Los primeros tiempos del Museo Canario. Exhibición de restos humanos de los canariosHace unos días la diputada por NC, Natalia Santana, defendía en el Parlamento de Canarias una proposición no de ley (PNL) que en esencia planteaba reconstruir la “Identidad Canaria“ sobre la base de un relato propio, para superar la visión colonial y promover una memoria histórica inclusiva y reparadora. Entre las medidas propuestas, no podía faltar como una de las más importantes, recuperar la memoria del antiguo pueblo canario, en base a la conservación de su legado cultural y un tratamiento digno a los vestigios humanos que fueron sacados de sus tumbas para ser expuestos como objetos en los museos insulares. Es en el octavo y último punto de la propuesta, donde se “reclama la descolonización de los museos y la repatriación, reinhumación de los restos humanos y los objetos sagrados que están fuera de Canarias o en manos privadas.”
Yo apoyo sin ambages esta propuesta, que sin embargo fue rechazada en el Parlamento Canario por los votos en contra de CC, PP, Vox, y la abstención del PSOE.
A raíz de la decisión adoptada por el Ministerio de Cultura, de retirar de la exposición pública, en los museos estatales, todos los restos humanos que se exhiben, en base a la “Carta de compromiso para el tratamiento ético de restos humanos en los Museos Estatales” se abre, nuevamente, en el archipiélago canario un debate más que necesario sobre que hacer con los restos humanos de los antiguos canarios que se exhiben en las vitrinas de los museos, y al mismo tiempo, decidir si debemos seguir permitiendo el “vaciado” de los lugares de enterramiento de los aborígenes canarios, extrayendo los restos humanos que allí fueron depositados, en cuevas, cistas y túmulos, levantados y acondicionados en lugares concretos, para dar sepultura a sus congéneres. A este respecto basta recordar que en los últimos 20 años, se han “vaciado”, mediante excavaciones arqueológicas, y expolios, un número ingente de sepulturas, para que al final los restos acaben en los depósitos de los museos, cuando habría que plantearse por qué no devolverlos a su lugar de origen.
La resolución del Ministerio de Cultura, tiene consecuencias para Canarias, no porque los museos arqueológicos sean aquí de ámbito y jurisdicción estatal, sino porque tal medida, implica de entrada que la momia de Erques, perteneciente a un guanche que vivió hace novecientos años, entre los siglo XII y XIII d.n.e., y que al morir fue enterrado en una cueva no localizada, del Barranco de Erques, en el sur de Tenerife. El cuerpo disecado o momificado se exhibía hasta hace unas semanas, en el MAN (Museo Arqueológico Nacional), en la sala dedicada a Canarias.
El Gobierno de Canarias, hace gestiones para que la momia de Erques sea “devuelta” a la isla de Tenerife, de donde procedía. Hasta ahí bien, porque efectivamente se deben reclamar los materiales y restos pertenecientes a las culturas de los antiguos canarios, que están dispersas por el mundo.
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Pero la pregunta que nos hacemos es que sucederá con la momia del guanche de Erques, que en el siglo XVIII fue sacado de la isla y que ahora puede regresar a su tierra, si prosperan las reclamaciones del GobCan. ¿Se utilizará como el brazo incorrupto de Santa Teresa para ser paseado por todas partes, para mayor gloria de CC, o se optará por exponerlo en una sala exclusiva del Museo de Tenerife (MUNA) para poder ser visitada en todo su esplendor, es decir, volver a una situación parecida a la que existía cuando la momia se exponía en el MAN, pero ahora igual, aunque en otro escenario, el MUNA.
Y es que tanto los responsables del Muna como del Museo Canario, ya han declarado públicamente que seguirán exponiendo las reliquias óseas que custodian de guanches y canarios, y que no piensan retirarlas o sustituirlas por otros modos de exposición.
En el Museo Canario, su presidente-gerente, va incluso más allá, y acostumbra a "prestar" parte de sus fondos en depósito, de restos humanos, pertenecientes a los antiguos canarios, para exposiciones, que no son de carácter arqueológico, dentro y fuera del este museo concertado. Así ha sucedido con la impactante exposición de una artista fotógrafa que hace tres años, en la Sala San Antonio Abad, exhibió un amasijo de huesos humanos de canarios ancestrales, que le "prestó" el Museo Canario, y que fueron soldados con algún tipo de pegamento, para formar una inquietante forma cilíndrica.
Ante la indignación que se levantó por la esperpéntica exposición, el presidente y director de facto del Museo Canario, se intentó defender diciendo que esas colecciones de restos humanos de los antiguos canarios, estaban “descatalogadas“ y que por tanto no tenían interés científico, decía este señor, que volvió a las andadas, prestando posteriormente nuevos restos humanos momificados, de los antiguos canarios, a la misma artista, para otra de sus exposiciones.
