucho tiempo, los latoneros de Teror hicieron los faroles de hojalata que la alumbraban para que no estuviera sola en aquellos parajes. De inmediato y durante estos 124 años transcurridos, la Cruz de la Hoya Alta y sus anuales fiestes en el mes de mayo han ido conformándose como una referencia patrimonial de la Villa. Así como la participación popular en su enramada, con participación de familias con propiedades en el entorno de la ubicación de la Cruz, dirigidas desde entonces hasta ahora por cuatro generaciones de la familia González a la este año se ha encargado el pregón de las fiestas; los conciertos de la Banda de Teror acompañando a las giras; o la familia Dávila con sus volcanes que desde la Montaña anunciaban a toda la isla que Teror estaba en fiestas. 
 
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Rosarios, misas, voladores, caminatas, músicas y excursiones no han podidontener en estas décadas mejor escenario. 
 
A propuesta de Néstor Álamo en 1955 se colocó, delante de la anterior, otra cruz iluminada en el mes de mayo en su propio honor y en el mes de septiembre como guía de romeros y peregrinos en camino al Pino. 
 
Al año siguiente se aumentó hasta el doble de su altura, alcanzando casi los quince metros; a la vez que fachada y cúpula de la Basílica se adornaban también con miles de bombillas que acompañaban a la cruz en este aspecto deslumbrador que se pretendía conseguir. 
 
Asimismo, también en 1955, a partir de la decisión de Pío XII de ubicar la festividad de San José el 1 de mayo, ambas fiestas quedaron unidas en una sola y regentadas por los gremios de carpinteros y fueguistas. 
 
A esas hermosas fiestas se añadió también el acto de “El Barco y el Castillo” que lanzan su Batalla Naval con la Cruz de la Hoya Alta iluminándoles desde las alturas terorenses. 
 
En 1999, la antigua cruz de tea se sustituyó por una nueva, colocándose la primitiva en el patio del Palacio Episcopal. 
 
El cronista de su colocación en 1901, dijo que “¡Era de ver la atención, el orden, silencio y devoción de aquel inmenso gentío y como se conmovía al oír la divina palabra! jQué espectáculo en aquel monte, al tiempo de la consagración, cuando sonaban las campanillas, el humo del incienso nublaba el altar y la Cruz y se dirigía al Cielo, tronaban los cohetes cruzando el aire y se sentían los acordes de la marcha real ejecutada por la música! Todo contribuía á levantar el corazón y rendir vasallaje á aquel Señor que se había dignado bajar del Cielo sobre aquella ara”
 
El poema que el 27 de abril de 1941 a inicios de las fiestas de aquel año el terorense Manuel Sarmiento Domínguez describía en una composición que hizo con su verso sentido y popular, al describirla como “soberbia montaña de gótico aliento, roqueño el semblante y romántica veste; titán que enarbola la insignia celeste a Cristo triunfante eternal monumento. Retamas y brezos, olivo y laureles, giraldas y lirios y flores rojizas te inciensan en nube de geórgicas brisas; exornan graciosos tus verdes caireles” 
 
El periodista terorense Pablo Hernández que escribió que “el día tres de mayo se hace la romería a la Cruz de la Hoya Alta. El día anterior, los vecinos de los barrios, y una familia que debe promesa de años atrás, adorna la cruz con exquisito gusto y cuidado, aprovechando las jugosas y recientes flores de mayo. Mientras se hacen las guirnaldas de margaritas, se entrelazan las retamas y brezos y se colocan las rosas y pasionarias, no dejan de oírse los secos estampidos de los voladores”
 
La Cruz de la Hoya Alta es naturaleza, paisaje, fervor, religiosidad y fiesta; pero sobre todo es tradición. Una tradición ya ligada indisolublemente al presente y al futuro de Teror y sus habitantes.
 
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“Estando en la Hoya Alta,
canté a la cruz malagueñas
y de tan alta que estaba
me parecieron pequeñas”
 
José Luis Yánez Rodríguez
Cronista Oficial de Teror
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