
Todos necesitamos sentir que pertenecemos (a una familia, a un grupo de amigos, a un grupo de trabajo...) y que nuestra colaboración es importante.
Esas dos necesidades, la de pertenencia y la de contribución, son imprescindibles para el buen desarrollo socioemocional de cualquier persona.
Imagina que empiezas en un nuevo trabajo. Nuevas funciones, nuevos compañeros, nuevo entorno...Te va a llevar un tiempo adaptarte, seguramente. Y conseguirás sentirte totalmente adaptado cuando sientas que perteneces a ese grupo y que tu contribución, tus ideas, tus aportaciones son necesarias e importantes para su buen funcionamiento.
Pues ésto es lo que sostenía Alfred Aldler, psicólogo pionero en la psicología individual, que basaba su teoría en la premisa de que la conexión social y el sentimiento de ser útiles son fundamentales para el bienestar y el desarrollo saludable.
Y por la misma regla de 3, y teniendo en cuenta que los niños también son individuos, podemos entender que también necesitan cubrir estas necesidades básicas y desenvolverse en un entorno donde se sientan valorados e importantes.
Éste es el enfoque de la Disciplina Positiva, desarrollado por Jane Nelsen y basado en las ideas de Adler, en el que se enfatiza que cuando éstas necesidades se satisfacen, promueven en los niños la cooperación, la autoestima y la competencia emocional.
¿Qué tiene que ver ésto con las responsabilidades?
Estudios contemporáneos en psicología del desarrollo subrayan que la participación activa en el entorno familiar y la responsabilidad acorde a la edad, son fundamentales para satisfacer ese sentido de importancia y valor en los niños.
Por lo que, desde su más tierna infancia, desde que se pueda, es muy favorable darle responsabilidades acordes a su capacidad y su edad, que le hagan entender que pertenece a este grupo familiar y que su colaboración es imprescindible para el buen funcionamiento de la dinámica familiar.
Es decir, darles tareas y responsabilidades en el hogar es una de las maneras más efectivas de cubrir esa necesidad de pertenencia y contribución.
Porque cuando los niños participan en actividades domésticas, no solo están ayudando, sino que están aprendiendo su rol dentro de la familia, su importancia, potenciando su autoestima, su sentido de propósito, sus habilidades sociales (de organización, disciplina, gestión del tiempo...) y desarrollando una sensación de logro.
Que tu hijo de 3 años sepa que es su responsabilidad recoger todos los juguetes cuando termine de usarlos, no sólo contribuye a que la casa esté más ordenada, sino que le ayuda a sentirse importante dentro de la familia y a desarrollar habilidades esenciales para la vida adulta.
Y además, el sentirse útiles y valorados en casa, hace que sea menos probable que busque esa validación en otros lugares o en comportamientos de riesgo.
Tu hijo, si está en la primera infancia, sobre todo a partir de los 3 años, ya debería tener determinadas responsabilidades; como podrían ser recoger sus juguetes, regar plantas, llevar la ropa sucia a la cesta, hacer la cama (bien, mal, pero hacerla), poner y quitar la mesa a la hora de comer e incluso encargarse de que el perro tenga siempre comida en el cacharro (o de avisar a un adulto para que la ponga).
Son más capaces de lo que creemos para asumir responsabilidades, y lejos de vivirlas como un castigo, las asumen con orgullo.
La clave está en valorar el esfuerzo, no el resultado. Porque evidentemente al regar las plantas caerá más agua por fuera que por dentro, la mesa no quedará de protocolo y la cama parecerá que sigue sin estar hecha; pero si ha cumplido con su responsabilidad de hacerlo (a su manera) el objetivo estará más que cumplido.
Cuando das responsabilidades en casa a los niños no pongas el foco en mantener el orden en el hogar; sino en usarlo como una herramienta poderosa para que se sientan parte de la familia y para nutrir su desarrollo emocional.
Contribuir al bienestar familiar fortalece la unión y la colaboración entre todos los miembros de la familia y ayudarles a experimentar la pertenencia y la contribución desde pequeños, sienta las bases para un adulto seguro, empático y capaz de enfrentarse al mundo con confianza.
Haridian Suárez
Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)































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