Educación infantil

Criar para hoy o educar para siempre

Criar con visión a largo plazo implica mirar más allá del momento presente y preguntarnos: ¿qué quiero que mi hijo aprenda de esta situación? ¿Qué habilidades necesita desarrollar para enfrentarla la próxima vez?

Haridian Suárez Vega Miércoles, 19 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

Vivimos a un ritmo frenético. Nos movemos de una tarea a otra como si estuviéramos buscando los fuegos que hay que apagar. Llegar a tiempo al trabajo y al cole por las mañanas, recoger a los niños, hacer la compra, ayudar con los deberes, preparar la cena... Este torbellino diario nos absorbe y nos consume, y es fácil (y lógico) que optemos por centrarnos en solucionar los problemas inmediatos sin detenernos a pensar en el impacto a futuro de nuestras decisiones y acciones.

 

Y en la crianza, esta inercia se vuelve aún más evidente. Nos preocupamos porque nuestros hijos obedezcan, por corregir su mal comportamiento en el momento y por evitar conflictos, muchas veces sin reflexionar sobre lo que realmente estamos enseñando. Solo tratamos de sobrevivir al día.

 

Pero... ¿estamos resolviendo solo el problema de hoy o estamos ayudando a construir una habilidad para toda la vida?

 

Por ejemplo, imagina una discusión típica entre hermanos o amigos. Lo más habitual es, primero, que los adultos den la solución que les parece justa; segundo, que les digan a los niños: "ahora le pedimos perdón y le damos un beso"; y tercero, que recen en silencio para que no se repita la discusión (por lo menos durante el día de hoy). Y así, damos por zanjado el conflicto ¿verdad?

 

Pero claro que va a repetirse. Tal vez no por ese juguete, pero sí por quién tiene que ir primero al baño o por el mando de la tele. El contenido de la discusión cambiará, pero la discusión seguirá apareciendo porque, en nuestra urgencia por apagar ese fuego, no les hemos enseñado a resolver conflictos para la próxima vez. No les hemos enseñado a escuchar la versión del otro, a negociar, a ceder si es necesario para llegar a un acuerdo.

 

Nos resulta más sencillo darles nosotros la solución y terminar con el conflicto a corto plazo. Frases como:

 

  • "Deja de llorar."

  • "Haz lo que te digo y punto."

  • "Porque yo lo digo, que soy tu madre/padre."

 

Y métodos como castigos, gritos, sermones, amenazas, quitar privilegios o chantajes solo buscan un resultado inmediato: que el niño deje de hacer algo que nos incomoda.

 

Pero, cuando criamos así, estamos educando solo para hoy, no para toda la vida.

 

Mirar más allá del instante

 

Criar con visión a largo plazo implica mirar más allá del momento presente y preguntarnos: ¿qué quiero que mi hijo aprenda de esta situación? ¿Qué habilidades necesita desarrollar para enfrentarla la próxima vez?

 

Porque la realidad es que dedicamos más tiempo a apagar fuegos que a enseñar a prevenir incendios. Nos desgastamos más en resolver conflictos a corto plazo que en darles herramientas para el futuro.

 

Propongo comenzar por el final. Educar pensando en la persona en la que queremos que nuestros hijos se conviertan. ¿Qué habilidades, cualidades y valores nos gustaría que tuvieran en el futuro? ¿Y qué de lo que hacemos ahora les ayudará a desarrollarlas?

 

Si queremos que sean autónomos, responsables, empáticos y resilientes, debemos darles oportunidades para practicar estas habilidades desde pequeños.

 

  • En lugar de centrarnos en la obediencia ciega, podemos fomentar la cooperación.

  • En lugar de castigar el error, podemos enseñarles a aprender de él.

  • En lugar de imponer soluciones, podemos ayudarles a desarrollar su criterio y capacidad de decisión.

  • En lugar de exigir un "pide perdón ahora mismo", podemos ayudarles a reflexionar sobre cómo se sintió la otra persona y buscar una manera de reparar el daño.

 

Este enfoque requiere más tiempo y paciencia, pero es infinitamente más efectivo a largo plazo.

 

El problema de la inmediatez

 

Y aquí es donde muchos adultos se desesperan: esto no da resultados inmediatos. No se ve en el momento. Y en una sociedad que exige rapidez para todo –trabajo, relaciones, crianza–, confiar en un proceso que no ofrece respuestas instantáneas puede ser difícil.

 

Pero la educación emocional y el desarrollo de habilidades no funcionan con atajos. No es una aplicación que descargas y ya está. Es un proceso. Un proceso que implica repeticiones, ensayos, errores y mucha paciencia.

 

Cada día, en cada interacción con nuestros hijos, estamos sembrando semillas que darán frutos en el futuro. La pregunta es: ¿qué queremos cosechar?

 

Podemos criar para salir del paso o educar para toda la vida. Podemos exigir obediencia inmediata o construir habilidades que les sirvan siempre. Podemos reaccionar a cada problema o enseñarles a resolverlos. La decisión es nuestra.

 

¿Apagamos fuegos o les enseñamos a prevenirlo y manejarlo? Ahí está la verdadera diferencia.
 

Haridian Suárez Vega

Trabajadora Social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.3

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.