Educación infantil

Factores de riesgo vs factores protectores

Hay miedos inherentes a la crianza y a la educación. Junto a tu hijo, nacen miedos también.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 30 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:

Cuando somos padres, muchos miedos se activan.

 

Miedos que quizás nunca nos planteamos o pensábamos que podríamos tenerlos bajo control.

 

Pero no.

 

Hay miedos inherentes a la crianza y a la educación. Junto a tu hijo, nacen miedos también.

 

Uno de estos miedos que compartimos todos los padres es el de que nuestros hijos puedan verse envueltos en situaciones de riesgo (consumo de sustancias, relaciones tóxicas, comportamientos agresivos, situaciones de acoso...e incluso las tan moderas adicciones a las tecnologías).

 

Las estrategias para combatir ese miedo se han centrado normalmente en dar información sobre las posibles consecuencias. Pensamos que, de esta manera, nuestros hijos e hijas se harán conscientes de los efectos negativos que les traerá la conducta problemática y, en consecuencia, la evitarán.

 

Somos un poco ingenuos pensando que el solo hecho de tener información a su alcance (que por supuesto es necesaria y de un valor innegable) va a hacer que un niño o un adolescente sepa tomar las decisiones adecuadas o alejarse de las situaciones perjudiciales.

 

Y es que parece lógico que si les explicamos lo que podría pasar, simplemente lo evitarán.

 

Pero en la vida real no funciona así de sencillo.

 

El comportamiento humano es complejo, y los riesgos muchas veces ofrecen recompensas inmediatas y seguras: el grupo de amigos, la diversión, el olvido de algún problema...

 

Así que, aunque la información es útil, no basta para prevenir por sí sola.

 

Es preciso una actuación preventiva más global y profunda, en la que aparezcan otras áreas del desarrollo humano como la social y la emocional.

 

Pero empecemos por definir conceptos.

 

Los factores de riesgo, son aquellas circunstancias o características personales y ambientales que, relacionadas con la conducta problemática, aumentan la probabilidad de que una persona la lleve a cabo.

 

Los Factores de protección, por el contrario, son aquellas características o capacidades personales y sociales que fortalecen a las personas para poder afrontar con éxito las situaciones de riesgo. Es decir, aquellas que hacen a los individuos menos vulnerables.

 

Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podemos proteger a nuestros hijos?

 

Pues ayudándolos a relacionarse de forma saludable con ciertos estímulos, siendo unos buenos agentes preventivos y proporcionándoles factores de protección que les permitan afrontar con éxito las situaciones de riesgo.

 

Factores de Riesgo: Lo que aumenta la vulnerabilidad

  • Baja autoestima y falta de asertividad: Los niños que no se sienten valorados o capaces pueden buscar aceptación de formas poco seguras.

  • Entorno familiar inestable o sin normas claras: Un ambiente sin límites coherentes y comunicación abierta genera inseguridad y confusión, dejando a los niños sin un marco claro de referencia.

  • Escasa tolerancia a la frustración e impulsividad: Sin habilidades para gestionar sus emociones, los niños pueden volverse impulsivos, lo que aumenta el riesgo de malas decisiones.

 

Factores Protectores

  • Desarrollo de una autoestima saludable: Cuando los niños se sienten escuchados y valorados, interiorizan un sentido de valía que les hace menos dependientes de la validación externa.

  • Límites claros y coherentes: Lejos de ser restrictivos, los límites bien establecidos ofrecen una guía segura.

  • Habilidades de comunicación y gestión emocional: Enseñar a los niños a expresar lo que sienten sin miedo a ser juzgados es una herramienta para toda la vida. Una comunicación abierta y respetuosa les permite resolver conflictos de manera pacífica y alejarse de la impulsividad.

 

No es necesario ser una persona experta en prevención, solamente hay que asumir las riendas de nuestra función educativa, y ser conscientes de que la mayoría de los factores de protección son educables, es decir, se pueden enseñar fácilmente a nuestras hijas e hijos (a veces los tenemos que aprender nosotros primero).

 

Analiza los factores de riesgo reales en tu hijo o hija y detecta y considera los factores de protección que ya existen y aquellos que hay que reforzar.

 

No existen recetas válidas para todas las familias ni para todos los hijos e hijas. Pero la familia es el primer espacio socializador donde aprendemos a desarrollarnos como personas responsables y libres.

 

Prevenir supone ayudar a saber elegir, decidir, corregir e incluso aislar de situaciones comprometidas en algunos casos y sobre todo , es enseñar a convivir con los riesgos...juntos, pero no revueltos.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva

(@criarconemocion)

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