Educación infantil

Padres helicópteros, hijos inseguros

Un "padre helicóptero" es aquel que siempre está sobrevolando la vida de su hijo, limitando su libertad de movimiento o de actuación y siempre listo para intervenir en cada pequeño obstáculo.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 09 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:

¿Eres una madre/padre helicóptero?

 

Un "padre helicóptero" es aquel que siempre está sobrevolando la vida de su hijo, limitando su libertad de movimiento o de actuación y siempre listo para intervenir en cada pequeño obstáculo.

 

Como dice la famosa frase...“Hay padres que no preparan a sus hijos para el camino, sino que preparan el camino para los hijos”.

 

Ser "el héroe" puede parecer una noble misión, y todos hemos caído alguna vez en esa tentación: supervisar cada movimiento de nuestros hijos para asegurarnos que nada se lo haga pasar mal; pero al sobreproteger, más que ayudar, podemos estar sembrando semillas de dependencia, inseguridad, y la incapacidad de enfrentarse al mundo real.

 

Un estilo sobreprotector puede tener repercusiones importantes en la autoimagen, llevando al niño a presentarse como un individuo necesitado del prójimo, incompetente e incapaz de valerse por sí mismo.

 

¿Pero a qué podemos llamar sobreprotección?

 

¿Alguna vez te has encontrado persiguiendo a tu hijo en el parque, toallita en mano, por si se cae en la tierra?...Eso es sobreprotección (le privas de experimentar).

 

¿Le llevas la mochila porque es muy pequeño, para que no se canse?... Parece un gesto de amor, pero es sobreprotección (le priva de la responsabilidad y el esfuerzo físico).

 

¿Intervienes constantemente en pequeñas peleas con otros niños, como cuando discuten por un juguete?... Sí, sobreprotección (no le permite aprender a negociar ni gestionar conflictos).

 

¿Le completas la tarea porque “es tarde y tiene que descansar”?... Sobreprotección (le privas de aprender a organizarse).

 

¿Le eliges hasta su ropa?... Sí, también es sobreprotección (aunque tu hijo tenga 4 años), porque le impides formar sus propios juicios y aprender a tomar pequeñas decisiones.

 

¿No dejas que trepe alto en el parque por miedo a que se caiga?... Sobreprotección (le privas de experimentar su propio cuerpo y límites).

 

¿Le obligas a llevar un abrigo porque tú tienes frío?... Sobreprotección (inhibe su capacidad para tomar decisiones básicas sobre su bienestar)

 

¿Le programas cada segundo de su día con actividades o clases extracurriculares por miedo a que "se aburra"?... También es sobreprotección (el aburrimiento es clave para la creatividad y además no les pasa nada porque se aburran).

 

¿Realizas en su lugar actividades que el niño podría hacer de forma independiente (como atarse los zapatos o vestirse)?…Sí, claro que es sobreprotección.

 

¿Hablas o actúas en lugar del niño? (ejemplo clásico de cuando le preguntan a los niños y responden los padres)...También es sobreprotección.

 

Y así con un sinfín de actos del día a día que, aunque bienintencionados, y aunque en principio parezcan muestras de amor, la realidad es que están limitando la capacidad del niño para experimentar, aprender, tomar decisiones y tener un desarrollo natural con las experiencias de la vida.

 

Cierto es, que sobreproteger a nuestros hijos puede darnos una (falsa) sensación de control. Evitas caídas, conflictos, y malentendidos, lo que hace la vida diaria más cómoda... para ti.

 

Pero para los niños, la realidad es otra.

 

Esta sobreprotección, a la larga pueden generar dependencia, falta de autonomía, y un menor desarrollo de habilidades para enfrentar la frustración o la adversidad.

 

Y es que, el problema real llega cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia y la adultez. Ahí es cuando las consecuencias a largo plazo empiezan a manifestarse.

 

Los hijos sobreprotegidos tienden a evitar el riesgo, incluso cuando es saludable, y pueden tener dificultades para tomar decisiones por sí mismos.

 

Imagina a tu hijo a los 17 años, enfrentándose a una decisión importante: elegir una carrera, hablar con un jefe o gestionar una relación tóxica. Si siempre has estado allí para rescatarlo, es posible que no sepa cómo manejar estas situaciones por su cuenta. Y no es su culpa. Nunca ha tenido la oportunidad de caer, levantarse y aprender.

 

Pero… ¿cómo evitar la sobreprotección?

 

La clave está en cambiar nuestro enfoque.

 

En lugar de protegerlos de todo, debemos equiparlos con las herramientas necesarias para navegar el mundo de manera segura y autónoma.

 

Si tu hijo se cae en el parque, en lugar de correr a levantarlo, observa primero cómo reacciona. Si viene llorando, entonces sí, dale consuelo, pero enséñale que puede levantarse solo. Si tiene un problema con un amigo, ayúdalo a reflexionar sobre cómo resolverlo, pero no intervengas directamente.

 

En casa, comienza por darles responsabilidades adecuadas a su edad. Permite que se equivoquen. ¿Se olvidó llevar los deberes? En vez de volver corriendo al colegio a llevárselos, deja que enfrente las consecuencias.

 

Entiendo que es difícil. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, y verlos sufrir, aunque sea un poquito, va en contra de nuestro instinto protector.

 

Pero recuerda: la crianza no se trata de crear un camino sin obstáculos para ellos, sino de ayudarlos a enfrentar esos obstáculos con confianza.

 

Así que, en lugar de lanzarte al rescate por una discusión entre tu hijo y un amigo, o correr tras él con un pulover porque “seguro que tiene frío”, respira hondo y pregúntate: ¿realmente necesita mi ayuda? Quizás la respuesta sea “no”, y quizás lo que más necesite sea un poco de espacio para aprender por sí mismo.

 

Haridian Suárez. Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva

(@criarconemocion)

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