El regalo
La sinfonía comienza antes de que la luz se atreva a nombrar las cosas. El ritual siempre es el mismo, pero cada día se viste con matices diferentes, como una partitura que cobra vida en las manos de distintos intérpretes.
El aroma del café es la primera caricia del día. La cafetera gorgotea, suspira, proclamando promesas de lucidez mientras las primeras luces apenas insinúan el contorno de las cosas. Es en este momento cuando el mirlo, maestro de ceremonias del amanecer, despliega su repertorio. Su canto, elaborado como un encaje sonoro, teje melodías que parecen narrar historias de otros mundos, de secretos guardados en la noche que ahora se revelan con el crepúsculo.
No está solo en su concierto. El alcaraván, con su reclamo que parece brotar de una liturgia clandestina, atraviesa el aire como una flecha de angustia. Su llamada, entre lamento y advertencia, añade un contrapunto dramático a la serenidad del alba. ¿Qué misterios conjura ese grito que rasga el silencio? ¿Qué urgencias ancestrales permanecen codificadas en su canto?
Y entonces, como un ancla que nos fija a la tierra, a lo cotidiano, el gallo eleva su voz con determinación bíblica. Su canto no conoce las sutilezas del mirlo ni el naufragio sonoro del alcaraván. Es una proclama directa, un recordatorio de que el mundo gira y la vida, en su ciclo eterno, vuelve a despertar.
En este instante, cuando la mañana aún no ha vestido sus ruidos cotidianos, las palabras respiran de manera diferente, como si ellas también despertaran de un sueño y se estiraran bajo la primera luz. La lectura adquiere una dimensión casi sagrada que sólo es posible apreciar en este paréntesis entre la noche y el día.
Esta es la hora en la que el tiempo parece detenerse, un tiempo fuera del tiempo, cuando el mundo pertenece a los madrugadores, a los soñadores, a los que buscan en el silencio las respuestas que el ruido del día oculta. Es un regalo diario, un pequeño milagro que se repite con cada amanecer; una sinfonía que sólo pueden apreciar quienes eligen despertar cuando el mundo aún duerme.
Javier Estévez































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.120