
“...Estos padres flojos de hoy en día...”
“...Así están saliendo los niños de hoy, que no se les puede decir nada porque se frustran, que si les gritas se ponen a llorar, que no aguantan nada…”
“...A eso es a lo que nos lleva tanta crianza respetuosa y tanta bobería; a niños malcriados que se creen que lo merecen todo…”
¿Les suena?
En realidad todas esas afirmaciones hablan de otro tipo de crianza, la permisiva, nada que ver con la crianza respetuosa.
Son totalmente contrarias.
La crianza respetuosa está tan lejos de la permisividad como del autoritarismo.
Hay un punto intermedio. Se los juro. No todo es gritos y castigos o dejadez y anarquía.
Pero parece que si no castigas o tienes mano dura con tu hijo es que no sabes poner límites. Y límites y castigos no son sinónimos, ni siquiera se parecen . Y disciplina tampoco es sinónimo de mano dura sino más bien de guía, acompañamiento y aprendizaje.
En la crianza respetuosa, los límites están presentes, pero se establecen desde la empatía, el amor y la comunicación.
Cuando decimos "no" o establecemos una norma, no lo hacemos para controlar, sino para enseñar.
No estamos criando niños malcriados que se creen que lo merecen todo. Estamos criando niños respetados que aprenden a respetarse a sí mismos y a los demás.
La crianza permisiva, por el contrario, deja a los niños a la deriva, sin las guías necesarias para desarrollar habilidades como la tolerancia a la frustración o la resolución de conflictos. Es como si les dijéramos: “Haz lo que quieras, que todo está bien”, y así crecen sin aprender que la vida tiene reglas y límites.
Muchos cuestionan los resultados de este tipo de crianza llamada respetuosa (cuestionan sin datos y desde la desinformación), y la perciben como una crianza sin límites ni consecuencias, que malcría y no disciplina. Otros la perciben como un ideal inalcanzable, propio de “padres perfectos” que siempre saben qué hacer y nunca pierden la paciencia (así es como se muestra en las redes sociales).
Pero eso no son más que mitos, que perpetúan malentendidos y confusiones sobre lo que verdaderamente implica este enfoque.
Está claro que no se trata del estilo de crianza más fácil, porque requiere trabajo personal. Requiere conciencia de uno mismo. Requiere conciencia de nuestra sociedad, de políticas públicas que nos acompañen. Y requiere mucho de redes de apoyo.
Pero en el fondo, la crianza respetuosa no es más que eso, una crianza desde el respeto, una crianza que está libre de violencias y que entiende al niño o niña como un sujeto de derechos.
¿Y saben que? La falta de límites también es una forma de violencia.
El no establecer límites, es una negación de cuidados, es una crianza negligente y de acuerdo a nuestra ley, hoy la negligencia es un tipo de maltrato.
Por eso crianza respetuosa y permisiva no pueden ser lo mismo.
Y ahora les planteo una pregunta crucial: ¿Este estilo de crianza es una opción más?
Así como estamos hoy, con la leyes sobre violencia en una mano y los derechos del niño en la otra...¿Es una opción tratar bien y respetar los derechos humanos o es lo que nos toca hacer como sociedad?”.
La crianza respetuosa no es solo una opción de estilo entre otras. En un mundo donde conocemos los derechos de los niños, entendemos la importancia de la salud emocional y sabemos lo que puede causar la violencia, tratar a los niños con respeto no es opcional, es una responsabilidad (y parte de la evolución humana).
La crianza respetuosa es el estándar mínimo. Todo lo demás es negligencia.
Haridian Suárez Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva
(@criarconemocion)































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