![[Img #23735]](https://infonortedigital.com/upload/images/12_2024/1389_munecapapel.jpg)
De entre todas las estanterías que tenía la vieja librería de la abuela, había una a la que nadie se atrevía a acercarse. Era la más apartada y oscura, del lugar, donde reposaban los libros más viejos y misteriosos. La preferida de la abuela.
Un día, Alicia, impulsaba por la necesidad imperiosa de querer saberlo todo, se acercó a ella por primera vez en su corta vida. Había tantos libros que ni siquiera los podía abarcar todos de un solo vistazo. Deslizó sus dedos por el lomo de los que quedaban a su altura, los más viejos y descoloridos, hasta que uno de ellos llamó su atención. Era grande y pesado, con restos de un color verde esperanza en su portada. Se sentó en el suelo con él en su regazo y lo abrió.
“Oh, pero qué bonito”, exclamó. En una de sus páginas, dos figuras dibujadas a lápiz comenzaron a tomar forma: parecían ser dos niñas gemelas, vestidas casi iguales, con miradas vacías y cabellos desordenados.
Se sentía tan emocionada admirando el dibujo que siguió pasando las páginas, una tras otra, observando cómo, a medida que lo hacía, las gemelas parecían moverse ligeramente. Hasta que, de repente, escuchó una pequeña vocecilla que parecía proceder de una de ellas.
“Por favor, ayúdanos a salir. Estamos atrapadas dentro de este viejo libro desde hace ya muchos años”. Alicia no se lo podía creer. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y cerró el libro de golpe. Con la respiración aún entrecortada se levantó y se dirigió hacia el mostrador donde la abuela tenía siempre su agua con sabor a limón. Y fue entonces cuando se dio cuenta: algo, dentro de la librería, había cambiado. Al girarse pudo comprobar que las gemelas no se habían quedado entre aquellas páginas, sino que ahora estaban allí, frente a ella. Eran pequeñas, y reales, aunque seguían manteniendo el aspecto de haber sido dibujadas con grafito.
—Prometiste ayudarnos —dijo una de ellas con una leve inclinación de la cabeza.
—Yo no prometí nada —respondió Alicia, retrocediendo.
Las gemelas avanzaron lentamente hacia ella, manteniendo sus pies separados del suelo. En seguida se dio cuenta de que no tenía escapatoria, la puerta de la librería estaba cerrada con llave y su abuela se la había llevado con ella al desván, donde se encontraba el almacén de libros sin colocar.
—Solo necesitamos una vida —dijo una de ellas—. Danos la tuya, y te dejaremos ir.
Alicia cerró los ojos con fuerza, deseando que todo fuera un sueño. Pero el frío tacto del roce de un dedo, con textura de papel, sobre su mejilla le hizo abrirlos. El cuarto estaba vacío. Las gemelas habían desaparecido y el libro se encontraba colocado en su sitio.
No entendía nada de lo que había pasado, pero se sentía extraña, como si algo en su interior hubiese cambiado. Al fijarse en su aspecto en el espejo de la entrada, se dio cuenta de que ya no era ella. No era la misma Alicia morena, sonriente y vital de siempre. Ahora su rostro lucía pálido y con ojeras, Su cabello presentaba finas líneas grises que parecían acentuarse cada vez más y su mirada parecía vacía, como la de las gemelas.
Desde ese día, no se supo nada más de Alicia y ahora, en aquel libro, eran las 3 las niñas que esperaban pacientemente a que alguien se atreviese a acercarse a aquella extraña estantería.
Olga Valiente
































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.49