LA BRISA DE LA BAHÍA (203). El paso del tiempo, otra vez

Tengo para mí que la distancia es el verdadero tiempo: cada vez nos acercamos más a un lado de la vida que a otro.

Juan Ferrera Gil Lunes, 04 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:
Paso del tiempo. Juan FERRERA GILPaso del tiempo. Juan FERRERA GIL

El paso del tiempo va dejando huellas y sombras en el camino. Y arrugas en el corazón.

 

Solo las viejas fotografías que un día fueron únicas y verdaderas sirven para comprobar y ver la evolución que no cesa. Como siempre nos vemos en los espejos, apenas notamos los cambios; sin embargo, sí se producen. Lo mismo nos pasa con las personas que hace tiempo que no vemos: cuando nos plantamos delante de ellas comprobamos que la vida transcurre a su paso; lo mismo pensará el observado ante nuestra mirada. Y entonces las pasadas imágenes nos devuelven una visión, una sonrisa distinta a la de ahora, tal vez más triste y apagada, que viene a significar no solo que la vida ha ido pasando, sino que, al ser más mayores, se acentúa la edad y la distancia.

 

Tengo para mí que la distancia es el verdadero tiempo: cada vez nos acercamos más a un lado de la vida que a otro. Y eso no solo es así, sino que además de ser irreversible ganamos en silencios, en escuchar peor y se nos coloca un cierto tono de intransigencia en nuestro carácter que si no dominamos bien llegará a regir los próximos años. Todo viene a indicar que nuestro pensamiento es otro, pero como el cambio ha sido tan paulatino apenas lo llegamos a notar: solo las imágenes tomadas en un tiempo que fue distinto hablan de evolución en el camino vital.

 

No nos gusta pensar con mucho tiempo de antelación: por lo pronto estamos aceptablemente bien y a ver si esto dura, más que nada porque aún nos creemos con fuerza suficiente para seguir en la senda, avanzando poco a poco. Ahora todo el mundo nos adelanta en el paseo diario; tratamos de seguirlos, pero la ventaja es cada vez mayor. De momento, seguimos adelantando a otros tantos que a nuestro lado pasean y caminan; sin embargo, debemos estar en el grupo más lento. O casi. Así notamos no solo el paso del tiempo, obsesión que siempre hemos hecho nuestra, sino que, además, constatamos que ocupamos un lugar y un espacio durante algún instante previamente asignado y que, afortunadamente, desconocemos su término. Así es. Así siempre ha sido, pero hasta ahora había otros delante. Al ocupar esos lugares delanteros, la visión cambia y nunca se sabe. Eso es: nunca se sabe: seguimos tardando una hora en recorrer cinco kilómetros; aunque con la sensación de que a veces nos vamos retrasando un poquito más. ¿Es eso la evolución? Mejor será decidirlo otro día, otro tiempo, otra época…

 

De todas formas, no se crean que no vivimos el presente: sabemos perfectamente en qué consiste y a él nos aferramos con fuerza: sabemos muy bien que es lo único importante. Así que si miramos hacia atrás es solo para coger impulso, que suelen repetir, y con razón, algunos conocidos con los que nos cruzamos…

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