Ya no sé qué pensar
Anda la casta política, la que nos dirige y oposita, a cuenta del desastre valenciano, mayormente embriscada, donde sostiene argumentos contradictorios que solo sirven para sembrar confusión y asombro.
Es cierto que los bulos han predominado en estos tiempos de ahora, donde las palabras parece que las ha cargado el mismo diablo; sin embargo, la sombría y lóbrega casta política deja mucho que desear: unos por zoquetes que no saben actuar y solo ven rentabilidad electoral en sus no-acciones; otros porque sostienen versiones contradictorias sin ponerse colorados y los de más allá pues ¡vaya usted a saber! Ya no hay quién los entienda. Hoy tenemos la sensación de que ni siquiera los periodistas preguntan lo estrictamente necesario y preciso. Es verdad que los tiempos son otros y que las costumbres son nuevas. Y que algunas miradas pueden matar. Sin embargo, no me negarán ustedes que la falta de empatía y responsabilidad sobresalen sobre las cuestiones más mundanas y ligeras; da igual que haya víctimas y/o desaparecidos. Da lo mismo. Todo es motivo de transacción y oportunidad electoral para arremeter contra el contrario: el enemigo público número uno al que hay que derribar, incluso con mentiras convertidas en argumentos y repetidas hasta el infinito y más allá.
Y así, sin respeto por la consideración al moribundo interés general, no se puede construir nada. O casi nada.
Juan FERRERA GIL


































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