
El Parque Municipal de Arucas, remanso auténtico de paz, tranquilidad y sosiego, que encierra, además, el verdadero valor de las sombras, esconde tantas realidades que, por esa misma razón, nunca dejamos de fotografiarlo: con cada mirada se renueva y todo parece distinto, como si naciera desde los aires y vaivenes de un volcán.
Siempre viene acompañado de penúltimas propuestas: novedosas ideas que nos dejan no solo con el paso cambiado, sino que su transformación ocasional habla de nuevas dimensiones y posibilidades que ni siquiera pensábamos que pudiera guardar. Ya se sabe: la luz del momento. Por eso cuando nos tropezamos con alguna imagen de la ciudad en nuestro ordenador, semillero constante de fotos olvidadas, captada al vuelo, comprobamos que continuamente el Parque parece diferente con el fin de hacernos sentir que la existencia vale la pena.
Al final, quedarán los lugares como muestras claras de la condición y evolución humanas. Seguro.
Juan FERRERA GIL































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