Misifú
De pronto un día y sin previo aviso entró desde la calle a través de la puerta entreabierta, no importaba la hora, siempre estaba ahí a primera hora de la mañana y de la tarde, pero jamás se atrevía a cruzar la misma, te observaba y te miraraba en un profundo ejercicio de Santa Paciencia para llevarse algo a la boca que mitigara el hambre de un día sin suerte, era su misión, pero en esta ocasión entró y siguió a través del salón al fondo del mismo.
Observé tal extraño comportamiento, la seguí sin reprimenda, algo muy imporntante había cambiado en su exquisita educación y paciencia, quería saber qué la motivaba y llegando al final del recorrido iba dejando una especie de bultitos. Al acercame, observé que estaba en ese trance maravilloso de dar vida a cuatro crías. Había elegido lugar y persona que le daban la seguridad para propagar en ese momento las nuevas simientes y así cumplir con el destino de su existencia en la continuidad de la especie, sabia decisición en correspondencia con la naturaleza y en cumplir con la llamada de la vida.
Era madre, abuela, bisabuela, tatarabuela y reina de la calle, se la veía todos los días y nunca faltaba y si por alguna causa algún día no aparecía en el vecindario, éstos con una simple mirada se interrogan unos con otros sin mediar palabra y con semblantes nostálgicos se preguntaban entre sí ¿Le habrá pasado algo? Había alcanzado la categoría de vecina en el colectivo de la calle, aunque siempre existen garbanzos negros que repudian la existencia de cualquier especie que no sea la de su ego, aunque para el resto de los conciudanos era modelo venerable de ejemplo por el cariño que emana hacia los demás con gestos cuasi humanos, por lo que sobresalía entre su propia especie de forma muy particular y de no vérsele algún día como era de costumbre, la preocupación se convertía en nostalgía entre el vencidario que quedada compensado de alegria con su reaparación y presencia.
Mamá Gata quiso hacerme participe regalándome lo más preciado de su ser, y por consiguiente asumí la responsabilidad que conllevaba la crianza. Desde ese momento logró ella y sus crias un hogar, dos de los nuevos llegados fueron adoptados y ella y dos más han quedado en la casa elegida, juegan corretean y reciben lo necesario para la vida. A Mamá Gata se le ha dado un plús más de absoluto respeto con su libertad y se le practicó la castración para un largo y disfrute descanso ganado con esfuerzo y sacrificio en ese debeambular en el día a día. Ella cada día regresa al anocher y se acomoda porque la vida tiene derecho a la existencia.
Andrés Bolaños Jiménez




























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