Los robles, arces y pinos
de los jardines de Kew (kiú)
se visten de oro en otoño,
cuando los baña la luz.
Algunas hojas se tiñen
según se lanzan al vuelo,
creando una alfombra roja
que cubre y tapiza el suelo.
Precioso e idílico este paraje londinense llamado Kew Gardens, el mayor jardín del mundo, en el distrito de Richmond, a orillas del Támesis, donde, aparte de los inmensos invernaderos, verdaderos palacios victorianos de cristal y hierro,
… en cuyo exterior se suelen exponer esculturas gigantescas (como esa orquídea de acero inoxidable de Marc Quinn), se encuentran también dos galerías de arte: la Marianne North, donde hay pinturas de plantas y paisajes, y la Shirley Sherwood, donde ahora se presenta una exhibición de obras de cerámica realizadas por Felicity Aylieff.
He aquí el cartel anunciador, junto a una pieza gigante de porcelana torneada y esmaltada, que mide más de cinco metros. La renombrada ceramista es una de las artistas punteras de Inglaterra trabajando la arcilla. Ha colaborado con los artesanos de la ciudad de Jingdezhen, la capital china de los grandes maestros de la alfarería, y ha creado vasijas, jarrones y tallas de diversos tamaños, la mayoría azules y blancos, algunas con motivos florales.
Felicity Aylieff, nacida en 1954, es una artista con fama internacional, pero yo siempre que veo alguna pieza de cerámica, sobre todo tallas, aunque sean pintadas a mano,
… me acuerdo de doña Juliana, la alfarera de Hoya de Pineda, que las dejaba del color del barro. Eran las que se usaban en los talleros de mi infancia, con pila y culantrillo y un jarro para beber el agua.
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Recuerdo que la primera vez que fui a la casa-cueva de doña Juliana, hace casi cuarenta años, me encontré con un solar lleno de amapolas que me llamó la atención. Y más tarde, cuando ella me estaba enseñando el horno repleto de todo tipo de piezas de arcilla, fui atacado por una cabra que vino derecha hacia mí, balando enrabietada, y me arrinconó contra una zona de piteras. Asustado, me escondí tras un pitón.
-No le tengas miedo, querío, que ésta se jartó de amapolas locas y está como una jaira –dijo ella agarrando al animal por el rabo y tirando de él.
Vuelvo, para concluir, a los hermosos jardines de Kew, una joya que tienen en Londres, donde el otoño es dorado y rojo con una alfombra verde que lo recorre y con una pagoda china, diseñada por William Chambers, que se alza coqueta en medio de los árboles, cuyas hojas tapizan el suelo. Es un lugar de ensueño que merece ser visitado una y mil veces.
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En mis sueños otoñales,
alguna vez me despierta
el crujido de mis pasos,
pisando las hojas secas.
Texto y poemas: Quico Espino
Fotografías: Quico Espino y François Hamel
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