
Cuando los turistas entorpecen la vida cotidiana, entonces hay que parar y analizar debidamente. Bien es verdad que el motor económico de Canarias es el turismo; sin embargo, no le da derecho ni a avasallar ni a destruir lo que nos rodea: o ponemos un límite a ese hecho que nos convierte en parque temático o moriremos todos de éxito. Y eso no está bien. Por eso regresan las voces del pasado, vean la imagen, a advertirnos de lo mal encaminados que vamos. Siempre el pasado nos corrige. Y eso es muy sano: significa no solo que otras personas se adelantaron a su época, sino que descubrieron los peligros claros del enriquecimiento desmedido y la vanidad que encierra crecer por crecer. Pero las islas son frágiles. Y fragmentadas.
Juan FERRERA GIL































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