LA BRISA DE LA BAHÍA (226). "Lejos", de Rosa Ribas

“Lejos” no es solo un título, que también, sino la señal inequívoca de una manera de actuar y ser en este mundo, en el que hay de todo, como en botica.

Juan Ferrera Gil Lunes, 14 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:
Portada "Lejos" de Rosa Ribas. Foto: Juan FERRERA GILPortada "Lejos" de Rosa Ribas. Foto: Juan FERRERA GIL

He leído una novela de Rosa Ribas, Lejos, Tusquets Editores, Barcelona, 2022, que, si bien al principio no me gustaba nada ni me atrapaba, luego comprendí, o eso quiero creer, que la intención de la autora consistía en provocar la sordidez de las líneas escritas, es decir, darle salida a su estilo, en el que unos personajes raros, solitarios y tremendamente individualistas no obedecían a unos patrones normales de comportamiento. O, al menos, lo que se esperaba de ellos.

 

La trama, con demasiado retraso en la acción, aparente y mínima, ni siquiera la llegaba a asimilar enteramente en la que el entorno se convierte en un personaje más e incide en el comportamiento de algunos constructores que vieron y vivieron, en la especulación constante y en la corrupción inevitable, no solo un modo de vivir, sino, además, una manera de actuar que raya en la delincuencia, aunque de guante más o menos blanco se tratase. En cualquier caso, los personajes me han dado vueltas en la imaginación después de leída la novela, que, si bien es un tanto peculiar, la autora consigue transmitir esa desesperación natural ante comportamientos extraños que los lectores no llegamos a comprender del todo. Comportamientos tan extraños y sugerentes que van más allá de cualquier actitud general y normal ante la misma existencia.

 

No sé ni qué decir: solo sé que me ha dejado con el paso cambiado y ahora miro ese paisaje de urbanizaciones a medio hacer, que siempre azuzaron mi temor y mi miedo a esos espacios mastodónticos, como el pelotazo que algunos quisieron endosar a una sociedad en el que la mentira pareció convertirse en verdadero argumento, sin dejar atrás la extraordinaria capacidad de algunos para sablear a los demás y jugar con sus ahorros de toda una vida. Así que las bolsas llenas de dinero continúan por ahí medio escondidas.

 

La manera de contar de Rosa Ribas a mí, particularmente, no me gusta nada; sin embargo, creo que es el tono verdadero y único en este tipo de relatos. Y, acaso, pienso que era su más ferviente deseo: conseguir crear en el lector tres aspectos básicos: desasosiego, desesperanza y soledad. Y eso no todo el mundo lo consigue. Rosa Ribas, sí. Y le basta con un lenguaje desnudo y sin concesiones fáciles, donde la sordidez de la historia adquiere un tono de cierta verdad.

 

Somos, el resto de los mortales, raros, únicos y diversos. Y gente mala siempre hay: están ahí afuera, como esperando aún no se sabe qué ni a quién. Pero dispuestos, eso sí, a sobresalir en cualquier momento más o menos oportuno. Y si no, la huida se convierte en una nueva opción hasta que la tranquilidad se vuelva a quebrar. Y así pasan los días. Y las historias.

 

Por lo tanto, “Lejos” no es solo un título, que también, sino la señal inequívoca de una manera de actuar y ser en este mundo, en el que hay de todo, como en botica. Así que la novela bien merece ser leída. Con lo difícil que resulta escribir, empeñarse en un método peculiar como el de Rosa Ribas es una proeza que debe ser tenida en cuenta.

 

Por otro lado, deberían ser analizados los sueños que tienen los personajes, que desembocan en otra manera de vivir el mundo de la consciencia. Pero ese asunto lo dejaremos para otro momento. Desmenuzar todo y encontrar explicación a todo, a veces, no es bueno. Eso es otra historia.

 

Aquí lo que sobresale es la soledad y el ocultamiento de los habitantes de una nueva urbanización no terminada. La novela transcurre entre dos contenidos principales, como si fueran dos líneas paralelas, que, al final, se cruzan y actúan conjuntamente. Desde el inicio se resume perfectamente su contenido: “Esa noche, él no sabía que pisaba un cementerio. Un cementerio clandestino, sin lápidas ni cruces, con solo dos muertos. Serían tres a su partida.” Ese es su principio. Y casi nos atrevemos a decir que su final. Transmite la autora desasosiego e inarmonía: nada parece estar en su sitio.

 

Angustia y soledad surgen en toda la novela. Si la calificamos de sórdida, eso es lo que nos parece, ello obedece a que sus personajes esconden verdades ocultas y se comportan como excesivamente cautos. Que, por otro lado, es lo que pretendía Rosa Ribas. O eso, al menos, queremos creer.

 

Juan FERRERA GIL

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