Los restos óseos humanos utilizados para la construcción de la obra “Umbral 2017”, procedían de las necrópolis de los antiguos canarios, no cabe la menor duda al respecto. Lo se porque en mi etapa como Conservador-Director del Museo Canario (1981-1998) realizamos el primer inventario informatizado de todas colecciones de restos arqueológicos, y nos encontramos con el problema del enorme osario que se encontraba repartido entre varios almacenes del museo, en lo que entonces se llamaban las “Zapateras de Pepito Naranjo”, habitaciones llenas de objetos, minerales, aves y mamíferos en proceso de preparación para su exhibición, cajas con insectos para la sala de entomología, fósiles, minerales, porque entonces todavía el Museo Canario, presentaba varias salas de historia natural, al uso de los gabinetes de curiosidades del siglo XIX.
Preguntamos por la naturaleza de aquellos restos óseos humanos, al entonces mantenedor, José Naranjo, quien nos comentó que en su mayor parte procedían de las cuevas de enterramiento del Barranco de Guayadeque, de cuando las intensas rebuscas que se hicieron desde el Museo Canario a finales del S. XIX, cuando se enviaban a los “enrriscadores” a descolgarse con sogas para extraer restos humanos y momias de las cuevas de enterramiento de los canarios. Y que otros muchos procedían de los fondos del comisariado de excavaciones arqueológicas, de diferente hallazgos en cuevas y túmulos de la isla.
Aquella experiencia vivida me hizo reflexionar ya entonces sobre si era ético sacar los restos humanos de sus tumbas originales para ser llevados a los museos, y almacenados de aquella manera, o expuestos en vitrinas para que los visitantes se asombraran con la contemplación de aquellos restos de los antepasados canarios. La sala Verneau, con la colección infinita de cráneos alineados en anaqueles, como si de libros se trataran, o aquella otra vitrina donde colgaban los esqueletos completos de los inhumados en los túmulos de La Guancha y El Agujero, de Galdar. Y en medio vitrinas donde los fardos funerarios conteniendo los restos momificados de canarios de Acusa y Guayadeque se apilaban unos sobre otros. Y en los depósitos cajas y cajas de restos humanos procedentes de excavaciones llamadas sitemáticas de los túmulos de Caserones, Arteara, Guayedra, Arguineguín…
Durante la dilatada etapa, de casi dos décadas, como conservador-director del Museo Canario, llevamos a cabo muchas actuaciones, con apenas medios, pero tal vez la más significativa, fue la reforma integral del Museo Canario, la más importante que nunca antes se habia realizado en la legendaria institución. Decidimos actualizar el Museo Canario y transformarlo en un museo de arqueología de finales del S.XX, para superar la fase de gabinete científico del siglo XIX que presentaba hasta entonces, con una buena parte de sus salas dedicadas a la exposición de fósiles, minerales, insectos, animales disecados, etc. Decidimos en aquel momento, transformar las instalaciones en un museo de arqueología, referido a las culturas de los antiguos canarios. Se adoptó la decisión de retirar los fondos expuestos de paleontología, entomologías y zoología, mineralogía, etc., del museo, colecciones ciertamente de gran valor, pero que eran incompatibles con el nuevo proyecto de crear el museo de arqueología de la cultura de los antiguos canarios. No habia espacio para todo, y en cualquier caso entendíamos que las colecciones antes señaladas deberían formar parte de un museo exclusivo de la Historia Natural de Canarias.
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Propiciamos reuniones con el Jardin Canario, para llegar a un compromiso de promocionar conjuntamente el Museo de Historia Natural que la Isla de Gran Canaria, merecía. Pero por la poca visión de los políticos de turno del Cabildo de Gran Canaria, ese proyecto nunca se llevaría a cabo.
En diciembre de 1987, tras cuatro años cerrado, reabrimos las instalaciones del Museo Canario. Todavía en la actualidad esas instalaciones museísticas permanecen tal cual las diseñamos hace ahora 38 años.
Las nuevas instalaciones presentaban una renovación total, pero decidimos dejar tal cual estaba la Sala Vernau, dedicada a la exposición de los restos humanos, especialmente cráneos y restos momificados o mirlados de antiguos canarios, que habían sido objeto de estudio y catalogación por antropólogos físicos, en el pasado, siendo el más conocido René Vernau. Tras un proceso de restauración de las vitrinas que eran enormes estanterías de madera, repletas de cráneos repartidos en estantes que llegaban hasta el techo de la sala. Se sustituyeron los estantes de madera por otros de cristal y se añadió un sistema de iluminación en su interior. Sustituimos las vitrinas que se encontraban en medio de la sala alineadas, atestadas de restos momificados de los canarios, por urnas de cristal individuales. Pero la sala se quedó tal cual, por considerar entonces que era una muestra de lo que había sido el Museo Canario y el modo en como se exponían los restos humanos en la mayor parte de los museos del XIX..
Probablemente si hubiéramos seguido en el museo ya se habrían renovado varias veces las salas de exposición y sus contenidos en todo este tiempo transcurrido. Sobre todo ahora que se cuentan con unos medios tecnológicos que antes no existían. Pero surge una pregunta, ¿que hubiéramos hecho ahora con las colecciones expuestas de restos antropológicos, incluida la sala Vernau. Se hubiera dejado tal cual como la restauramos en 1987?
