LA BRISA DE LA BAHÍA (206). Volver

"...VOLVER es una suerte vital que nos pone los pies en el suelo: personifica que llenamos de nuevo el aljibe de agua, que recuperamos con renovadas energías las calles de la ciudad..."

Juan Ferrera Gil Lunes, 25 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:
Volver. Juan FERRERA GILVolver. Juan FERRERA GIL

Regresar siempre está bien. Ya sea como consecuencia natural de un viaje o solo a través de la ensoñación.

 

Y con el natural regreso recuperamos nuevamente la casa y los espacios cotidianos, además de volver a ver, y disfrutar, a las personas que han significado en nuestras existencias y, también, podremos apreciar cómo han influido positivamente en nuestro afán diario. Solo por eso, que no es poco, vale la pena el regreso. Desconocemos si aquello de “veinte años no es nada”, como dice la canción, significa algo, pero sí les podemos asegurar que reconocer los lugares que en nuestra vida han sido importantes es una realidad que se renueva de cuando en cuando y que viene a simbolizar mucho más: la evidencia clara de una manera de mirar. Además, creemos que las palabras se resisten a salir debidamente de su escondite, ubicada allá en la Cueva del Cisco, en la Montaña de Arucas, donde el amigo Blas decía que había encontrado una “partosa” repleta de estampas con los mejores futbolistas de nuestra etapa infantil, en la que el Colegio de La Salle representaba una novedad constante que nos formaba o, al menos, lo intentaba. Claro que los maestros de aquel tiempo, no todos, gracias a Dios, empleaban con demasiada libertad el palo y la amenaza permanentes.

 

Sin embargo, VOLVER es una suerte vital que nos pone los pies en el suelo: personifica que llenamos de nuevo el aljibe de agua, que recuperamos con renovadas energías las calles de la ciudad, a pesar de las múltiples obras, y que la casa necesita una limpieza a fondo. Y ahora les dejo porque lo primero es lo primero.

 

Otrosí: sí, está bien, muy bien, regresar a los libros que pacientemente nos han estado esperando, situados unos en la mesa de noche, como durmientes vitales que velan nuestros sueños, y otros dispuestos en las estanterías del “palomar”: cada uno de ellos ansía, tal vez desesperadamente, su momento para volver.

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