La confianza de Gisele Pelicot
Acabo de ver el vídeo de Gisèle Pelicot tras conocer la sentencia que condenaba a su marido y al resto de violadores a penas de entre 3, 15 y 20 años de cárcel.
Siento una admiración inconmensurable por esta mujer. En su declaración de apenas un minuto y medio dice: “Confío, ahora, en nuestra capacidad para conquistar colectivamente un futuro en el que cada uno de nosotros, mujer y hombre, pueda vivir en armonía, con respeto y comprensión mutuos”. Lo dice una mujer que fue drogada y violada, durante casi 10 años, por más de 50 hombres de toda edad y condición. Una mujer cuyo marido había orquestado todas esas violaciones. Su marido, la persona a la que amaba y en quien confiaba, quien se supone debía acompañarla y protegerla frente a los males del mundo.
Y, aun así: Confío, dice.
Confío.
Me agarro a su confianza, a su valentía, a su dignidad y a su entereza como a un clavo ardiendo. Porque dice mucho de ella que hable “de cada uno de nosotros”, incluyéndose en la frase, incluyendo a las mujeres (víctimas de violaciones y vejaciones de todo tipo a lo largo de toda la historia de la humanidad) en lugar de interpelar únicamente a los hombres, que somos los responsables últimos de estas atrocidades. Creo entender por qué habla de “cada uno de nosotros, mujer y hombre”; creo comprender su mensaje y su tono conciliador y sosegado a la hora de pedir un mundo mejor.
No sé si yo habría sido capaz.
Porque a la rabia que siento cada vez que pienso en lo que le han hecho a esta MUJER, se le suma el asco que experimento cuando veo a los hombres indignarse y ofenderse ante este caso (y otros similares) mientras sacan el cartelito de #NotAllMen. ¿Qué pretenden? ¿Qué cojones pretenden? ¿A qué hombres necesitan justificar? ¿A sí mismos? ¿A sus amigos íntimos, a sus padres, tíos, hermanos, abuelos? Que les jodan a todos. Yo no formo ni quiero formar parte de ese “equipo”, no necesito a una horda de gilipollas indignados hablándome de denuncias falsas y mujeres malvadas, retorciendo el argumentario feminista para intentar salvar la supuesta dignidad masculina, o para demostrar que su (nuestro) trato hacia las mujeres ha sido, es y será exquisito.
Porque es mentira.
Yo he tenido actitudes y comportamientos machistas y sexistas. Los he contemplado, los he alentado, los he reído cuando no tenían ni puta gracia. Me he defendido cuando mujeres que me quieren me han afeado dichos comportamientos. He dicho, como todos: “No es para tanto”.
Me avergüenzo de todo ello. Aprendo de ello. Veo a la señora Pelicot y solo puedo bajar la cabeza y abrir los oídos. Escucharla y seguir aprendiendo. Mirarme (mirarnos) en el pasado y proyectarme (proyectarnos) en ese futuro mejor del que ella habla, en el que ella confía.
Feminismo, siempre.
Felices fiestas.
Guillermo Quesada Barriuso






























Melquíades | Lunes, 23 de Diciembre de 2024 a las 08:12:40 horas
Sensata y necesaria reflexión.
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