Educación infantil

Enseña a tus hijos los límites de su cuerpo

Normalmente no hablamos con nuestros hijos sobre la seguridad del cuerpo con suficiente antelación

Haridian Suárez Vega Miércoles, 25 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:

Hay un miedo que se activa cuando tenemos niños en la primera infancia y por primera vez, los dejamos con desconocidos (en el cole, en actividades extraescolares o con familiares de sus amigos); y es el miedo a que viva situaciones incómodas o experiencias negativas y no estar presentes para protegerlos. Además se une el miedo a que nuestro hijo no nos cuente esas experiencias y no poder actuar para que no se repitan.

 

Enseñamos a nuestros hijos pequeños todo tipo de formas de mantenerse a salvo. Les enseñamos a estar atentos a la estufa caliente, a mirar antes de cruzar la calle o a no meter la mano en el cajón de los cuchillos. Pero, la mayoría de las veces, no nos involucramos tanto en enseñar los límites de su propio cuerpo.

 

No podemos impedir que nuestros hijos salgan al mundo e interactúen con quienes los rodean. No podemos estar siempre presentes para salvarlos de todas las situaciones (además de imposible es un sinsentido y no le permite desarrollarse de forma sana). Lo que sí podemos hacer es brindarles los conocimientos que podrían salvarlos de ser víctimas de situaciones y experiencias peligrosas.

 

Normalmente no hablamos con nuestros hijos sobre la seguridad del cuerpo con suficiente antelación. Pensamos que son demasiado pequeños para eso. Y además da mucho miedo. Pero no se trata solo de hablarlo (que también) sino de enseñarles a través de las situaciones cotidianas del día a día.

 

Aquí es donde entra el tema de los límites del cuerpo. Por ejemplo... ¿Cuántas veces les enseñamos que su cuerpo merece respeto? ¿Cuántas veces respetamos nosotros sus límites cuando dicen "no" a un beso o abrazo?

 

Imaginemos que nuestra hija tiene 2 años. Llegamos a casa del abuelo, de la tía Antonia o de la vecina del quinto, y le obligamos a darle un beso como forma de saludo. Para la niña, se siente incómoda esa situación, pero...si mamá lo dice, será que debe ser así.

 

Le enseñamos que las demostraciones de cariño son señal de buena educación.

 

Ahora nuestra hija tiene 8 años, y un compañero de clase le levanta la falda a modo de broma. Ya se ha sentido invadida en su espacio personal en otras ocasiones, y nadie le ayudó a poner límites, así que normaliza esa emoción y lo deja pasar.

 

A sus 17 años, su novio quiere ir más allá de los besos, pero se siente incapaz de decir NO a pesar de que se siente insegura e incómoda con sus caricias. Considera que su No no tiene la suficiente fuerza y además está acostumbrada a que, a veces, el cariño no se siente del todo cómodo.

 

No sabe que tiene el poder de poner límites a los demás y que sean respetados.

 

Y así es como normalizan situaciones de invasión personal a medida que crecen.

 

¿Te parece exagerado?

 

Puede parecerlo, sí. Pero la realidad es que ,este patrón, no es producto de un único evento, sino de esas pequeñas lecciones diarias que los niños aprenden sobre sus límites y el respeto por los demás.

 

¿Qué podemos hacer?

 

  • Enseñarle la diferencia entre el cariño y la educación. Si no quiere dar un beso o un abrazo, no lo hagamos sentir como un niño mal educado. La educación tiene más que ver con simplemente saludar y despedirse, dar los buenos días, las gracias y decir por favor; y no tanto con las demostraciones de afecto.

  • Poner límites por ellos. Cuando son pequeños no son capaces de poner sus propios límites, y se siente respaldado cuando mamá o papá pone palabras en su nombre. “ Ahora mismo parece que no quiere dar besos o abrazos, no pasa nada, puedes chocarle la mano”.

  • Intervenir ante chantajes. Ante el típico… “Uy, si no me das un beso me voy a poner triste”, o “si me das un abrazo te doy un caramelo”. Es nuestro momento de actuar como padres y decirle claramente al otro adulto que no está permitido chantajes de ese tipo.

  • No dejes que le roben los besos. Que tu hijo entienda que estás de su lado. Si en un momento dado la persona a la que tu hijo no quiere besar o abrazar le roba los besos a la fuerza, defiende a tu hijo: “ahora no le apetece, quizás en otro momento pueda hacerlo sin obligaciones”

  • No invadas su cuerpo de forma arbitraria. Avísale y comunícale lo que vas a hacer. “Voy a limpiarte la cara que la tienes llena de chocolate”, no cojo una servilleta y te la restriego sin nisiquiera decírselo, porque se siente incómodo e invasivo. Igualmente cuando le estamos ayudando con su higiene personal. Esto también les ayuda a entender que el consentimiento es fundamental, incluso con las personas de confianza.

  • Respeta cuando te ponga un límite. Por ejemplo cuando están jugando a las cosquillas y te dice “para, ya no quiero más cosquillas” tienes que parar, aunque sea un juego. Enséñale que su "no" tiene poder y que las otras personas deben respetarlo.

  • Enseñarles a respetar el cuerpo de los demás: Así como les pedimos permiso para tocarles, es importante enseñarles a pedir permiso antes de tocar a otros. Les ayuda a comprender que los límites son importantes en todas las relaciones, no solo en las de adultos. También él debe respetar los límites de los demás.

  • Llamar a las partes del cuerpo por su nombre: Esto permite que los niños puedan describir con claridad si algo sucede. No debemos hablar en diminutivos o con términos confusos; es fundamental usar nombres correctos para cada parte del cuerpo.

  • Hablar sobre secretos inapropiados: Un niño debe saber que nunca es correcto mantener secretos sobre su cuerpo, incluso si alguien que conoce o quiere lo pide.

  • Conversaciones naturales y constantes: No es necesario esperar una situación extrema para hablar sobre los límites del cuerpo. Podemos utilizar momentos cotidianos como el baño o al vestirse para tener conversaciones sobre la importancia de mantener su cuerpo seguro y cómo pueden reaccionar si algo los hace sentir incómodos.

 

Enseñar a nuestros hijos sobre el respeto y los límites del cuerpo es fundamental para su desarrollo y seguridad, no solo en su infancia sino también en su adolescencia y adultez.

 

Un niño que sabe poner límites desde pequeño, será un adolescente y un adulto capaz de expresar claramente sus deseos, de defender su integridad física y emocional y de respetarse a sí mismo.

 

No podemos protegerlos de todas las situaciones incómodas que puedan surgir, pero sí podemos dotarlos con las herramientas necesarias para minimizar los riesgos.

 

Respetar tu cuerpo y hacerlo respetar, refuerza una autoestima sana y los prepara para enfrentar relaciones más complejas en el futuro, sabiendo siempre que su cuerpo es suyo y que merecen que sus límites sean respetados.

 

Haridian Suárez

Trabajadora Social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

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