Resurrección
Hay días en los que preferirías no existir. Días en los que no tienes ganas de ser ni de no ser. Todos conocemos ese espacio liminal entre la vida y la nada. Porque todos morimos varias veces antes del suspiro final. Si al despertar no reconoces, en el latido de tu corazón, la música más constante y fiel que te ha acompañado desde antes de nacer; si tras la primera lluvia, no te estremece el olor de la tierra mojada; si ya no recuerdas de qué está hecho el amor, entonces, es que estás muerto. Se nos olvida permanentemente que vivir también es morir. Y resucitar. Porque volver a la vida no es privilegio divino. Es un derecho que nos hermana. La desolación es la cuna donde duerme la esperanza. El pino conoce este secreto. Arde. Se abrasa. Espera. Sus ramas despiertan con el tiempo. La colada volcánica destruye todo a su paso. Negra. Estéril. Implacable. Años después, la retama crece en la roca, florece en la lava. El poeta atraviesa el desierto de la página en blanco. Muere. Resucita en una metáfora inesperada. La playa desaparece durante la tormenta. El mar la devora. Luego, la devuelve. Serena. Renovada. El filósofo duda. Sus certezas se desintegran. Del vacío surge una nueva comprensión. Más profunda. Más auténtica. El sarmiento se quiebra con el vendaval. Parece muerto. Pero sólo duerme. La primavera lo despertará con su canción de sol y de agua. La muerte en vida no siempre es el final. Es pausa. Es preparación. Es el silencio antes del estallido de color. El viejo drago ha vivido cientos de ciclos de muerte y resurrección. Sus ramas crecen, se parten, retoñan. Su savia roja es sangre vegetal que recuerda que vivir es renovarse constantemente o perecer. No hay otra opción. Así nosotros, aparentemente derrotados, conservamos una última razón por la que volver a comenzar. La piedra que sella nuestro sepulcro interior siempre se mueve. Por un terremoto vital. Por la insistencia de una nueva raíz. Todos, sin excepción, tenemos nuestro domingo de resurrección. Así que sal ahí fuera. Estira los brazos. Respira. Y celebra tu vuelta a la vida. Otra vez.
Javier Estévez






























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.121