
Subiendo por el camino de mar a cumbre que desde la época inmediata a la conquista ascendía desde la Ciudad atravesando el Barranco de Teror en dirección a la Villa; el caminante iba dejando a su vera una sucesión de huertas, casas solariegas, feraces tierras de cultivo que llegaban desde el mismo Barranco hasta la entrada en El Recinto.
Esta amplísima zona de cultivos permaneció invariable y dedicaba al laboreo agrícola y ganadero hasta que, a principios del siglo XIX, por la imposición legal de la construcción de cementerios apartados de los lugares poblados y que trajo consigo el fin de la tradicional e insalubre costumbre de enterrar en las iglesias, el camino vio aparecer en uno de sus enormes bancales el Cementerio de la Villa y posteriormente la calle a la que dio nombre y que lo unió con el camino que desde la Calle Real partía hacia el lugar de Arucas.
A fines del siglo XIX, la finalización de la proyectada carretera que unía Teror con Tamareceite, transformó otra de sus fincas con la nueva entrada al Recinto por el llamado del “Muro Nuevo”, donde durante décadas se celebraron las multitudinarias ferias de las Fiestas de Nuestra Señora del Pino y los partidos de fútbol hasta la construcción del campo de Quevedo. Quedó así configurado un amplio solar donde, ya mediado el siglo XX, a instancias de Monseñor Socorro Lantigua y con el inestimable apoyo del Director General de Trabajo de entonces, Agustín Miranda Junco, se hizo realidad otra de las aspiraciones de los terorenses con la construcción del Colegio “Nuestra Señora del Pino”, luego Instituto de la Villa y en la actualidad revertido a patrimonio del Ayuntamiento y utilizado como sede de las oficinas municipales.
Así fue transformándose toda el área más cercana al pueblo de esta extensa zona agrícola, hasta que en pleno consistorial de nueve de julio de 1971, una vez acabado el plazo de ofertas de terrenos para la construcción del nuevo Centro de Enseñanza Básica que se había abierto el mes anterior, éste acordó considerar la única oferta presentada por los hermanos Guerra Medina de la finca denominada “Cercado del Cementerio” con más de dos hectáreas de superficie, que lindaba con otros varios propietarios, barranquillo de las Tenerías y camino público; y que tenía como accesorio “un alpende, una pequeña casa de labor de muy antigua construcción y en deficiente estado y un estanque de cuatrocientos metros cúbicos de capacidad en estado ruinoso”.
La compra se acordó el mismo día en la cantidad de siete millones de pesetas y comenzó la andadura administrativa de la construcción escolar. El acceso a toda la zona se había facilitado mucho gracias al asfaltado del camino que unía el Puente del Molino con la Villa; del que comenzó a hablarse y destinarse fondos desde el cabildo a fines de los sesenta, pero que no se concluyó hasta 1972.
La finca había llegado a esta familia con raíces en Arucas, Firgas y Teror a través de la herencia de María Dolores Navarro y Navarro, descendiente en línea directa del teniente capitán Juan Felipe Navarro Castellano (natural de Guía y parentela del escultor y arquitecto Luján Pérez) y de Vicente Navarro Zambrana (natural de Gáldar y figura destacadísima en el Teror del siglo XVIII). Doña María Dolores había contraído matrimonio con Sebastián Medina Sánchez, palmarense enriquecido en la isla de Cuba.
Ambos procrearon una amplia descendencia con nombres ilustres que quedaron unidos a la historia de Teror: Sebastián Medina, alcalde de 1916 a 1918; Juan Medina, médico de Montpellier en Francia, José, políticos destacados en todo el devenir de principios del siglo XX, etc.….y Pilar Medina, casada en 1905 con el aruquense Francisco Guerra y cuyos hijos, dueños de la finca que todos llamaban “de los perales” por la abundancia de este frutal, la vendieron en la fecha reseñada al municipio para la zona escolar proyectada.