Probablemente no, por el contrario optaríamos por aplicar nuevas tecnologías, que sobre la base del escaneado y levantamientos fotogramétrico de los materiales antropológicos, podríamos montar esa sala Vernau de forma virtual, en base a la realidad aumentada (AR) una tecnología digital que combina elementos virtuales con el mundo real. Así podría podría suceder con la exposición también de las momias, de forma virtual, pero que podrían admirarse con mucho más detalle aportando información de todo tipo sin necesidad de tener el cadáver expuesto ahí, de forma impúdica, en una vitrina a la vista de todos.
Desde hace tiempo se viene sosteniendo un debate intenso sobre si los restos humanos se deben exponer en los museos. El código de deontología del ICOM, los considera como materiales culturales sensibles no solo a los restos humanos sino también a los objetos de carácter sagrado de colecciones, museos e instituciones científicas, materiales sensibles o delicados que fueron extraídos en su día bien mediante expolios sistemáticos o como consecuencia de excavaciones legales de los lugares sagrados y cementerios de antiguas poblaciones desaparecidas o conquistadas y aculturizadas. Y han sido precisamente los descendientes de estas antiguas culturas, como los aborigenes australianos, los mahories de Nueva Zelanda, los aborígenes de Tazmania, los Inuit de Canada, los aborígenes de la Patagonia, del Desierto de Acatama, de Alaska y de otros muchos puntos de la tierra, quienes desde los años 70 del S.XX, vienen reclamando la devolución de estos restos humanos de su cultura.
El Código de Deontología del ICOM para los museos, aprobado en 1986 y revisado en 2004, establece los valores y principios que el ICOM comparte con la comunidad museística mundial. Se puede calificar de documento de referencia. Fija las normas mínimas de conducta y de práctica profesional para los museos y su personal. Al afiliarse a la Organización los miembros del ICOM se comprometen a respetar este Código.
En el apartado 2.5. Materiales culturales delicados, se dice:
“Las colecciones de restos humanos u objetos con carácter sagrado sólo se deben adquirir si se pueden conservar con seguridad y ser tratadas con respeto. Esto debe hacerse de conformidad con las normas profesionales y los intereses y creencias de las comunidades o grupos étnicos o religiosos de donde provienen…”
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A nivel supranacional los debates siguen aún abiertos. La UNESCO no ha incluido de manera específica la cuestión de los restos humanos en sus textos, aunque se pone cierto margen a terrenos de debate y a conceptos de interés para el desarrollo de la cuestión, como en la Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural (1972), la Recomendación sobre Protección de los Bienes Culturales (1978), la Declaración universal sobre la diversidad cultural (2001), la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (2003), la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales (2005), o la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005).
En cualquier caso y por concluir, se está tardando en iniciar un debate en profundidad sobre esta cuestión tan delicada, de como tratar los restos humanos depositados en los museos, pertenecientes a los antiguos canarios, que fueron extraídos de sus lugares de enterramiento, para ahora no saber que hacer con ellos, si deben exhibirse, almacenarse o prestarse para todo tipo de experiencias artísticas, creo que no es una cuestión menor, y debería abrirse ese debate público cuanto antes y mientras esto no suceda, los venerados restos de la población canaria, deben ser respetados y custodiados en memoria de este pueblo que fue violentado y silenciado hasta lo indecible.
Como propuesta de partida, pensamos que los restos humanos que se conservan en los museos canarios, y de los que se conozca su procedencia exacta, léase cueva de enterramiento, túmulos o cistas, deberían ser repuestos a su lugar de origen, con el tratamiento adecuado, pero en sus contenedores originales, esto es posible, con las técnicas y materiales que se disponen hoy en día.
Por otra parte consideramos que se deberían paralizar las excavaciones totales de los sitios de enterramiento, que no sean absolutamente indispensables, y en cualquier caso de intervenir en esos depósitos arqueológicos de carácter funerario, se debería hacer sobre la base de la práctica de una arqueología no invasiva y destructiva, basta con documentar el enterramiento, obtener muestras para los respectivos análisis, dataciones, etc. No es necesario vaciar los sitios de enterramiento, para conservarlos en cajas en los depósitos de los museos. Si los conservamos in situ, los sitios arqueológicos adquieren mucho más valor científico y sentimental.
Paralizar las excavaciones arqueológicas en el ámbito del territorio Patrimonio de La Humanidad, por la UNESCO, me refiero en concreto a las 18 000 Ha, que conforman el “Paisaje Cultural de Risco Caído y Las Montañas Sagradas de Gran Canaria”. Este territorio debería convertirse en una reserva integral, para la arqueología del futuro, que cada vez resultará menos intrusiva, menos destructiva. Conservemos este terrario, valorado por la UNESCO, como Patrimonio de la Humanidad, como un Santuario Inviolable.
Así ahora lo que urge y procede, es realizar todo tipo de esfuerzos para salvaguardar este legado de los “Antiguos Canarios”.
Julio Cuenca Sanabria
































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