Historia

El cólera morbo en Valleseco (Gran Canaria), año de 1851

El cólera morbo, la Epidemia, entró con virulencia en la isla de Gran Canaria, alcanzando el municipio de Valleseco el 15 de junio de 1851.

Felipe Enrique Martín Santiago Sábado, 09 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:

El 24 de mayo de 1851, falleció una mujer que se ganaba la vida lavando ropa, en el barrio de San José, extramuros del Real de Las Palmas; por la muralla Sur, que discurría desde la Plaza de Santa Isabel, aproximadamente, extendía sus paredes, siguiendo la trasera del convento de los Dominicos, en Santo Domingo, hasta la Portadilla de San José, por donde se conectaba con el camino de San Juan. En esa zona externa de la ciudad, se extendían los Riscos de San Juan y San José.

 

En principio, la muerte pasó desapercibida para el resto de los habitantes de la isla de Gran Canaria, pero con el tiempo quedó señalada como el principio de la epidemia del cólera morbo, que afectó a la mayor parte de los pueblos de la isla, salvo Mogán, que por la lejanía quedó libre de sus efectos mortíferos.

 

Hasta el presente, se considera el fallecimiento de la lavandera de San José, que en su actividad para ganarse unos dinerillos, para sostener las necesidades de su casa, como el inicio de la epidemia. Existen documentos que pueden acreditar que el origen de la extensión de la epidemia pudo afectar inicialmente a zonas intramuros del Real de Las Palmas, pertenecientes a clases sociales solventes, pero es necesario un análisis de las fuentes que disponemos para aclarar este punto.

 

Es cierto, con anterioridad al inicio del cólera morbo en Gran Canaria, que en la ciudad de La Habana, en Cuba, se había declarado la propagación de la epidemia. Al mismo tiempo, la llegada al puerto del Real de Las Palmas del buque Trueno, procedente de dicha capital. Unido a ello, la contratación de la lavandera para lavar un bulto de ropa sucia que venía en el barco, que estarían contaminados.

 

Existen varias publicaciones que nos ayudaron en la elaboración de este trabajo, pero consideramos esencial el libro 1 de defunciones de la parroquia de San Vicente Ferrer de Valleseco, para abordar la propagación del cólera morbo en ese municipio. De hecho, sabemos la fecha del inicio de la propagación del cólera morbo en Valleseco por el presbítero de su iglesia.

 

A lo largo de los siglos, desde la colonización castellana, no debemos olvidar que la conquista del Archipiélago fue bajo el paragua del reino de Castilla, Valleseco pertenecía a la parroquia de Teror. Durante la Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840), ante la minoría de edad de Isabel II, se implantó el nuevo sistema administrativo liberal, dirigido por el “ministro” Javier de Burgos, que supuso la aparición de los nuevos municipios de Gran Canaria, entre el año de 1835 y 1836, disgregados del municipio insular del Real de Las Palmas, salvo el Señorío de Agüimes que contaba con alcalde real y ordinario desde un principio.

 

Durante varios años, Valleseco perteneció al recién creado municipio de Teror, y a nivel eclesiástico a la parroquia de Nuestra Señora del Pino de Teror, desde mediados del siglo XVI. Lo normal es que los lindes parroquiales dieran paso a los nuevos municipios, pero en Valleseco primero se creó el municipio, desde 1842, y luego la parroquia, en 1846. Pocos años después de la creación de la Parroquia de San Vicente Ferrer de Valleseco, el 15 junio de 1851, el municipio tuvo que hacer frente a la epidemia del cólera morbo.

 

En el libro de defunción primero de la iglesia de San Vicente Ferrer de Valleseco, folio 46 vuelto, número de asiento 357, el presbítero Francisco Bernardo Guerra Navarro anotó el fallecimiento de Rita Cárdenes, mujer de Francisco Castellano, vecina de la Ciudad de Las Palmas, de unos 40 años, hija de Miguel de Cárdenes y de María Perdomo, “por haber fallecido del cólera”. Por su estado no fue enterrada en el cementerio de la parroquia, fue sepultada “donde dicen Lanzarote”.Añade que no testó por ser pobre. Al aportar datos personales de la fallecida entendemos que estaría acompañada por algún familiar o conocido, que habrían huido de la capital al declarar la epidemia la Junta Local de Sanidad, el 5 de junio de 1851, favoreciendo con ello la extensión de la enfermedad y los efectos negativos que tuvo en la población de Gran Canaria.

