
Arucas amaneció con una sonrisa entre sus labios.
Los más pequeños del lugar, auténticos protagonistas, no se cansaban de mirar e intentar comprender lo que sucedía. Los Reyes Magos habían regresado, como siempre, fieles a la cita. Los rostros de los niños lucían su lado más enternecedor mientras que los nervios, convertidos en perretas más o menos esporádicas, estaban a flor de piel: en cualquier momento la desesperación podría anidar en los padres jóvenes y en abuelos que no tenían más que ojos para sus nietos.
En el día aruquense de la Víspera de Reyes hubo de todo y para todas las edades: tren, mercadillo, paseos, luces y locuras que los más pequeños protagonizaban al socaire de los Reyes Magos que una vez más vinieron de Oriente cargados de regalos.
Y alegrías para todos los gustos. Como debe ser…
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Juan FERRERA GIL
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