
Un año más ( y van 65 ), las madrugadas agaetenses comprendidas entre el día 16 de diciembre y hasta el 24 inclusive, volvieron a ser testigos de la ronda de villancicos a cargo de los Luceros de la Madrugada, un grupo entusiasta y amante de las tradiciones que proviene de la evolución natural de aquel Coro Parroquial que en el año 1959, y dirigido por don Tomás Martín Trujillo, recorrió las calles de la Villa Marinera anunciando las nueve Misas de la Luz.
Después de 65 años ininterrumpidos de villancicos en los que además de don Tomás Martín Trujillo como director, se sumaron a la iniciativa don Pedro Armas Santana y don José Santana Santana, llegó el relevo generacional correspondiente, recayendo en Tomás Armas Armas (Tomaso para las amistades), la responsabilidad de convocar a todas las personas que han querido sumarse y apoyar la tradición, de aunar criterios de horarios para los ensayos, consensuar el repertorio y los itinerarios para cada día por las calles del casco urbano de Agaete, hasta llegar al día 24 en el que concluye el ciclo con la Misa del Gallo a las doce de la noche.
En referencia al devenir de las “Misas de la Luz” en Agaete, siempre se había dado por válida la fecha del 16 de diciembre del año 1610, a partir de la cual, supuestamente, comenzaron a oficiarse dichas misas a tenor del testamento de don Alonso de Medina, el hacendado y bienhechor de la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, “…que dejó parte de sus bienes a responder del estipendio para dichas misas. Las que sin interrupción se vienen celebrando desde dicha fecha”, según recoge la crónica periodística consultada. Pero hete aquí que a raíz de la lectura de la traducción del testamento otorgado por Antón Cerezo, el hacendado genovés dueño del ingenio azucarero de Agaete, ante el escribano público Alonso de San Clemente, “fecho en II de octubre de 1535 años”, resulta que además de la consabida cláusula que siempre ha sido el centro de interés religioso, histórico, patrimonial y social en relación con la procedencia, injerencias, restauraciones y conservación de las Tablas Flamencas de Agaete, en la que declara: “Yo mandé traer de Flandes para la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de este Agaete, un retablo de pincel, del mejor maestro que se hallare, de la advocación de Nuestra Señora de la Concepción; mando que luego que sea llegado se dé e ponga en el altar Mayor de la dicha Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de este Agaete sin por él llevar cosa alguna, sino porque haga memoria de mi ánima en la dicha Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, e sea mi abogada”, descubro que entre otras disposiciones de similar redacción y contenido sobre las donaciones que hace el genovés a las iglesias y conventos destinadas a sufragar las misas que habrían de celebrarse por el eterno descanso de su alma, encontré una relacionada explícitamente con las Misas de la Luz: “Otrosí, mando que se digan por mi ánima, en la dicha yglesia de Nuestra Señora de las Niebes, las treze missas de La Luz; e se pague de mis bienes lo acostumbrado”.
Esta información viene indefectiblemente a modificar por una parte la fecha del inicio de aquellas Misas de la Luz y el número de las mismas (de trece en el siglo XVI a nueve en la actualidad), una cifra que era propia del medioevo y que variaba en función de la categoría social y estatus económico del testador ( según se explicita en el Diccionario histórico del español de Canarias), pagadas en las monedas de curso legal en aquel entonces como eran las doblas, los maravedíes o el medio real de plata nuevo y, por la otra, conforme a la redacción del párrafo, se sobrentiende que cuando Antón Cerezo hizo su testamento ya conocía la existencia de aquellas misas y hasta pudiera ser que se oficiaran en Agaete desde el momento en el que se crea la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, el 23 de abril de 1515, según la fecha de las actas del Sínodo convocado por el Obispo de la Diócesis de Canarias, Don Fernando Vázquez de Arce.
El precedente más inmediato de la manera en la que se ambienta y se celebra actualmente la Navidad auspiciada por la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, data del año 1942, cuando en tiempos del señor cura párroco don Manuel Alonso Luján, además de celebrarse un concurso de belenes y escenificar el Auto de los Reyes Magos, ya se hablaba de la tradición juvenil de acompañar “…con panderos y espadas, triángulos, sonajas y otros instrumentos pastoriles…”, los villancicos propios de las Misas de la Luz dentro de la iglesia, incorporándose con el tiempo para dar el salto a las calles del casco urbano, las bandurrias y guitarras, ralladores, hueseras y los pequeños porrones de barro llenos de agua que al soplar imitan el trinar de los pájaros, todos centrados en torno a la melódica primero y, posteriormente, al acordeón tocado por don Tomás Martín Trujillo, que no sólo hacían el recorrido de madrugada por las calles de Agaete, sino que llegada la Misa del Gallo, cantaban en latín la Misa en Fabordón, una técnica musical utilizada para el canto religioso en la Edad Media y en el Renacimiento.
El año 2024 siempre será recordado en Agaete como el año del relevo generacional, en la que la savia nueva ha recogido el testigo con muchas ganas y entusiasmo, haciendo no sólo los recorridos callejeros habituales y las visitas a casas particulares para alegrarle la vida a las personas mayores con problemas de movilidad y a sus cuidadoras y cuidadores, sino que además se han propuesto llevar la tradición más allá del municipio con su presencia en los centros educativos de la comarca norte de Gran Canaria, cuando no logrando que participen en las madrugadas de villancicos y de pan caliente con mantequilla, algunos centros educativos venidos desde más lejos.
Los avances tecnológicos y el uso de las redes sociales con su inmediatez, han sido fundamentales para relanzar la tradición, llegando cada día a todos los rincones de la geografía mundial donde hubiera alguien de Agaete que los reclamara, los vídeos con los recorridos callejeros envueltos en pentagramas de villancicos que emocionan nada más escuchar “Los gallos están cantando…” o “Campanitas que vais repicando…”, esas y otras canciones que forman parte del patrimonio musical emotivo y afectivo navideño que nos anclaron para siempre con Agaete, con nuestra gente y con la manera particular de celebrar la Navidad.
José Antonio Godoy Rodríguez.
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