Microrrelatos: "Mi lugar"

"Mis días se llenaron de caminatas por bosques helados, senderos llenos de nieve brillante y atardeceres en los que el cielo se teñía de rosa y violeta..."

Olga Valiente Miércoles, 09 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:

A los 8 años pisé la nieve por primera vez. Mis padres me llevaron a esquiar a los Pirineos aprovechando las vacaciones de semana santa y, desde aquel momento en el que mis mejillas sintieron caer aquellos fríos y suaves copos de nieve, supe que volvería. Nosotros vivíamos en un lugar donde las estaciones pasaban desapercibidas y la nieve sólo la veíamos en las películas de navidad donde todo es amor y magia, así que soñar con volver y quedarme se convirtió en mi anhelo constante día tras día, año tras año.

 

Mis amigas solían reírse de mí porque siempre andaba dibujando paisajes donde las montañas siempre estaban nevadas, o porque escribía historias en las que unas hadas mágicas vivían refugiadas del frío en el interior de los abetos de un bosque. Me decían que debía aceptar que a mi alrededor todo era sol y playa, y que tenía que aceptarlo y vivir, que dejara de soñar con tonterías. Pero yo nunca perdí la esperanza; la vida es muy caprichosa y nunca se sabe lo que nos tiene preparado el destino.

 

Cuando por fin llegué a la edad adulta, y la suficiente capacidad para decidir lo que quería hacer con mi vida y, por supuesto, el dinero que me permitiese elegir mi rumbo, empaqueté todas mis pertenencias y me mudé a los Alpes. Para muchos ese lugar era frío e inhóspito, pero para mí era sinónimo de plenitud. Al llegar, sentí como el aire puro acariciaba mis pulmones dándome la bienvenida y un escalofrío sacudió mi cuerpo llenándome de pura felicidad.

 

Mis días se llenaron de caminatas por bosques helados, senderos llenos de nieve brillante y atardeceres en los que el cielo se teñía de rosa y violeta; y por las noches, sentada en el porche con una taza de chocolate caliente, mi mata favorita y buen libro, las aprovechaba para recordar los sueños que tenía de pequeña y los esfuerzos que hice para lograr que se hicieran realidad. Ahora, las montañas ya no eran un sueño, sino el lugar donde finalmente, y para siempre, podría vivir rodeada del paisaje que se quedó a vivir en mi interior desde aquel primer día.

 

Olga Valiente

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.216

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.