
¡Qué ganas tengo de que la última página del Suplemento Literario de EL PAÍS, Babelia, se llene de literatura, de libros recomendados o de entrevistas fugaces de artistas que verdaderamente tengan algo que decir!
Desde un principio esa última página sirve de soporte publicitario, bien de instituciones culturales, bien de propaganda del mismo periódico. Pero yo desearía, un sueño como otro cualquiera, que la hoja última se llenara de contenido (cabe mucho en él) en torno a la Literatura, que es su gran referente. Me agradaría mucho poder ver otros comentarios, otras entrevistas que ahonden en el papel siempre efímero del Arte Literario.
Lo siento. No lo puedo evitar: los libros me apasionan y el hecho de que tantas letras aparezcan juntas no solo sirve para entrar en un mundo imaginado, que también, sino que, además, nos deje el paso cambiado y dispuesto a dar el siguiente en el próximo baile. Me agradaría muchísimo que ese cierre cultural me dejara con más ganas, con posibilidades nunca soñadas ni jamás imaginadas. No sé si lo que pretendo es un imposible. Posiblemente. Pero no me negarán ustedes que es una bendición pedir y no ser correspondido: más que nada porque cada uno es cada uno y nunca llueve a gusto de todos.
En fin, solo quería hacer notar un deseo, un anhelo, una ilusión: que la última página del Babelia se convierta en un mundo soñado, donde brille aún más la Literatura: páginas y páginas de historias que anhelan convertirse en eternas e imprescindibles.
Pero, como ustedes bien saben, inteligentes lectores, no sucede siempre así. Casi nunca.
Juan FERRERA GIL
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