Aprender y mirar. Juan FERRERA GILLeo en EL PAÍS SEMANAL del domingo 11 de agosto de 2024 que el escritor y arquitecto neoyorkino, Hisham Matar, al que desconocíamos completamente, sostiene lo siguiente: “estoy seguro de que cualquier pintura absorbe algo de la gente que la observa”.
Nosotros, la verdad, en nuestra torpeza cotidiana recurrente ni se nos había ocurrido pensar en ese detalle, por lo demás, importante y trascendental, que plantea una nueva situación, una nueva mirada que provocamos cuando nos disponemos a contemplar un cuadro. Es lo mismo, consideramos en nuestra ignorancia, que los anónimos lectores ejercen sobre un libro: una nueva interpretación, un renovado descubrimiento que sorprende, cuando menos, al creador de la imaginación.
Desconocemos si lo que afirma Hisahm Matar es verdad o no: hasta ahí, por mucho que lo intentemos, no somos capaces de llegar. Pensábamos que ojear detenidamente era otra cosa: nunca llegamos a imaginar que el cuadro, cualquier cuadro, superara el tiempo y el espacio y viajara con nosotros a lugares remotos, ignotos, donde las miradas de un lado y de otro se funden, tal vez, en armoniosa tranquilidad dando lugar a una agradable melodía. De ser cierta la afirmación nos da por pensar que el pintor, en su eterna creación de intentar alcanzar la eternidad, se proyecta desde el lienzo hacia nosotros y constituye con el que observa un equipo que descubre y ve lo que ve: la mirada profunda del artista independientemente del motivo del cuadro. Y su manera de estar en el mundo. Es una buena interpretación. En la entrevista, realizada por Anatxu Zabalbeascoa, se dicen más cosas en un alarde, acaso, de resumir lo esencial. Tal vez en otros momentos volvamos sobre ellas. De momento estamos rumiando la afirmación antes señalada.
Y en esa percepción nos hemos detenido con el fin de convertirnos, otra cosa es que lo logremos, en otro tipo de lector en el que la creatividad continúa su camino a través del tiempo y de la interpretación. Lo mismo intentamos realizar con los libros. Pero eso, como ya aventuramos, es otra historia.
Lo que nos propone este escritor, de origen libio, es su particular viaje a la vida, tan lleno de alegría y dolor. Que no es poco y carga con todas sus consecuencias a sus espaldas creativas. En definitiva, una peculiar forma de observar e interpretar lo que vemos.
Sutil.
Juan FERRERA GIL
































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