 

De todas forma, el día anterior, el 14 de junio de 1851, observamos el fallecimiento de otra vecina de Las Palmas, que fue enterrada en el cementerio de la parroquia, Juana Domínguez, natural de Fuerteventura, de 60 años de edad, hija de Juan Domínguez y María Rodríguez [libro 1 de defunción, folio 46, número de asiento 356]. No descartamos que tenga que ver con la huida masiva de la población de la capital ante la declaración de la epidemia.

 

La falta de una planificación sanitaria, de un cordón sanitario, favoreció la extensión de la misma. Se calcula que en el municipio de Valleseco fallecieron unas 158 personas, de una población de 1719 habitantes, un 9,2% de la población de 1851. Durante un poco más de dos meses, Valleseco sufrió los avatares del cólera morbo.

 

EL CÓLERA MORBO EN VALLESECO, GRAN CANARIA. (2)

 

Análisis estadístico y síntesis.

 

La metodología de investigación utilizada tiene tres fases: Primero, la búsqueda de documentos primarios y fuentes secundarias que tengan que ver con el tema. La segunda parte, el análisis de los mismos. Tercera parte, una síntesis con las conclusiones que hemos podido verificar. Sería una metodología de análisis y síntesis, propiamente dicha.

 

Resulta significativo que en el mes anterior a la propagación de la epidemia en Valleseco, el mes de mayo de 1851, en el libro 1 de defunciones de la parroquia, solamente aparecen inscritos seis fallecimientos. En el Régimen Demográfico del Antiguo Régimen la tasa de natalidad era elevada, la tasa de mortalidad también, y el crecimiento natural de la población era lento. Dentro de la tasa de mortalidad sobresale la tasa de mortalidad infantil, considerando a los pérvulos a los menores de seis años. Los adultos solían ser los mayores de siete años, consideración dada por su aportación al trabajo de la familia. Los niños y niñas con esa edad ya realizaban tareas en el hogar y en el campo, sería un motivo económico laboral para la consideración de adultos. En el otro extremo de la mortalidad están los ancianos, que junto con la mortalidad infantil, aportan el mayor número de fallecidos.

 

En el mes de mayor de 1851, de los seis fallecido inscritos, cuatro pertenecen a los grupos más débiles, con dos párvulos y dos ancianos, sería dos terceras partes del total. En el mes de junio de 1851, hasta la declaración del cólera por el párroco de Valleseco, el 15 de junio de 1851, contabilizamos tres fallecidos. A mediados de mes, la actuación de los cuatro jinetes del apocalipsis, provocará una subida considerable de la mortalidad.

 

Los cuatro jinetes del apocalipsis.

 

El Antiguo Régimen Demográfico se caracteriza por un crecimiento lento, por la alta natalidad y la alta mortalidad, que en periodos determinados, por la actuación de los cuatro jinetes del apocalipsis, provocaba un crecimiento natural negativo, al morir más personas de las que nacían.

 

Los cuatro jinetes del apocalipsis son: Guerra, Hambre, Epidemias y Muerte, que estaban interrelacionados. La Guerra provocaba Muertes en los campos de batalla, esos muertos no eran enterrados, extendiendo las enfermedades, Epidemias. La extensión, de la peste, por ejemplo, incrementaba la Muerte, diezmando a la población campesina que no podía cultivar, provocando una disminución de la producción, incrementando el Hambre; y así, de forma sucesiva.

 

El cólera morbo, la Epidemia, entró con virulencia en la isla de Gran Canaria, alcanzando el municipio de Valleseco el 15 de junio de 1851.

 

El 21 de junio ya se empieza a notarse sus efectos, con dos fallecidos. El 22 de junio su crecimiento es multiplicador, con seis muertes. El 23 de junio con cuatro entierros, en “el Prado Nuevo”. Del 24 de junio al 28 de junio contabilizamos once fallecidos.