En pleno municipal celebrado el 2 de junio de 1972, a preguntas del concejal Eduardo Vallejo Cabrera sobre la situación del centro educativo el alcalde Manuel Ortega contestó que “posiblemente para el próximo otoño darán principio las obras de construcción del Centro de EGB y del Complejo Deportivo en la finca adquirida al efecto”
El amplísimo, y un tanto descomunal edificio, se construyó a lo largo de la década de los 70, y en el mes de septiembre de 1978 comenzaron las clases en el mismo, acabando así con la deficiente situación de dispersión por todo el casco de aulas y medios que perjudicaban sobremanera la enseñanza primaria en la Villa. No obstante, la recepción de la obra por el Ayuntamiento se produjo un mes más tarde, en pleno celebrado el seis de octubre de ese año, donde entre otros acuerdos el consistorio de entonces presidido por el maestro Antonio Peña Rivero informó haber firmado ese mismo día el acta de recepción provisional del Colegio Nacional de E.G.B. “Párroco Socorro Lantigua”.
Para celebrar la denominación y el recuerdo del párroco, el mismo ayuntamiento encargó un retrato del sacerdote que daba nombre al nuevo colegio: un magnífico retrato de medio cuerpo, que muestra sentado a Antonio Socorro Lantigua, que fuera párroco de Nuestra Señora del Pino en Teror desde 1927 hasta su fallecimiento en 1973.
Fue realizada por Feliciano Ojeda Deurván tras el fallecimiento del sacerdote. El pintor -también trabajador del Banco Hispano Americano desde mediados del pasado siglo- se dedicaba de forma aficionada pero magistral a realizar restauraciones, óleos, carboncillos o plumillas; que expondría públicamente por primera vez en el Museo Canario en 1951. Participaría en colectivas tanto en Gran Canaria como en Tenerife y comenzó a dedicarse por entero a ello tras su jubilación en 1971.
Muy interesado por el patrimonio histórico-artístico de la isla, manifestaba frecuentemente sus opiniones sobre el estado del mismo. En 1970 escribió sobre Teror, lo siguiente:
“Es una llamada de socorro al ver la serie de construcciones que se están produciendo en esta Villa, sobre todo en sus alrededores, las cuales no guardan armonía con el ambiente que las rodea. Edificaciones de “cajón”, con las paredes, huecos y detalles, sin el más leve sentido de las propias de estos campos, y más esta zona, quizá la más característica de nuestra isla, por varias razones, entre ellas ser el Santuario de Nuestra Virgen del Pino, y sitio obligado de visitar por cuantos arriban aquí. Se debía regular tal construcción, para que las que existen de siempre se sirvan conservarlas y las nuevas que sean dotadas de elementos como la teja, pero no dos o tres tejas pegadas en cualquier parte del frontis, sino en su tejado, que imiten por lo menos las techumbres de dos aguas, haciéndoles sus galerías o balconadas, etc. Gran ejemplo de conservar lo que se posee está en la Basílica de la Virgen, en que gracias al sabio criterio y tesón de su párroco, monseñor Socorro Lantigua, no tenemos hoy en Teror un “pegoste”. También tenemos ahí el precioso Museo de la casa de don Agustín Manrique dé Lara, y en construcción el Parador en San Matías, que se están haciendo con arreglo a la arquitectura propia de su ambiente”
Buen realizador de retratos, aspecto en el que destacó sobremanera, afirmaba que el retratista debía conocer al que posaba y reflejar en su obra la personalidad, la forma de ser y sentir del personaje retratado.
Feliciano Ojeda Deurván falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 12 de noviembre de 1986.
Han transcurrido ya más de 40 años desde la inauguración del Colegio “Monseñor Socorro Lantigua” y como la costumbre es fuerte, los mayores siguen denominando a toda la zona como la finca de los perales, la huerta de los Guerra; pero todo ello no hace más que contribuir a unir ese pasado que debe ser preservado y transmitido, con la pujante y arrolladora actualidad que significan toda esa pléyade de universitarios y técnicos de muchas especialidades laborales, hombres y mujeres de trabajo, padres y madres de nuevas familias que en la actualidad están conformando el presente y laboreando el futuro de Teror y que comenzaron su andadura en el conocimiento de la vida, la cultura, y el mundo, en las aulas de este edificio hace ya casi medio siglo.
José Luis Yánez Rodríguez.
Cronista Oficial de Teror.
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