Garafía. Foto: Juan FERRERA GIL
Acabo de leer un cómic que me ha dejado traspuesto y con el paso cambiado: Elías Taño, Garafía, La Oveja Roja, Madrid, 2023. Ha bastado que un regalo de Reyes se sustanciara para que nos diéramos cuenta de que existen otros puntos de vista, originales y precisos. Y buenos.
Esta historia palmera pertenece a todas las islas. Otra vez La Palma ha venido para significarse de la mano, en esta ocasión, del dibujante Elías Taño que, con sus diversas propuestas tan personales, ha llegado con el fin de traspasar la imaginación del lector: ese desconocido leyente que tiene la dichosa manía de escudriñar y pensar. La historia que narra de emigraciones a Venezuela es una de tantas que en la tierra canaria han sido; sin embargo, no endulza la realidad, sino que sirve para demostrar y amplificar la que vivió el autor de pequeño; por otro lado, tan normal y tan esquiva a la suerte. Ese ha sido su deseo: ofrecer un relato sin trampa ni cartón, donde la memoria actúa como una consecuencia social que es la muestra de lo que a mucha gente le ocurrió. Por eso sus dibujos son como son y resultan tan llenos de sugerencias para no dejar de influir en el lector. Lo cierto es que la historia contada me ha dado vueltas en la imaginación durante mucho tiempo. Por eso me he atrevido a intentar plasmar estas consideraciones de lector empedernido. En cualquier caso, no solo el texto, sino que la misma ilustración resultan tan significativos que vienen a mostrar la particular forma de mirar de Elías Taño, que a partir de ahora engrosará mi museo personal de figuras emblemáticas a tener en cuenta. Porque la gente cuando tiene algo que decir lo hace desde su propia visión y perspectiva. Y eso está muy bien.
Se nos había olvidado que lo habíamos descubierto en Valencia, diciembre de 2022, en una exposición de comics sin pensar siquiera en quién era. Pero a partir de ahora lo llevaremos dentro, como si un dibujo se tratara, donde la realidad parece camuflarse en verdades obsesivas que tienen su larga proyección más allá de las simples viñetas. Al final del libro, hay un artículo del autor, que maneja también el lenguaje escrito, titulado “Los que se van y las que se quedan” en el que además de ofrecer información sobre el cómic y su historia, enlaza también con el cierre de un relato tan especial que supone otra manera de ver, sentir y emocionar. Indudablemente, Elías Taño es alguien que ha sabido dar y encontrar un nuevo lenguaje peculiar y propio. Por eso su mirada no nos deja indiferente. Es más: su interesante propuesta nos levanta del suelo, rompe con la peculiar idea de vivir en el confort y cuenta tan bien que nos ha obligado, sin imaginárselo él siquiera, a escribir estas letras que nunca se convertirán en verdadera reseña de especialista al uso. Y eso también está bien.
Cuando la naturalidad resulta espontánea y sincera, servirá, al menos, para llamar la atención sobre las cosas bien hechas. Y este cómic del palmero Elías Taño es una fiel muestra de mirada llena de personalidad comprometida con su tiempo. Que no es poco. No se lo pierdan.





























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