Relato onírico. Catorce de febrero “San Valentín” y otras bondades

En el curso 75-76 en el instituto, conocí y fue compañero de pupitre a JG, lo escribo con iniciales porque aún vive y no quisiera visitar la Ciudad de la Justicia en Vegueta.

JG era tonto, pero no por deficiencia en su ácido desoxirribonucleico (ADN) en el momento de su concepción, más bien porque el espermatozoide que fecundó el óvulo era un gandul de cuidado.

JG era tonto, pero un tonto “sanote”. JG solía comer un bocadillo de chorizo de Teror en el recreo, hay que imaginarse el resto de la mañana en clase a su lado, y sobre todo cuando su músculo en el extremo inferior del esófago se relaja y hace que el aire escape y salga por la boca.

JG solía tener lagunas mentales, extensas lagunas mentales, hoy un pedagogo de esos que probaron el ácido lisérgico durante la carrera y que han ayudado a implantar un sistema educativo que raya la disfunción mental de alumnado, claustro de profesores y resto de la comunidad educativa… diría que tenía un Déficit de Atención Cognitiva.

JG y yo fuimos a la universidad e hicimos la misma carrera, yo acabe la licenciatura en cinco años (ahora son cuatro) y JG la hizo en diez.

JG en la universidad seguía siendo un fijo de las lagunas mentales y del bocadillo de chorizo de Teror, allí conoció a MP, se enamoraron un catorce de febrero comiendo un bocadillo de chorizo de Teror, después se convertiría en su esposa. MP solía tener alguna laguna mental. Era evidente.

JG y MP solían celebrar el catorce de febrero, con un bocadillo de chorizo de Teror y recordar con entusiasmo el día que se enamoraron.

JG y MP tuvieron cuatro hijos criados con amor, pero con las mismas carencias que sus padres. Iban a misa del gallo en navidad y se llevaban estupendamente con sus respectivos cuñados y cuñadas. Y a sus cuatro hijos les encantaba el bocadillo de chorizo de Teror.

JG no desarrollo una actividad profesional importante, su vida era de un tipo anodino, aburrido, medio vago.

Yo, al terminar la universidad trabajé durante un tiempo en una empresa, me harté y emigré a otro país. Cuando regresé, treinta años después, divorciado y sin hijos, pero cargado de la ilusión del que vuelve a su tierra. Al llegar, vi los cambios en JG.

JG hizo progresos: vida acomodada, familiar y pletórica además ha llegado a presidente de la CCAA, es un “tiburón político” despiadado.

JG tiene bajo su mando un poder casi infinito… y una cantidad de “palmeros” a su alrededor que contribuyen a olvidarse del resto del mundo, lo tiene todo atado y bien atado. Su “heroicidad política” le encamina a ser ministro…de lo que sea.

A JG se le podría aplicar lo que dijo Rousseau: “el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”… Coño ¿fue Rousseau el que lo dijo o Groucho Marx? Ahora me quede en la duda.

Y yo me pregunto: “que ha sido de aquellas extensas lagunas mentales...de aquellos catorce de febrero… y de aquellos bocadillos de chorizo de Teror”.

Moraleja. Cuando veas aproximarse a alguien piensa si será un político, un chorizo o el amor de tú vida.

En desagravio del chorizo de Teror, pocos manjares tan exquisitos hay cuando, en un plato quemas, el susodicho chorizo con alcohol y lo untas con pan.

¡Vayan a la mierda los platos de las estrellas Michelin!

Joao Leivinha