
La Cerera, en el Domingo de Ramos, a pesar de la lluvia, mantiene la magia de sus alfombras, incluso si han tenido que rehacerlas dos veces. Como efectivamente ocurrió.
Queremos decir, y dejar bien claro, que las muestras de cariño que La Cerera ofrece, de esquina a esquina, es tanta, diversa y única que por esa misma razón sobrevive a las inclemencias del tiempo. Da igual que hayan tenido que hacer dos veces las alfombras: el alma de La Cerera se mantiene provocando la hora feliz del encuentro en el que cada uno aporta lo que mejor tiene.
Es verdad que este Domingo de Ramos ha sido diferente: la lluvia ha trastocado casi todo. Sin embargo, el espíritu de La Cerera vive en sus efímeras obras que anuncian el inicio de la Semana Santa, que siempre regresa. Da igual que el recorrido sea otro y que las costumbres cambien. La Cerera está ahí, siempre está en su sitio, dejando clara huella que vive cada año. Es verdad que en esta ocasión ha habido menos flores, pero ello no obedece más que a un capricho del destino.
A pesar de la lluvia y el frío, La Cerera, en Arucas, mantiene la magia de su sueño. Ya lo dijimos antes.
Galería fotográfica en este enlace
(Juan FERRERA GIL)
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