¡Cuidado, que te cojo! Eso temíamos mis hermanos más pequeños, mis amigos y yo, cuando éramos críos, pues fueron muchos los sobresaltos que nos llevamos por culpa de la dichosa Mano negra. Nos aterraba la idea de ser capturados por ella.
Recuerdo que, teniendo yo unos siete años, una noche abrí la puerta de la habitación en la que dormía con mis hermanos, y, en la negrura total, busqué el interruptor de la luz. En ese momento uno de ellos puso la mano encima de la mía, susurrando, con un tono misterioso: ¡la Mano negra!
¡La madre que te parió, cabrón!, le dije. De milagro no se me paró el corazón, pues que te cogiera la Mano negra significaba que vivirías para siempre en el reino de la oscuridad. No sé quién diablos se inventó esa historia, pero, quien quiera que fuera, bien podía haberse dedicado a otra cosa y no a incidir en meter miedo a los niños.
Parece ser, según me he informado, que hubo varias organizaciones secretas con ese nombre. Una actuó en Andalucía durante el reinado de Alfonso XII, a finales del siglo XIX, y otra organizó el atentado que mató al heredero al trono austrohúngaro y a su esposa, en 1914, uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial. También hay una película de intriga, de 1950, dirigida por Richard Thorpe, llamada The black hand.
La foto de la mano negra que encabeza el artículo, que da la impresión de querer atrapar a los viandantes, era originalmente en color.
Yo la edité para ponerla en blanco y negro porque me venía bien para mi propósito; en realidad es un detalle de una pintura tenebrista de Caravaggio (1571-1610) llamada “Los discípulos de Emaús”.
También edité esta otra foto: dos ojos que parecen decir: “te estoy viendo”,
… con la pretensión de dejar un ojo solo
![[Img #23178]](https://infonortedigital.com/upload/images/11_2024/5110_manonegra05.jpeg)
… para, al igual que hablé de la Mano negra, hacerlo igualmente del Ojo que todo lo ve, ese ojo cristiano enmarcado en un triángulo, representando al Altísimo, que me producía pánico, porque, en mi ignorancia infantil, pensaba que me estaba observando en todo momento, recriminándome que matara pájaros o lagartos con la tiradera, o que le dijera cabrón o maricón a mis hermanos y a mis amigos.
Esos ojos pueden ser también un detalle de una pintura de Antonello da Messina (1430-1479), titulada “Retrato de un hombre”,
![[Img #23179]](https://infonortedigital.com/upload/images/11_2024/4503_manonegra06.jpeg)
… que, al igual que la de Caravaggio, se exhibe en la Galería Nacional de Londres.
Si a la Mano negra y al Ojo que todo lo ve añadimos a los Chupasangre, al Hombre del saco, al Coco y al mismísimo Satanás, cuyos cuernos vi tras las piteras varias veces, pues vaya una infancia que tuvimos los chiquillos de mi generación. Parece que nuestros mayores no tenían nada mejor que hacer que meternos miedo, aunque lo hicieran para protegernos, cosa que no se puede decir de los curas, que, agarrándose al pecado, sobre todo el relacionado con el sexo, nos atemorizaron de manera arbitraria con el diablo y el infierno.
Espero que los niños y niñas de ahora se sobresalten sólo cuando sientan peligro debido a una amenaza real, siendo el instinto de conservación el que se ponga alerta, pues el miedo irracional puede convertir la niñez en un suplicio y dejar secuelas que no siempre se consiguen remediar.
Texto: Quico Espino
Información y fotos: François Hamel y Google
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