
“Bien es verdad, y disculpen la muletilla, que la calle no es la misma: no reconozco ni a las personas que por ella transitan ni su extraña forma de vestir. Son otros tiempos distintos a los míos. Ahora hay muchos más negocios y muy variados. Antes predominaban las casas solariegas y la relación de vecindad. Así creo y deseo recordar el tiempo que estuve entre ustedes. ¡Pero qué descuidada soy! Llevo asomada a esta sección en tres ocasiones con ésta y todavía no me he presentado. Me llamo Casilda Machado y González-Bacallado. Ilda, me dicen. Soy la tercera hija de mis padres, que siempre fueron personas diligentes y enfrascadas no solo en su tiempo, que también, sino que vivieron y lucharon por procurarnos una existencia más llevadera que la que ellos tuvieron en su momento. Mi vida, a medio camino entre dos siglos, fue normal y, ahora que la contemplo con el espejo sólido de la memoria tuvo, creo recordar, sus altibajos hasta que conocí al hombre que me hizo feliz y me sacudió la existencia y me libró de las telarañas vitales: Mariano González de la Primera Laguna. Fue un hombre total, Mariano. Bien es verdad, otra vez la dichosa expresión de marras que no logro quitarme de encima, que desprendía bondad por todos sus poros y me hizo sentir la pasión más intensa y provocadora: nunca imaginé que mi cuerpo fuera tan potente. Pero no les voy a hablar de mi vida sexual. Es un tema tan personal que me da reparo el tratarlo en estas breves líneas. Pero, mejor, aquí lo dejo: ni soy escritora ni fui una persona distinta a las demás de mi época.”
Juan FERRERA GIL






























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