 

El 29 de junio , en un solo día, se enterraron once personas. Del grupo de los párvulos, menores de seis años, se inscribió un niño de un año. La niña Antonia de la Nuez, de siete años, aparece como soltera, hija de Bartolomé de la Nuez y María Reyes, vecinos del Barranco de La Montaña. Como hemos señalado, la frontera entre párvulo y adulto viene marcada por la aportación de los menores a las actividades del hogar, la labranza y el cuidado del ganado; con siete años aportaban su granito de arena al sostenimiento de la casa, ya sean hijos naturales, adoptados o acogidos. En grupo de los ancianos, mayores de sesenta y cinco años, está representado por un muerto, Francisco Herrera, de ochenta y ocho años, vecinos de Las Carpinteras, lugar que se reparte entre Valleseco y Teror; viudo de Josefa de León, hijo de Pedro Herrera y de Estebana Domínguez. Fruto de la epidemia del cólera morbo, el grupo de adultos mayores de cuarenta años hasta sesenta y cuatro, viene representado por ocho fallecidos, el 72`7% del día 29 de junio de 1851.

 

El 30 de junio, con ocho entierros. Se aprecia entre los fallecidos un vecino de San Mateo, Melchor Expósito, de 16 años. Entre un párvulo, de dos años, y dos “adultos” de diez años, contamos con el 37,5% de los fallecidos. Entre cuarenta y cincuenta años contabilizamos tres, el 37,5% del total. De los ancianos, con una fallecida, natural de San Vicente de Arriba, Juana Falcón, viuda de de Juan Falcón y Juana “Zapatera”. Con la creación de la parroquia de San Vicente Ferrer de Valleseco, en 1846, la zona por “arriba” del Recinto o Pueblo de Valleseco, fue denominada San Vicente de Arriba, que incluía el pago de Lanzarote y alrededores.

 

En el mes de julio hubieron cien fallecimientos. En el mes de agosto se produce una interrupción en los registros del libro de defunciones. El primer párroco de la iglesia de San Vicente Ferrer de Valleseco (1846-1851), Francisco Bernardo Guerra Navarro (1807 en Teror/ 1877 en Guía), exclaustrado del convento de los Domicos del Real de Las Palmas, por las leyes de desarmortización, fue designado párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Guía, en el municipio de Santa María de Guía, en Gran Canaria. Por razones que desconocemos hasta el momento, no fueron inscritas las defunciones durante varios meses, no descartando que otra parroquia de la zona se hiciera cargo de forma interina de los registros en los libros parroquiales.

 

Hasta el mes de noviembre no se incorpora un nuevo párroco, Antonio Domínguez, existiendo una laguna documental en el libro de defunciones de San Vicente Ferrer de Valleseco:

 

  1. “Salvador de Ojeda, soltero y mudo. 7 noviembre de 1851. De 43 años más o menos. Pobre de solemnidad. Hijo de Mateo de Ojeda y de Andrea Bayona, difuntos. Vecinos de Casarón. Folio 69. Antonio Domínguez firma.”

 

Por grupos de edad, podemos decir que los párvulos y ancianos , con un 27´4% y un 14´3%, fueron los más castigados por el cólera morbo en Valleseco, con un total de 41´7%.

 

El grupo en edad de trabajar, según los criterios de la época, que consideraban adultos a los mayores siete años hasta los dieciocho años, representan el 11´1% de los fallecidos. El grupo de diecinueve años hasta veintinueve eran el 10´4 % . El grupo de treinta a treinta y nueve, el 9´1%. El grupo de cuarenta a cuarenta y nueve, con el 8´4%. El grupo de cincuenta a cincuenta y nueve el 7´8%. El grupo de sesenta a sesenta y cuatro, subía a un 9´8%; en el contexto del Antiguo Régimen Demográfico, estaría más cerca del grupo de ancianos. Si tenemos en cuenta a los fallecidos con sesenta años hasta sesenta y cuatro, y lo añadimos al grupo más débil de párvulos y ancianos, estamos hablando de un 51´5%. Más de la mitad de los muertos de la epidemia del cólera morbo en Valleseco.

 

En el mes de agosto de 1851 solamente se registran dos fallecimientos. Creemos que los que tenían que morir en circunstancias “normales” en ese mes, ya el cólera morbo se encargó de adelantar su muerte, de ahí la baja tasa de mortalidad en fechas posteriores a la epidemia.

 

En conclusión, la actuación de un jinete del apocalipsis en Valleseco, la Epidemia, provocó un “crecimiento negativo” (decrecimiento de la población) en el municipio.

 

Felipe Enrique Martín Santiago

Historiador

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