Opinión impopular: alternativas a la nueva carretera Bañaderos - El Pagador
Recientemente se adjudicó la redacción del proyecto de la nueva vía que unirá Bañaderos y El Pagador, en el norte de Gran Canaria. En medio del debate crucial sobre el futuro de la isla, que comenzó con la histórica manifestación del 20-A, en un momento donde la sostenibilidad debe ser la piedra angular de cualquier proyecto de infraestructura, resulta urgente poner en la balanza no solo los beneficios inmediatos, sino también las consecuencias a largo plazo.
La prioridad no puede ser solo el crecimiento en infraestructuras, sino garantizar que este crecimiento sea racional, responsable y respetuoso con el entorno.
Un coste social y ambiental elevado
El proyecto en cuestión busca aumentar la velocidad de la circulación y reducir tiempos de desplazamiento, pero a costa de un alto impacto social y ambiental. La afectación directa a viviendas y terrenos agrícolas y ganaderos no es trivial. Gran parte de la zona afectada es cultivada, y muchas familias que dependen de estos terrenos, verían alteradas sus condiciones de vida.
Más aún, este proyecto también amenaza a la fauna local, como la pardela cenicienta, una especie protegida que tiene en este entorno su hábitat para la reproducción. La modificación del paisaje natural podría destruir su capacidad de anidamiento y, con ello, una parte de la biodiversidad que es vital para el equilibrio de la isla.
Las infraestructuras de transporte no deben ser vistas como una herramienta para satisfacer una demanda de movilidad sin reflexionar sobre sus efectos a largo plazo. En un mundo cada vez más consciente sobre el calentamiento global y la crisis medioambiental, proyectos como el de la GC-2 entre Bañaderos y El Pagador pueden suponer pérdidas irreparables para el medioambiente, mucho más que una simple mejora en la conectividad.
En un tramo de 3,5 km de longitud, la diferencia entre circular a 80 km/h o a 50 km/h —limitación actual— es de un minuto y medio. ¿Compensa hacer una obra con importantes impactos sociales y medioambientales por minuto y medio? Y esto sin entrar a considerar el coste económico de la propia carretera.
Alternativas más sostenibles y de menor impacto
Es posible mejorar la conectividad del norte de la isla sin recurrir a la construcción de nuevas carreteras. Existen alternativas más sostenibles que no requieren destruir entornos naturales ni exponer a las comunidades locales a la expropiación forzada de sus viviendas y terrenos.
Una de las primeras soluciones sería optimizar el tráfico con medidas como pasos elevados para los peatones que eliminen los semáforos y garanticen una circulación fluida, así como mayor seguridad para los vecinos de Quintanilla, San Andrés y El Altillo. Los semáforos actuales, que ralentizan el tráfico para permitir el paso de los peatones, son un claro ejemplo de un problema que podría resolverse con una obra mucho menos invasiva.
Además, mejorar los accesos y la reconfiguración de las incorporaciones a la vía y las dos rotondas existentes podría aumentar significativamente la seguridad y la fluidez del tráfico sin necesidad de una nueva construcción. Un plan de reordenación inteligente puede lograr una mayor eficacia sin comprometer el entorno ni el bienestar de la población.
Por otro lado, en una isla tan masificada de vehículos como la nuestra, la construcción de nuevas carreteras para resolver la congestión no será más que un parche. Fomentar el uso de transporte público y otras formas de movilidad sostenible debería ser prioritario. Con la creciente conciencia sobre la necesidad de reducir las emisiones contaminantes y la congestión urbana, potenciar el transporte público es una de las soluciones más eficientes para reducir la dependencia del automóvil privado, sin necesidad de generar nuevas infraestructuras que alteren la geografía local.
Un cambio de paradigma
El modelo empleado hasta ahora, basado en construir más carreteras para satisfacer las necesidades de tráfico a corto plazo es una respuesta anticuada a problemas que requieren soluciones modernas.
En Drago Gran Canaria creemos que el urbanismo y la planificación de carreteras del futuro en esta isla debe ser inclusivo, accesible y, sobre todo, sostenible. Esto implica repensar los proyectos de infraestructuras de manera que prioricen el bienestar social, la conservación del medio ambiente y la integración de soluciones tecnológicas que minimicen los impactos negativos.
En lugar de poner sobre la mesa proyectos de gran envergadura que no siempre justifican su costo e impacto, debemos apostar por alternativas que no solo mejoren la movilidad, sino que también respeten el patrimonio natural de la isla y las condiciones de vida de sus habitantes.
Conclusión: el valor de la sostenibilidad
La construcción de la nueva carretera entre Bañaderos y El Pagador puede parecer una solución sencilla a un problema complejo de tráfico, pero su coste social y ambiental, además del económico, es desmesurado. Las alternativas más sostenibles y de menor impacto existen y deben ser consideradas seriamente antes de tomar decisiones que podrían tener consecuencias irreversibles. La verdadera prioridad debe ser el desarrollo equilibrado: uno que no anteponga el crecimiento a la conservación del entorno natural, ni a la calidad de vida de quienes habitan la isla.
Desde Drago consideramos que es el momento de mirar más allá del crecimiento desmedido y de la construcción por capricho. Las soluciones inteligentes y sostenibles están al alcance, y es nuestra responsabilidad como sociedad elegir el camino que nos permita vivir en armonía con nuestro entorno.
Cosme Vega, responsable de Política y Estrategia de Drago Gran Canaria
































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