Educación infantil

Para tener niños independientes, primero tenemos que dejarlos ser dependientes

La dependencia no es un problema, es la base del desarrollo. La autonomía no se impone, se construye. Y para llegar a ella, primero hay que pasar por una dependencia absoluta y natural.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 26 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

Vivimos en una sociedad que tiene prisa.

 

Prisa porque los bebés duerman solos (porque si no, “nunca serán independientes”). Prisa porque dejen el pañal. Prisa porque se calmen sin ayuda.

 

Parece que la independencia es una meta a la que hay que llegar cuanto antes, como si de un hito más se tratara.

 

Pero me pregunto… ¿Realmente queremos niños independientes? ¿O más bien queremos vivir más cómodos? Porque claro, entre más independiente sea y más pronto lo consiga, menos trabajo nos da. Menos llantos, menos despertares nocturnos, menos brazos.

 

Sea cual sea la razón, el objetivo es que el niño nos necesite lo menos posible.

 

Pero ¿Cómo no va a necesitarnos?

 

Los niños dependen de nosotros para todo. Para sobrevivir, para sentirse seguros, regulados y amados.

 

La dependencia no es un problema, es la base del desarrollo. La autonomía no se impone, se construye. Y para llegar a ella, primero hay que pasar por una dependencia absoluta y natural.

 

Pero ahí estamos los adultos, interrumpiendo el proceso con frases como:

 

  • “No lo cojas tanto, que se acostumbra”.

  • “Déjalo llorar para que aprenda.”

  • “Si sigue durmiendo contigo, nunca se irá de tu cama”.

 

¿Nunca? No te preocupes, ningún niño quiere dormir con sus padres hasta la universidad.

 

Lo que realmente ocurre es que, los niños que han sido sostenidos sin miedo a “malacostumbrarlos”, desarrollan una autonomía más sana. No porque los hayamos empujado antes de tiempo, sino porque han crecido sintiéndose seguros.

 

Prisa por crecer, miedo a soltar

 

Lo paradójico es que pasamos años empujándolos a ser autónomos antes de tiempo, apresurándolos a ser grandes:

 

  • Bebés que deben dormir solos antes de estar preparados.

  • Niños pequeños que tienen que resolver sus problemas sin nuestra ayuda.

  • Niños que explotan en rabietas y reciben castigos en lugar de acompañamiento.

 

Y entonces llega la adolescencia. La etapa en la que, por fin, quieren tomar sus propias decisiones, alejarse un poco, explorar su autonomía. Y ahí, los adultos que antes querían que fueran independientes, ahora se asustan. Nos cuesta soltar la cuerda.

 

Queríamos que se calmaran solos de bebés, minimizando lo que sentían, pero ahora nos sorprendemos de que no nos cuenten cómo se sienten.

 

Queríamos que resolvieran sus problemas sin ayuda, pero ahora no nos gusta que tomen decisiones sin consultarnos.

 

Queríamos que se despegaran de nosotros, pero ahora nos aterra que nos excluyan de su mundo.

 

La verdadera independencia nace de la seguridad.

 

Cuando la dependencia ha sido respetada en la infancia, la independencia en la adolescencia se vive sin angustia. Porque saben que hay una base firme y segura a la que pueden volver si lo necesitan.

 

Si queremos adolescentes autónomos, el camino no es forzarlos a no necesitarnos en la infancia. Es estar disponible, presente, sin prisa, sin miedo.

 

Porque un niño que ha sido sostenido sin prisas, es un niño que podrá sostenerse a sí mismo cuando esté listo.

 

Y solo cuando han sido dependientes sin culpa, pueden ser independientes sin miedo.

 

Haridian Suárez

Trabajadora Social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.42

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.