Ecologismo

Activismo y concienciación: lo que no se ve

Acto que estuvo bastante concurrido para los tiempos que corren, y en el que se reflexionó en voz alta sobre los atentados pasados y presentes a nuestro medioambiente

Redacción Martes, 28 de Enero de 2025 Tiempo de lectura:
Imagen de un vertidoImagen de un vertido

El pasado día 17 de enero se celebró un acto público en el Casino de Gáldar, en el que participaron miembros de los colectivos ecologistas que crearon la Coordinadora Ecologista del Norte (C.E.N.) en el año 1990, esto es, hace ahora 35 años. Acto que estuvo bastante concurrido para los tiempos que corren, y en el que se reflexionó en voz alta sobre los atentados pasados y presentes a nuestro medioambiente.

 

Hay que ponerse en situación, porque en aquellos tiempos había vertederos incontrolados en todas las barranqueras del norte de la isla, donde eran frecuentes los electrodomésticos de todo tipo; es más, no había contenedores de separación de residuos en los municipios y se tiraba todo mezclado: vidrio-plástico-orgánico-cartón y papel; y no sólo había también basura tirada por todos lados y en las propias calles de los pueblos, sino que prácticamente la industria no trabajaba materiales reciclados.

 

Se creía en las medianías, y así nos lo decían, que los ecologistas éramos los que íbamos en motocicleta multando a la gente por coger forraje para los animales, y que éramos los ecologistas quienes precintábamos los cuartos de aperos de los pequeños terrenos agrícolas.

 

Tiempos en los que eran frecuentes las alcaldadas sin contemplaciones. El de Firgas mandó talar todos los árboles del patio del colegio Martín Cobos sin criterio técnico alguno, dejando a todos los escolares sin protección alguna del sol; el de Santa María de Guía no encontró otra manera para acabar con la información que daban los jóvenes en Radio Tabona (radio libre y comunitaria, que fue referente en el norte de la isla) que cambiar la cerradura de sus dependencias de un día para otro; y el de Agaete dio instrucciones a la Policía Local para tupir a multas de todo tipo a los activistas de la localidad, llegando agentes incluso a las agresiones físicas.

 

Atentados con grave daño a la salud no faltaban, como que nos asfixiábamos con el humo venenoso de toxinas y furanos por la combustión de basuras repletas de plástico en Firgas, Moya, Guía y Gáldar. En la Trasera de un espacio natural, como la Montaña de Amagro, corría un arroyo de purines de una granja porcina, con cadáveres de animales a medio enterrar; y por el otro lado de la Montaña, además de servir de vertedero “oficial”, se autorizaba no sólo una planta asfáltica sino también una cantera. El Barranco de Azuaje se vio gravemente afectado por un vertido accidental de sosa cáustica de la embotelladora, y por otros más que para colmo no fueron accidentales.

 

Fue también otra alcaldada la grave contaminación producida en el barranco de Gáldar, antes de llegar a la depuradora y para presionar al Cabildo, con una balsa de aguas fecales al aire libre, que superaba los 4.000 m2 de superficie, que inhabilitó la playa de Bocabarranco para el baño durante décadas y que tenía al barrio de Nido Cuervo y otras casas aledañas anegadas de mosquitos y de insufribles malos olores.

 

Se convocó una manifestación, a la que acudió la Federación de AA.V.V. Moguigal, que a la postre ha llegado a ser la iniciativa que, convocada por colectivos y no por instituciones, mayor número de personas ha concentrado en el norte de nuestra isla para una reivindicación medioambiental, si excluimos la capital. Ello fue posible con el esfuerzo de una plataforma constituida al efecto por el Colectivo de Acción Ecológica Barrilla, la Asoc. Cultural Altahay y Surferos.

 

Con más imaginación que medios por parte de aquellos colectivos, la manera de concienciar a la población fue a través de proclamas en panfletos de distintos formatos, carteles colocados en sitios públicos, la publicación de pequeñas revistas y la participación en programas radiofónicos semanales en Radio Arucas o Radio Tabona durante muchos años. Y dando la cara con la enorme pancarta en la mano. Así por ejemplo, se consiguió que se preservara el muelle antiguo de La Aldea por su gran valor histórico.

 

Igual sucedió con los ideales pacifistas y antimilitaristas, que profusa y vehementemente fueron reivindicados con aquellos medios, siendo como son las mayores catástrofes ecológicas las de origen militar, haciéndose uso de la estrategia de insumisión al llamamiento del ejército.

 

Hoy se ve como algo normal que los animales no sean usados en espectáculos, pero tanto los primeros intentos de corridas de toros en la isla como las tradicionales peleas de carneros, tuvieron en aquella época a los colectivos dando la cara, en su más literal sentido, en su contra.

 

Aquellos y aquellas jóvenes, y no tan jóvenes, fueron los que mediante la acción directa al más puro estilo de Greenpeace, lograron paralizar las obras ilegales de la macrourbanización de Costa Botija, cuando el proyecto aprobado de la autovía se había arrimado todo lo posible y cuando ya los tractores aplanaban sin miramientos la trasera de la Montaña de Amagro.

 

Al contrario de lo que dice el dicho, no ha llovido tanto desde entonces en Canarias, pero en ese tiempo también fue crucial para nuestras islas la constitución de la Federación de grupos ecologistas del archipiélago (Ben magec), que sigue siendo el buque insignia por la protección de nuestro territorio y biodiversidad.

 

Decía un destacado activista, asistente en el acto, que el movimiento ecologista tiene que hacer un esfuerzo para explicarle a las nuevas generaciones que los éxitos de los grupos ecologistas son, precisamente, lo que no se ve: la macrourbanización que no se hizo, aquel barranco que sigue siendo hoy un paisaje natural, aquella playa que quedó intacta, los vertidos que ya no se producen, el humo tóxico que ya no tiene lugar, los espectáculos con animales que no hay, los más de cien suicidios anuales de jóvenes en todo el Estado haciendo el servicio militar obligatorio… 

 

Se concluyó el acto con la reflexión de que la mayor parte de la concienciación medioambiental que tiene la población actualmente no es por casualidad, sino como consecuencia de la entrega y sacrificio de tantas y tantas personas, vinculadas al movimiento asociativo durante muchos años, en defensa de nuestros valores ambientales y patrimoniales

 

Por eso hay que poner en valor el trabajo en los grupos y colectivos, mensaje fundamental para estas generaciones digitales.

 

Asociación Cultural ALTAHAY 

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