El Halo

Andrés Bolaños Jiménez

[Img #10001]En tiempos pasados cuando no existían medios modernos que nos pudiesen clarificar la existencia de las cosas imperceptibles a través de los sentidos, atribuíamos los fenómenos al mundo de lo invisible y los conteníamos en ese gran cajón del subconsciente y de lo paranormal y esotérico, y a pesar de todos los adelantos técnicos seguimos aún ignorando los fenómenos cuando no tienen explicación ni encaje en la realidad de los tiempos que nos ha tocado vivir.

 

Era de uso común la utilización de palabras que definían esas sensaciones extracorpóreas y que en la vida real eran para definir fenómenos que no eran perceptibles por nuestros sentidos y que por lo tanto, pertenecían al mundo de lo invisible, pero cuando se manifestaban, nuestros antepasados le asignaban un nombre al acto de su existencia con la palabra HALO que los definía y así continúan produciéndose en la actualidad.

 

Ya casi nadie suele utilizar tal designación a la realidad de los efectos en el día a día de su existencia, pero la paradoja continúa e intentamos atribuirlos o englobarlos en otros conceptos más modernos, radiación cósmica, quarks, magnetismo, teoría cuántica …..etc, pero el HALO los contemplan en su engendro desde el pasado remoto.

 

Es significativo la gran capacidad con que nos ha dotado la naturaleza con respecto a los sentidos para percibir en ciertos momentos espectros de esos otros mundos contenidos en lo invisible y que en ocasiones se manifiestan y nos sorprenden para dar crédito a la existencia real de los fenómenos que se producen en ese ámbito, De ahí, cuando en el pasado se afirmaba como dogma que otras especies (animales) marcaban el camino en múltiples ocasiones a los humanos al disponer de sentidos de alta especialización, comparable a los recientes inventos de la última generación, así radares, telescopios …..que valoramos como el no da más del conocimiento.

 

Uno de esos fenómenos se los atribuímos al HALO, que posibilita identificar a cada uno de los seres de los otros, al igual que el D.N.I. a pronto que por parte del observante se le preste la debida atención más allá del simple reconocimiento. Cada uno tiene su HALO u olor corporal de su personalidad e intencionalidad con respecto al prójimo, de ahí la frase, olor a santidad, maldad, amigo o enemigos que emana y que les delata ante otras personas cuando se produce un acercamiento inusitado surgiendo un repelús en la otra parte sin motivación aparente.

 

Los animales que conocemos como domésticos perros, gatos... tienen superdesarrollados el sentido olfativo para el reconocimiento personal y de intencionalidad activando los receptores de peligro en el acercamiento hacia otros congéneres y en la defensa de sus protectores humanos ante lo bueno y malo que perciben en la atmósfera que rodean a éstos, llámase HALO alertando con ello a los afectados y poniéndoles en guardia. ¿Quién no ha observado el nerviosismo que incitan a esos animales hacia ciertas personas y en la querencia hacia otros y por supuesto su destreza en el tiempo para encontrar personas desaparecidas u objetos perdidos?

 

Es necesario concienciar el respeto a la vida de esos animales que han adquirido dotes humanos y que denominamos doméstico como parte fundamental de la sociedad de la que formamos parte para nuestra existencia y la de ellos.

 

Andrés Bolaños Jiménez

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