
Quién no ha tenido que tragarse sus propias palabras porque siempre había dicho frases del tipo… “cuando yo tenga hijos no le dejaré el móvil mientras esperamos en la consulta del pediatra”, “cuando sea madre no voy a dejar de ir al gimnasio ni iré desarreglada por el mundo” “cuando tenga hijos les haré desayunos saludables”.
Cuando imaginábamos la maternidad antes de que llegaran nuestros hijos, la pintábamos con colores suaves, pasteles, y una paz que bordea lo zen.
Imaginábamos niños siempre limpios, madres puntuales, frescas y radiantes, con tiempo para preparar desayunos saludables mientras escuchamos podcasts de crecimiento personal.
La realidad, sin embargo, tiene un sentido del humor mucho más oscuro, pero también liberador.
La realidad es que es la tercera vez esta semana que sacas nuggets congelados para cenar, llevas unas pintas muy cuestionables desde hace días y sí, has gritado para que se pongan de una vez los zapatos.
Y aceptar ese lado de la realidad puede ser frustrante.
La buena noticia es que reconocer la imperfección de la maternidad nos abre las puertas a la maternidad consciente, con todo, con sus virtudes y sus defectos.
Aquí van algunos mitos vs realidad y lo que nos propone la maternidad consciente:
Mito 1: “Tendré todo bajo control”
Mantendré la casa impecable, me anticiparé a cada necesidad de mis hijos y, por supuesto, siempre estaré arreglada.
La realidad: La ropa sucia es un monstruo que se multiplica cuando no lo miras, y has llegado a aceptar que las camisetas con manchas son parte de tu "look casual". Lo de anticiparse a las necesidades también es un mito muy extendido, pero la realidad es que un niño puede pasar de feliz a tener una rabieta monumental en tres segundos porque el sándwich está cortado en triángulo y no en cuadrado.
Estrategia consciente: En lugar de luchar contra el caos, la crianza consciente nos invita a vivir el momento presente. Pregúntate, ¿importará esa montaña de ropa en 10 años? Lo que realmente importa es conectar con tus hijos, y eso no requiere perfección, solo presencia.
Mito 2: “Voy a seguir teniendo tiempo para mí”
Haré yoga cada mañana, seguiré leyendo mis libros favoritos, y, de alguna manera mágica, todo encajará en mi horario.
La realidad: Tu tiempo libre ha sido secuestrado por criaturas diminutas que parecen tener un radar para detectar cuando planeas darte una ducha larga.
Estrategia consciente: El autocuidado no es un lujo, es una necesidad. No tienes que esperar a tener horas libres; encuentra micro-momentos. Un respiro de cinco minutos con una taza de té puede ser revitalizante. La maternidad consciente te anima a ser amable contigo misma, a entender que es válido no ser productiva todo el tiempo.
Mito 3: “Mis hijos siempre me escucharán porque seré una madre paciente”
Estableceré límites amables, y mis hijos me mirarán con admiración mientras los guío sabiamente por la vida.
La realidad: Los niños tienen un asombroso don para hacer lo contrario a lo que pides en los momentos más inoportunos. Te descubres haciendo pactos internos de paciencia (“Contaré hasta 10... hasta 20... hasta 100...”) mientras tu pequeño decide que ir al supermercado descalzo es una batalla a ganar.
Estrategia consciente: La crianza consciente nos enseña que no podemos controlar a nuestros hijos, pero sí nuestra respuesta ante sus acciones. En lugar de intentar forzar obediencia, enfócate en la conexión. Recuerda que los niños actúan desde su etapa de desarrollo, no desde un intento consciente de desafiarte.
Mito 4: “Los momentos mágicos serán abundantes”
La maternidad estará llena de momentos de ensueño: risas alrededor de la mesa, juegos en el parque, y esas fotos perfectas de Instagram.
La realidad: Sí, esos momentos mágicos existen, pero vienen mezclados con rabietas públicas, peleas por juguetes, y situaciones que te hacen cuestionar tu cordura. A veces, solo intentas sobrevivir el día.
Estrategia consciente: Parte de la crianza consciente es encontrar esos destellos de magia en lo ordinario. No se trata de esperar el momento perfecto, sino de reconocer la belleza en lo imperfecto. Cuando tu hijo te da un abrazo inesperado o te cuenta una historia disparatada, ahí está la magia, aunque el piso esté lleno de migas.
Mito 5: “Voy a disfrutar cada etapa”
Desde los primeros pasos hasta el primer día de escuela, estaré saboreando cada etapa como un vino fino.
La realidad: Algunas etapas son, bueno, difíciles. Muy difíciles. A veces sientes que solo estás sobreviviendo y no disfrutando.
Estrategia consciente: La crianza consciente nos recuerda que la vida tiene ciclos, y no tienes que amar cada minuto para ser una buena madre. Permitirte sentir lo que sientes, sin culpa, te ayuda a estar más presente y conectada.
A lo largo del viaje de la maternidad, la perfección es el enemigo de la paz mental.
Lo importante no es tenerlo todo bajo control, sino estar dispuesta a aprender y adaptarse.
Ser una madre imperfecta significa ser humana, y eso, en sí mismo, ya es perfecto.
La maternidad real dista mucho de las fantasías idealizadas que solemos tener. Y eso está bien. Con humor, paciencia y, sobre todo, conciencia, podemos enfrentar la maternidad no como una lucha para alcanzar la perfección, sino como un viaje lleno de aprendizajes y sorpresas.
Y sí, aunque nunca logres doblar la ropa el mismo día que la lavas, siempre tendrás la oportunidad de ser una madre lo suficientemente buena, que es lo único que realmente importa.
Porque si algo tenemos que tener claro es que nuestros hijos no necesitan madres perfectas, necesitan madres conscientes.
Haridian Suárez
Trabajadora Social y Educadora de
Disciplina Positiva (@criarconemocion)
































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